Racismo en Gipuzkoa: «Hemos vivido algún episodio racista, pero aquí no es lo habitual»

Lo ocurrido en Valencia con el futbolista Vinícius Jr. ha avivado el debate sobre si existe un racismo soterrado en nuestro entorno. Seis personas que residen en Gipuzkoa relatan a DV sus sensaciones

Diario Vasco, Iñigo Villamía San Sebastián, 29-05-2023

La polémica suscitada a consecuencia del episodio vivido por el jugador del Real Madrid Vinícius Jr. hace una semana en Mestalla, el campo del Valencia, ha avivado el debate sobre si España es o no un país racista. ¿Lo es? La respuesta no es sencilla. Si preguntamos directamente a la población es mayoritaria la negación. Pero los expertos dicen que hay un sesgo social hacia lo «políticamente correcto» en estos casos de preguntas directas. Las encuestas del CIS sitúan a España en un 2,2 en una escala de 0 nada racista a 10 muy racista, por lo que podría deducirse que la xenofobia ocupa un bajo nivel.

Sin embargo, si acudimos a un campo de fútbol, como ha sido el caso del futbolista brasileño del club blanco, o a las redes sociales, la conclusión sería muy distinta, porque, arropados en el anonimato, expresiones xenófobas, críticas a la etnia gitana o insultos como ‘moro (o negro) de mierda’, ‘mono’ o similares son demasiado frecuentes. El eco mundial del caso Vinícius ha sido impresionante. Cuando un presidente de un país como Brasil o el máximo representante de Naciones Unidas sobre los derechos humanos se refieren a este caso, posiblemente por la notoriedad del personaje, la marca del señalado queda claramente dañada.

El terremoto ha tenido consecuencias inmediatas: la policía ha detenido en Valencia a algunos de los presuntos implicados y en Madrid a varios seguidores del Frente Atlético (radicales del eterno rival) que en enero colgaron de una soga una imagen del jugador madridista. Y todo ello en un contexto de crecimiento de la diferencia en una época en la que la migración vuelve a acentuarse.

Recientemente España superaba los 48 millones de personas, de los que 6,2 son extranjeros, uno de cada ocho. Destacan en la actualidad las personas que provienen de Colombia, Marruecos y Venezuela. Esta tendencia al alza también se da en Gipuzkoa, que ha crecido en 3.888 personas en el último año pese a tener uno de los índices de natalidad más bajos del mundo.

La explicación es sencilla: crecemos por la llegada de inmigrantes que vienen a buscar sus oportunidades laborales y vitales entre nosotros, huyendo de países con condiciones de vida peores. Como sucede con el trato a la mujer, donde se habla de micro y macromachismos, también hay quienes distinguen una discriminación blanda muy extendida y otra más agresiva y dura en el trato hacia los diferentes.

Adela Cortina, catedrática de Ética, habla de ‘aporofobia’, de odio al pobre diferente, porque nadie hace ascos al jeque árabe que llega en su jet a Marbella. El rechazo es al extranjero pobre, según ella. ¿Y cómo se sienten estos inmigrantes? ¿Piensan que han llegado a un país racista?

«Me retuvieron en un aeropuerto solo por ser negra»
Mariane Fernandes Jugadora del Bera Bera

«Me retuvieron en un aeropuerto solo por ser negra»
Fue, sin duda, la peor experiencia de su vida. «Me retuvieron en un aeropuerto solo por ser negra, me metieron en una sala incomunicada con cinco policías y jamás me pidieron perdón ni me dieron el motivo por el que me habían hecho sufrir de esa manera», relata Mariane Fernandes, jugadora del Super Amara Bera Bera que está a punto de cumplir su cuarta temporada en Donostia. Los hechos sucedieron en noviembre de 2021. Tras disputar un partido de competición europea en Rumanía, al conjunto donostiarra le tocaba hacer escala en Múnich para poder volar a Bilbao. «Aquel día recuerdo que no paraba de llorar de impotencia», relata la internacional brasileña. Después de realizar el primer vuelo sin ningún incidente, su peor pesadilla llegó en Alemania. Colocada en la parte de atrás de la fila, Fernandes vio cómo todas sus compañeras pasaron el control, pero nunca se imaginó lo que le pasaría instantes después. ‘Tú te vienes conmigo’, le dijo un policía cuando llegó su turno. «¿Por qué?», respondió ella. Nunca obtuvo respuesta.

«No paraba de preguntarles cuál era el motivo de mi detención, porque yo tenía todos los papeles en regla para residir en Europa, pero solo eran capaces de decirme que en Alemania no podía quedarme, que tenía que volver a Brasil», explica. «Estaba muy nerviosa y no paraba de llorar. Imagínate verte sola en una sala, rodeada de cinco agentes de seguridad, sin móvil y sin poder hablar con nadie. No entendía nada de lo que estaba pasando».

Pasado un rato, a Mariane le dejaron salir, pero ahí no acabó su calvario. «En vez de dejarme marchar en paz junto a mis compañeras, salí de la sala con un policía delante y otro detrás. Me sentía como si hubiera hecho algo y la gente me miraba como si acabara de cometer un delito», confiesa todavía con cierta emoción.

«Es increíble que en 2023 todavía sigamos siendo así. Es cierto que Brasil es un país muy racista, pero creo que estamos evolucionando», cuenta al ser preguntada por el episodio vivido por su compatriota Vinícius. «Aquí hay frases como ‘me pones negro’ que me duelen mucho. ¿Por qué negro? ¿Es algo malo ser negro? Por no hablar de cuando en verano, aunque sea en tono de broma, me preguntan si uso protector solar. Pues claro, yo también soy persona», declara. «Todavía hay mucho camino por recorrer».

«Si eres extranjero parece que generas menos confianza»
Rachid Lahrach Peluquero

«Si eres extranjero parece que generas menos confianza»
Rachid Lahrach lleva 12 años trabajando como peluquero en Irun, adonde llegó procedente de Marruecos tras un pequeño paso por Mallorca. En la actualidad reside en Hendaia junto a su mujer y sus dos hijos pequeños, de quienes cuenta que «al haber nacido y crecido aquí nunca han tenido ningún problema» en términos racistas. En lo personal, Rachid explica que «llevo mucho tiempo aquí y siento que se me respeta y se me trata igual que al resto». Sin embargo, pese a subrayar que «en España no he tenido problemas ni para alquilar una casa cuando la he necesitado ni para comprar este local hace cuatro años», sí es de los que piensa que «es cruzar la frontera y parece que todo cambia».

Él lo ha notado, sobre todo, a la hora de acceder a una vivienda. «El año pasado me tuve que cambiar de piso. Fui a ver unos ocho y en todos cumplía los requisitos para entrar. Tengo todos mis papeles en regla cuenta con la nacionalidad española y un trabajo estable, pero al final por ser extranjero me terminaban rechazando», expone este peluquero que en la ciudad fronteriza es todo un reclamo por su buen trabajo. «Parece que si eres de fuera generas menos confianza. Eso sí que lo he vivido en primera persona. Y no sé por qué. Somos personas igual de responsables y trabajadoras. Gente buena que lo único que buscamos es sacar nuestras vidas adelante».

«Tuve que huir de mi país por discriminación»
Julián David Orobio Abogado

«Tuve que huir de mi país por discriminación»
Julián David Orobio se vio obligado a dejar su Colombia natal «por amenazas, persecución y discriminación». Abogado especializado en contratación estatal, este hombre de 40 años, que trabajaba como funcionario en su país, se ha refugiado en San Sebastián, donde se encuentra cursando las asignaturas que le exigen para convalidar su título en España y poder ejercer. «En Cali, de donde soy, ya denuncié los episodios racistas que sufrí, pero no fue suficiente y me vi obligado a huir», declara Julián David.

«Tras pasar por Madrid y Cataluña, vine a Gipuzkoa porque consideraba que aquí iba a poder vivir en paz, y de momento la experiencia está siendo buena», reconoce. No obstante, piensa que hay palabras como ‘machupichu’ que escucha con cierta asiduidad que «se han normalizado a la hora de dirigirse a los sudamericanos. Aunque en ocasiones no sea de malas formas, creo que es un microrracismo que está muy presente en la calle». No así en la universidad, donde se siente completamente integrado. «Tengo la sensación de que en la facultad de Derecho de la UPV los alumnos tienen muy interiorizado este tema y son muy respetuosos», subraya.

Una opinión distinta tiene de su paso por Madrid, donde presenció «algunas escenas que en pleno siglo XXI no deberían tener cabida. Me acuerdo de personas que, por ser negras, recibían un trato muy diferente en los restaurantes», expone.

«Hay quien piensa que por llevar velo no hacemos nada»
Eluska Paz Psicóloga

«Hay quien piensa que por llevar velo no hacemos nada»
Cómo es posible que una mujer con velo sea psicóloga?» es una más de las preguntas que Eluska Paz ha tenido que soportar desde que hace tres años decidiera convertirse musulmana. Nacida en Irun hace 29 años, contraerá matrimonio el próximo verano con su pareja, de origen marroquí. «Mi entorno más cercano siempre ha aceptado mi decisión, pero es cierto que todavía existen personas con ciertos prejuicios que hacen comentarios totalmente fuera de lugar», reconoce Eluska. Aunque asegura «no haber tenido problemas» a la hora de encontrar trabajo, esta irundarra que ejerce de psicóloga en un centro de salud mental en Ategorrieta (Donostia) confiesa que en la sociedad «cuesta aceptar la diversidad cultural».

Cuenta que a lo largo de este tiempo se ha encontrado con gente que se piensa que por llevar un pañuelo «no hacemos nada o que nunca hemos trabajado», explica. En su caso, dice haber recibido «miradas diferentes sobre todo cuando me escuchan hablar en castellano. Parece ser que sorprende», continúa Eluska. ‘¿Pero tú de dónde eres? ¿Tus padres son de aquí?’ son otros ejemplos a los que se ha tenido que enfrentar esta mujer que se considera «vasca» y está «orgullosa» de ello. «Tienen una imagen de nosotros que no se ajusta a la realidad».

«He tenido que aguantar que me llamaran ‘chinita’ al pasar»
Yunai Landart Gereka Estudiante

«He tenido que aguantar que me llamaran ‘chinita’ al pasar»
Yunai Landart Gereka tiene 20 años y fue adoptada cuando tenía solo tres. Nacida en Kunming, capital de la provincia de Yunnan, en el sur de China, esta estudiante del doble grado de Trabajo Social y Educación Social en Deusto agradece haberse integrado en la cultura vasca desde muy pequeña. «La gente se ha dado cuenta de que no hay muchas diferencias entre nosotros», insiste. «Y creo que eso me ha ayudado a lidiar con algunas situaciones incómodas».Recuerda que a lo largo de los años ha tenido que «aguantar» que la llamaran «chinita», una expresión a la que ella prefiere restarle importancia.

«En el colegio tenía una amiga china a la que sí se lo decían más, sobre todo alumnos mayores, y le sentaba mal», admite Yunai, hermana de Xaner, también de origen oriental. «A él le han llegado a decir ‘qué alto eres para ser chino’, que cómo siendo chino puede medir 1,88 metros». A ambos, haber acudido a talleres de grupos de adopción les ha ayudado para ser conscientes de las dos identidades.

«El racismo se ve a diario, no hace falta ir al fútbol»
Jensie Castillo Ingeniera Química

«El racismo se ve a diario, no hace falta ir al fútbol»
Ir por la calle y escuchar cómo se refieren a alguien de origen latino como ‘panchita o sudaca’ es muy común. No hace falta ir a un partido de fútbol para presenciar cualquier tipo de episodio racista», reconoce Jensie Castillo, hondureña residente en Lasarte-Oria. A sus 32 años, esta ingeniera química con un máster en Calidad y Seguridad Alimentaria cursado en la UPV trabaja como asistenta de directora de proyectos en una ONG en Oiartzun. «No puedo decir que como a mí no me ha pasado sea algo que no exista, porque sé de primera mano lo que sufren personas con las que trato a diario», cuenta con cierta rabia. «Hay gente en condiciones de explotación laboral, con sueldos muy justos, que está incluso amenazada por el mero hecho de ser de donde es o de su color de piel», explica Jensie.

Según ella, estos son varios ejemplos de casos graves, pero también existen otros, de menor índole, que también dañan la sensibilidad de los provenientes de países sudamericanos. «Me han preguntado a ver por qué no pronuncio la ‘z’ como alguien de aquí». Pese a todo, asegura, su experiencia hasta la fecha es para sentirse una «privilegiada», si bien es cierto que considera que «ser pareja de hecho de un vasco» es lo que, a su modo de ver, le ha abierto puertas que, de lo contrario, «seguramente nunca habría podido abrir». Preguntada por si ha sufrido algún tipo de discriminación a la hora de encontrar empleo, su respuesta es esperanzadora. «En mi caso, jamás».

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