Fútbol
El 'caso Vinicius' pone a España y su fútbol en el foco del mundo: "El racismo es un problema enorme en el fútbol español"
Los insultos a Vinicius en Mestalla desnudan una lacra crónica en los estadios. El Movimiento contra la Intolerancia se queja de la inacción de los últimos gobiernos en España
El Mundo, , 23-05-2023Sirva el ejemplo para enmarcar una lacra como el racismo, tantas veces desatendida pese a estar cronificada en los estadios, y sólo pendiente de que el foco mediático se acerque unas horas para después volver a alejarse.
Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia, envió una carta al Consejo Superior de Deportes (CSD). Lo hizo después de los insultos racistas que recibió el futbolista brasileño Vinicius Júnior en el estadio Metropolitano antes y durante el derbi frente al Atlético del pasado 18 de septiembre. «¿Si recibí alguna respuesta? No. Este lunes, después de lo ocurrido en Mestalla, volvimos a escribirles para que convocara el Observatorio de la Violencia, el Racismo y la Intolerancia en el Deporte, que está creado por ley. Ni durante la actual legislatura de Pedro Sánchez, ni en la anterior de Mariano Rajoy, nos han reunido. Es inexplicable».
Raúl Martínez-Corcuera, profesor de la Universitat de Vic e investigador de discursos de odio, va más allá: «¿Por qué continúa el racismo en las gradas?Seguramente a nadie le interesa que se acabe el racismo en el fútbol. En realidad no se hace gran cosa más allá de hablar, discutir y comentar. Si hubiera una intención real de terminar con el racismo en el fútbol se actuaría». Una sensación compartida por Ibarra ante sus últimas experiencias: «Tras lo sucedido en el Metropolitano con Vinicius pusimos una denuncia ante la Fiscalía de Delitos de Odio. ¿Qué dijeron? Que no se podía identificar a nadie porque era una masa. Y ese es el problema. Si generan un espacio de impunidad con argumentos como la masa, no hay salida. No hay alternativa».
Vinicius fue insultado el domingo con gritos de «mono» desde las gradas de Mestalla. Vio cómo el partido seguía adelante tras unos minutos de interrupción. Y acabó expulsado tras agredir al valencianista Hugo Duro. Lula da Silva, presidente de Brasil, salió en su defensa en la cumbre del G7: «No podemos permitir que el fascismo y el racismo tomen los estadios». Complementaba así Lula la acusación hecha por el delantero en sus redes sociales: «El racismo es normal en LaLiga (…). Perdón por los españoles que no están de acuerdo, pero hoy, en Brasil, España es conocida como país de racistas».
Despertó España este lunes viéndose observada por muchos de los medios de comunicación más importantes del mundo, como la BBC británica, que recogió el escándalo racista mientras iconos futbolísticos como Kylian Mbappé mostraban su solidaridad con el futbolista del Real Madrid. El New York Times, en un artículo escrito por el periodista Tariq Panja, destacaba que los insultos racistas que retumban en las gradas de los estadios del fútbol español «no son infrecuentes ni nuevos».
¿Es España un país racista? ¿Es el fútbol español racista?
«No», responde Ibarra, y se explica: «España, según las encuestas, tiene uno de los niveles de tolerancia más altos de la Unión Europea. Lo que sí hay son conductas racistas. No se puede generalizar el estigma del racismo, pero hay conductas racistas muy visibles».
«¿Todos somos racistas? No. ¿Todo es racismo? No. Pero sí hay muchas conductas racistas. Sólo hay que ver el auge de la extrema derecha», comparte Martínez-Corcuera. Ibarra apunta directamente a este tipo de colectivos: «Porque son conductas que protagonizan especialmente los grupos ultras del fútbol. Es un problema que no se ha resuelto y que acaba infectando y arrastrando a gran parte de los aficionados que hay en el campo».
“EL FÚTBOL NO ES RACISTA, RACISTAS SON LAS PERSONAS”
Lorena Cos, reputada psicóloga deportiva especializada en el trato con futbolistas, puntualiza: «El fútbol no es racista, racistas son las personas independientemente de donde vivan. Es cierto que se están disparando de nuevo las actitudes xenófobas y violentas por parte de los espectadores hacia determinados deportistas, que acaban contaminando el deporte y en concreto el fútbol, dejando una imagen aterradora para los que lo disfrutamos».
Ante la tentación de mezclar los gestos de Vinicius con el racismo, Lorena Cos zanja: «Por muchos gestos que haga una persona, jamás van a justificar que pueda ser insultada así. Esto a veces se vuelve en su contra, ya que al sentirse alguien preso de constantes provocaciones se desespera perdiendo el control con comportamientos inapropiados que, además, se acaban convirtiendo en argumentos perfectos para el que quiere atacar».
Ibarra tampoco tiene dudas al respecto: «Una víctima de un comportamiento racista es una víctima de un comportamiento racista. Punto. El racismo es un delito. Y un delito nunca se puede justificar. Lo que se ha hecho con Vinicius es un comportamiento delictivo». El presidente del Movimiento contra la Intolerancia apunta a la responsabilidad informativa: «Hay muchos tertulianos, periodistas y usuarios de redes sociales que están contribuyendo a un clima de intolerancia. El daño final confluye en la convivencia cotidiana y en la imagen de un país y de un deporte».
Martínez-Corcuera, desde su experiencia como investigador de los mensajes de odio, obliga a la profunda reflexión: «Ayer leía lo que reproducían medios de comunicación y periodistas. También en redes sociales. Si eres del Real Madrid y quieres apoyar a tu equipo, dices que lo de Vinicius es una vergüenza. Y si no lo eres, dices que él es un provocador. El problema es cuando interpretas el racismo a partir de unos colores determinados. Cuando lo instrumentalizas. El racismo, insisto, es un delito. Y un problema enorme en el fútbol español. Además, se produce de manera cotidiana. Los insultos racistas en el fútbol son muy habituales, pero los medios sólo focalizan en casos concretos. Debería acabarse en todos los campos de fútbol. Hay una mayor sensibilización con el tema y poco a poco se va creando la sensación de que el racismo no es admisible. Pero llevamos más de 20 años hablando del tema y nadie nos hace caso».
Y cierra Cos: «Que tengamos libertad de expresión no nos permite difundir odio».
(Puede haber caducado)