Héroes de leyenda en el «mar de los cayucos»

La Voz de Galicia, 03-08-2006

LAS GRANDES epopeyas del pasado (La Eneida, La Odisea, la Canción de Roldán, el Poema del Mío Cid) llevan los nombres de sus héroes, a cuya gloria fueron escritas, y a cuya voluntad y fuerza se encomendaba una tarea en la que sólo eran acompañados por extras y figurones. El que más se apartó del modelo fue Camões, que situó al pueblo portugués – Os Lusíadas – en el centro mismo de los descubrimientos, aunque no logró alejarse de una jerarquía social y política que, con el rey a la cabeza – seguido por navegantes, misioneros, militares y marineros – , aparece soberbiamente representada en el barrio lisboeta de Belem.


Quizá por eso tengamos que fijarnos en el gran poeta portugués para entender la epopeya que empiezan a protagonizar los pesqueros gallegos en el «mar de los cayucos», donde a título particular, arriesgando su vida y su hacienda, y sin más constitución que las olas, están afrontando el enorme problema humanitario ante el que Europa se arruga, África se inhibe, las grandes navieras se esconden y las poblaciones de tierra permanecen estupefactas. Sólo ellos saben lo que hay que hacer, y lo hacen. Lo que hay que arriesgar, y lo arriesgan. Y a qué leyes hay que obedecer, y obedecen.


El Servicio de Salvamento de Tenerife aún no se explica cómo se logró el acercamiento entre el pesquero gallego Gene , con base en Baiona, y un cayuco a la deriva, semihundido y con sus motores averiados, que llevaba a bordo a 76 inmigrantes. Nadie sabe muy bien cómo se hace esa peligrosa maniobra en medio del mar y con olas de cuatro metros, pero todos entendemos que se trata de una faena casi normal cuando la llevan a cabo los trece tripulantes de un pesquero gallego que se gana la vida en el Atlántico. El parte de la maniobra sólo contiene el nombre de José A. Vázquez, patrón de la embarcación. A todos los demás los menciona por su profesión y su nación – «marineros gallegos» – , en una atribución de voluntad y heroísmo que no precisa de más datos, y que seguramente habrá de narrarse en su día como la gran epopeya de los gallegos en el «mar de los cayucos», que es aquél que, a modo de muralla y autopista – según se mire – , circunda las ricas tierras de Europa.


Pero lo más curioso es que, lejos de la jerarquía social que Camões salvó para Os Lusíadas , los marineros gallegos actúan al margen de la estructura política, sin la cobertura de sus instituciones y en contra de la corriente de opinión que piensa que hay que proteger a Europa de las plagas que vienen del mar. Por eso son algo más que héroes. Son emblemas de un comportamiento humanitario que está por encima de todas las leyes que ignoran la igualdad de los hombres y la solidaridad de los pueblos.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)