Redoblan la vigilancia en un barrio de Abanto tras varias agresiones

Vecinos de la zona han denunciado ataques y amenazas de dos «familias conflictivas»

El Correo, 03-08-2006

La llegada de dos familias «conflictivas» al barrio de Santa Juliana, en Abanto, ha dado al traste con la habitual tranquilidad del enclave. Desde su desembarco, los vecinos de la zona han tenido que soportar amenazas y agresiones. «Han venido a imponer su ley y eso no lo vamos a consentir», explica el alcalde en funciones de la localidad minera, Benito Martínez. De hecho, el Ayuntamiento ha decidido tomar cartas en el asunto y se ha puesto en contacto con la Ertzaintza con el objetivo de que la Policía autónoma redoble la vigilancia. A partir de ahora, los agentes visitarán el barrio cuatro veces por turno, es decir, cada dos horas, «para asegurarse de que todo está en orden». La Policía local también intensificará su presencia en la zona. Los efectivos municipales se encargarán de controlar la entrada y salida de vehículos.

Fue en el mes de junio cuando una treintena de personas de etnia gitana arribaron a Santa Juliana procedentes de Barakaldo. Tras comprar una casa y alquilar otra, se instalaron en las viviendas. Entonces empezaron los problemas de convivencia con el resto de residentes del barrio. «Su intención fue hacerse dueños y señores del lugar», indica Martínez. Por ejemplo, en el control de las zonas de parking. Las fuertes pendientes y las calles estrechas no dejan grandes áreas para estacionar los vehículos, por lo que los nuevos residentes han amenazado en reiteradas ocasiones a aquellos conductores que encontraban una parcela para aparcar. Según recuerda el primer edil, «un hombre le llegó a decir a un vecino: si dejas ahí el coche, lo quemaremos o lo rayaremos, tú verás lo que haces».

Pero el episodio más grave se registró el pasado jueves, cuando cuatro mujeres agredieron a una residente y la tiraron al suelo. Tras presentar una denuncia ante la Policía local, varios habitantes de Santa Juliana acudieron al Ayuntamiento para trasladar su preocupación. Lo cierto es que el barrio ya había sido testigo de «incidentes menores provocados por otras familias, pero nunca habían llegado a estos extremos», indica el máximo regidor.

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