La cineasta Iratxe Fresneda (Arrigorriaga, 1974) cierra con ‘Tetuán’ la Trilogía del Registro que abrió en 2016 con ‘Irrintziaren Oiartzunak’ y continuó dos años después con ‘Lurralde Hotzak’. La cinta, que se proyecta mañana en el Festival de Cine y Derechos Humanos, plantea el reto de desmontar «el concepto abstracto de la migración y el rostro amorfo del migrante» para relatar tres historias de desarraigo: el saharahui Mohamed Iacob, la rumana Irina Conca y el propio padre de la directora, rescatado para el presente a través de recuerdos, cartas e imágenes de archivo, ponen el rostro a otras tantas vidas difíciles, aunque no exentas de luz.

Tetuán llega el martes a Donostia tras pasar por el Festival de Cine de Gijón, el Zinebi bilbaíno y el certamen de cine español de Nantes. Tras una primera parte centrada en la figura de Carmelo Fresneda, verdadero germen de la película que sirve a la realizadora para poner sobre la mesa el punto de vista desde el que filma, el documental da paso a las historias de Mohamed, saharahui formado en Cuba, residente en Bizkaia, con familia en los campamentos del Tinduf y desarraigado por partida doble, e Irina, la joven rumana llegada desde las orillas de Danubio a Euskadi tras los pasos de su padre

PROGRAMACIÓN DEL MARTES 25
A las 16.30 ‘The Golden Thread’, de Nishtha Jain. Teatro Victoria Eugenia. Hindi y Bengalí, con subtítulos en euskera e inglés.

A las 19.00 ‘Tetuán’, de Iratxe Fresneda. Teatro Victoria Eugenia. Euskera, castellano, árabe, rumano, con subtítulos en castellano.

Entradas 5 euros. En la web del Festival y en la taquilla del teatro.

Hay en esta tercera película de Fresneda una intención deliberada a aproximar la forma narrativa al espectador tras dos películas con una propuesta más radical «para hacer más sencillo y el visionado y acercarnos a todo tipo de públicos», según explicó Freneda durante la presentación de ‘Tetuán’, en la que estuvo acompañada por el director del Festival, Josemi Beltrán, la productora Gentzane Martínez de Osaba y quien hiciera de fixer durante el rodaje en el Tinduf, Budbuba Abdelfatah Ubi. En el caso de este último, en su primera y única experiencia cinematográfica.

Tal y como señaló Beltrán y explicó la propia directora, a pesar de las asperezas que suele acompañar los acercamientos al fenómeno de la migración, «queríamos dar otro tipo de tratamiento al tema, sin caer en lo estereotipado para mostrar que, por duras que sean estas vidas, existen también la dignidad y la luz».

Rodada en Marruecos, Francia, Sáhara, Madrid, Almería, Rumanía y el País Vasco, la película funciona a modo de ‘road movie’ en la que se cruza también el periplo vital de la escritora, filósofa y periodista Annemarie Schwarzenbach, muerta en 1942 tras exprimir una existencia tan privilegiada como enfrentada a las convenciones.

En ese combate por dotar de rostro a un fenómeno tan difuso como el de la migración, la apuesta de Fresneda pasó por generar «espacios de convivencia» hasta hacer que «la cámara fuera invisible». Así sucede en escenas como la del reencuentro de Irina con su familia en Rumania o la propia estancia de Mohamed en el campamento saharaui en el que sueña con abrir un laboratorio de análisis, sin conseguirlo. Por aquello, tal y como deja constancia la cámara, es un depósito «de vidas varadas. Hay una juventud atrapada en una especie de limbo y esa situación nos atrapó a todos», explicó Iratxe Fresneda.

La realizadora recordó que «el ser humano se ha movido siempre. Hay una falta de empatía hacia el ‘otro’ que tenemos que desarrollar. Se trata de vernos reflejados en los demás» porque, concluyó, la migración «nos parece mal cuando son otros los que la ejercen y bien cuando es a nosotros a quienes nos toca» salir de nuestra tierra de origen. La película se proyecta mañana, a las 19.00 horas, en el Teatro Victoria Eugenia.