Braverman, la ministra 'cruella' que asusta al reino

Perfil · La titular de Interior en el Reino Unido, una euroescéptica radical, intentará acabar con la llegada de inmigrantes en botes neumáticos con una polémica ley que permite expulsarlos a Ruanda. Habla de ellos como una «invasión» o una «plaga»

Diario Vasco, Iñigo Gurruchaga Iñigo Gurruchaga, 20-03-2023

«En una fría mañana de febrero de 1968, un joven que no había cumplido 21 salió de su avión en el aeropuerto de Heathrow, guardando nervioso su billete sólo de ida desde Kenia. No tenía familia ni amigos y se aferraba a su más valiosa posesión, su pasaporte británico… Mi madre fue reclutada por el Servicio Nacional de Salud en Mauricio, cuando tenía 18 años. Ha cumplido 45 de servicio este año».

Con esa descripción de sus padres comenzó Suella Braverman su discurso inaugural en la Cámara de los Comunes, el 1 de junio de 2015. El ritual parlamentario exige a los elegidos por primera vez que mencionen al orador precedente y la precoz conservadora, que tenía 35 años, aseguró que sentía «una humildad real» por hablar tras el diputado Jeremy Corbyn, el más izquierdista de la Cámara.

Corbyn es ahora un diputado independiente tras su expulsión del grupo parlamentario laborista, acusado de antisemitismo, y Suella Braverman es ministra de Interior. Ha logrado esta semana que su proyecto de ley para erradicar la llegada de inmigrantes en botes neumáticos que cruzan el canal de la Mancha pase a la siguiente fase de tramitación parlamentaria, al análisis de cada artículo.

Su proyecto de ley cumple una de las cinco promesas del primer ministro Rishi Sunak a los electores británicos: «detener y expulsar rápidamente a quienes llegan a este país ilegalmente». Según la ley internacional, solicitantes de refugio pueden cruzar las fronteras sin cometer delito, pero es ilegal entrar en el Reino Unido en un bote sin informar a las aduanas, sin permiso especial o visado.

Los poderes que quiere el Gobierno son crueles, según la oposición. Aunque la gran mayoría de solicitantes de asilo ahora lo obtienen, los que lleguen tras la aprobación de la ley serán detenidos y en 28 días identificados y expulsados a otro país. Salvo que tengan menos de 18 años, padezcan trastornos médicos o corran un riesgo real de sufrir daños graves e irreversibles si son expulsados.

Braverman ha dicho que «sueña» con el primer vuelo de ‘ilegales’ a Ruanda, el país africano con el que el Gobierno británico ha negociado un acuerdo para acoger a los deportados. Ha descrito el flujo de inmigrantes como una «invasión» o una «plaga». Afirma que hay 100 millones de personas en el mundo con derecho a protección y «vienen hacia aquí». Es la cifra mundial de desplazados, según la ONU.

Hija única de padres de origen indio y africano, Sue Ellen Cassiana Fernandes creció en el noroeste de Londres. El padre estudió Políticas en su tiempo libre y la madre fue concejal del Ayuntamiento de Brent. La primera aparición de la ministra en la prensa británica fue una entrevista en ‘The Guardian’, en 2003. Tenía 23 años, y hacía campaña para su madre en la elección para sustituir al diputado local.

Crecida en una familia politizada, se licenció en Derecho en la Universidad de Cambridge y estudió un máster en ley comunitaria y francesa en la Sorbona, en el programa Erasmus. Logró también la titulación para ejercer en el Estado de Nueva York, pero trabajó en Londres antes de ser elegida, en 2015, diputada de Fareham, una circunscripción conservadora en la costa sur de Inglaterra.

Entrar en el Parlamento británico tras siete años de austeridad que aún lastran al país y a un año de la celebración del referéndum sobre la Unión Europea es una gran fortuna para los amantes de emociones fuertes. La novata Fernandes, que cambiaría su apellido a Braverman al contraer matrimonio, entró en el torbellino con moderación.

La conservadora Suella Braverman, de padres de origen indio y africano, aspira ser primera ministra
En sus intervenciones parlamentarias mostró interés por la educación, por la inmigración y cuestiones de orden público, y progresó rápidamente en el grupo parlamentario. Se convirtió en la vicepresidenta del Grupo de Investigación Europea, la facción de los euroescépticos radicales, que coordinaba su estrategia para que su triunfo en el referéndum no fuese burlado.

Con una mayoría de 17 escaños, Theresa May necesitaba sus votos. Había prometido iniciar la negociación del Brexit en marzo de 2017. Pero la oposición y su partido le exigían que definiese antes sus objetivos. El 20 de noviembre de 2016, Braverman encabezó una carta pública de 60 conservadores, exigiendo abandonar el mercado común y la unión aduanera. La primera ministra anunció en enero esos mismos objetivos.

Ascendida en el caos
Dos años más tarde, May presentó al Parlamento la tercera versión de su acuerdo para retirarse de la UE y resolver el enredo Irlanda del Norte. La primera ministra negociaba apoyos con laboristas y correligionarios. Johnson y otros ‘brexiters’ votaron en favor del plan. Cuando Braverman descubrió que el más duro de ellos, Steve Baker, también consideraba el ‘sí’, ella lo calificó de «repugnante». La marea regresó hacia el ‘no’.

Johnson le nombró Abogada General, asesora legal de la Corona y del Gobierno. Comentaristas en asuntos legales expresaron asombro y condena por sus intervenciones públicas en casos abiertos, por dar el visto bueno al proyecto de ley que quebraba el tratado de retirada de la UE. En el caos de septiembre, fue ascendida a ministra de Interior, dimitida o despedida por Truss, renombrada por Sunak.

Emerge fuerte de la vorágine. Quiere ser primera ministra como culminación de unas vidas ejemplares. Dos padres que se benefician del imperio británico y se dedican a su hija cuando se juntan en la metrópoli. Ella no sufre marginaciones en una sociedad tan tolerante y, al frente de uno de los grandes ministerios, resuelve el espinoso problema de la inmigración descontrolada. La historia puede encantar a los votantes conservadores.

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