Migrantes en Chios

«Lloraba de impotencia al atender a los refugiados»

La enfermera Edurne Ollaquindia y la médica Viki Clarademunt han viajado durante varios años al campamento de migrantes en la isla griega de Chios

Diario Vasco, Ander Balanzategi, 16-03-2023

«Ves a los refugiados en condiciones tan duras que acabas llorando de la impotencia porque no tienes suficientes herramientas para ayudarles». Esas lágrimas caían de los ojos de la enfermera Edurne Ollaquindia, que acudió el mes pasado al campamento de atención a migrantes de Chios, en Grecia. Esas instalaciones se han quedado ahora sin voluntarios, ya que tras siete años de cooperación y ayuda humanitaria, el gobierno heleno ha expulsado a la ONG Salvamento Marítimo Humanitario de la zona. De todas formas, Viki Clarademunt, médica y coordinadora de la organización, tiene claro que «nuestro compromiso con las personas en tránsito continúa y buscaremos asentarnos en Atenas».

La primera vez que Ollaquindia viajó a la isla de Chios la situación era muy diferente a la actual. Era principios del 2020, todavía no habían saltado todas las alarmas por el coronavirus y en el campo de refugiados se resguardaban 8.000 personas en un espacio habilitado para 1.000. «Atendíamos a muchas mujeres violadas, personas con mordiscos y arañazos de ratones, enfermedades psiquiátricas y mucha sarna», recuerda la enfermera. Aquellos campos se convertían un barrizal con la lluvia y se «podía ver de todo». Las enfermedades que afectan a la piel eran y son las más frecuentes para las personas que llegan a Chios. «No se pueden duchar en mucho tiempo ni mantener una higiene mínima. Si a eso le sumamos que la sarna es muy contagiosa los casos se disparan», explica Ollaquindia.

«He visto mujeres violadas, heridas producidas por mordiscos y arañazos de ratones y mucha sarna»
Edurne Ollaquindia

Enfermera voluntaria

Esta enfermera vivió su experiencia más impactante al poco tiempo de llegar por primera vez a tierras griegas. «Fue un aborto que le practicamos a una mujer que había sido violada, es duro recordarlo», comenta. También se le han quedado marcadas algunas vivencias con personas que arrastraban problemas psicológicos, muchos de ellos derivados por la travesía desde sus países de origen. «Me acuerdo de un hombre africano que vio cómo mataban a toda su familia. El se escondió y presenció el asesinato de cada miembro. Esa gente llega muy tocada», señala. Canalizar esas experiencias es complicado y Ollaquindia admite que rompía a llorar al atender a esas personas bajo aquellos contextos. Duele tener «tan pocas herramientas para ayudarles».

La última visita a Chios, en febrero, fue menos traumática, porque en el campamento de refugiados «solo había 400 personas». De esta forma, se podían repartir mejor el trabajo entre los médicos y enfermeras que estaban sobre el terreno. A Ollaquindia lo que más le han sorprendido son los niños, que «aunque sufren esas situación tan dura, son capaces de adaptarse mejor». A pesar de tener grandes necesidades, «no son capaces de ver bien la realidad que tienen sobre sus ojos y aceptan lo que está viviendo sin grandes quejas».

«Tres días sin agua ni comida»
En los últimos años, la médica Viki Clarademunt ha sido la coordinadora del proyecto de Salvamento Marítimo Humanitario de asistencia sanitaria en el campamento de personas refugiadas de la isla griega de Chios. La última vez que la médica estuvo allí fue en febrero y entró al límite en la isla. «Fuimos las últimas en llegar, después el gobierno griego cerró el paso a los voluntarios», explica. En aquella isla, a tan solo 11 kilómetros de la costa turca, los refugiados se embarcan en un viaje de cuatro horas a merced de las peligrosas corrientes. «Si los atrapan los barcos griegos les quitan sus pertenencias, los meten en unos botes sin motor y en aguas turcas son recogidos y devueltos a sus países», señala. Por contrario, si logran llegar a la isla, «corren a los bosques y se esconden durante tres días sin agua y sin comida hasta llegar al campamento y ponerse a salvo», aclara Clarademunt.

«En Atenas hay unos 30.000 refugiados viviendo en la calle a la espera de que les concedan asilo»
Viki Clarademunt

Coordinadora de SMH en Chios

El Gobierno griego no dejará que Salvamento Marítimo vuelva a actuar en Chios, pero si lo podrá hacer en otras zonas del país heleno. Clarademunt subraya que su «compromiso con las personas en tránsito continúa» y por ello esperan colocar un campamento o instalaciones en Atenas, aunque admiten que todavía «está verde». «Los migrantes que salen de las islas acuden a la capital para pedir asilo, pero a muchos se les deniega y quedan desamparados», explica. Esto provoca que muchos de ellos se queden en la calle sin poder trabajar ni resguardarse bajo un techo. «Hay más de 30.000 refugiados en Atenas y tenemos en qué trabajar para ayudarles».

Grecia expulsa a Salvamento Marítimo de Chios
El Gobierno griego ha suspendido la actividad de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario en el campamento de personas refugiadas de Chios, donde ofrecían asistencia sanitaria. La organización ha trabajado desde el 2016 en la isla atendiendo a personas migrantes, por donde han pasado más de 400 voluntarios. Ayer denunciaron que la orden del Gobierno griego «deja desamparadas a miles de personas que llegan desde el mar en situaciones críticas». Además, critican que el campamento se puede convertir en «un campo de deportaciones». Un duro golpe que se suma a las trabas que ya tienen por parte del Gobierno italiano para que el Aita Mari opere en el Mediterráneo.

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