Tiempode valientes
Las Provincias, 30-07-2006El otro día vio
Tiempo de valientes
. Qué buena, por favor. Se la recomienda encarecidamente. Es una película argentina de Damián Szifron. Sin pretensiones. Una comedia en la que personas corrientes, como usted o como ella, se enfrentan a situaciones increíbles. La diferencia es que se comportan como auténticos héroes.
En la vida real hay pocas oportunidades para comportarse como nuestra madre nos educó. Y menos para que se sienta orgullosa. Pocas oportunidades para ser íntegra, honrada y buena persona. Y así nos luce el pelo.
En una época del sálvese quien pueda, se admira el pillaje, el pelotazo, la vía rápida. Siempre que a uno no le detengan, claro. Eso para los menos, porque los más, los curritos, estamos con la furia y la protesta agazapada. En la garganta. No sea que al toser se nos escape una palabra más alta que otra y acabemos de patitas en la calle. Bendita reforma.
Y ella está enfadada. Está enfadada consigo misma. De sentirse un ratón asustado. Y de estar midiendo cada palabra de este artículo porque no le pagan lo suficiente. No es valiente como los personajes de Diego Peretti y Luis Luque. Ya nadie lo es. Por eso, lee en los periódicos que una mujer estuvo luchando treinta eternos minutos con su violador sin que nadie actúe. En plena calle. O que ni dios mueva un músculo en una playa atestada para socorrer a una niña atacada por un pez. Lo hizo quien más tenía que perder. Un inmigrante de Senegal. Que no tenía papeles. Y que reaccionó siguiendo su instinto. Cuando la niña estuvo a salvo, desapareció sin dejar rastro.
Este hecho, que se ha querido ver heroico, le ha cambiado la vida a Alou. Un Alou que, en breve, tendrá sus papeles en regla. Y un trabajo. Un caso sin precedentes en Alicante. Al menos por su celeridad.
Los medios han convertido a Alou en un mono de feria. El negrito bueno. El héroe. Se presta a las fotos y a las entrevistas con su sonrisa amabilísima y sus ojos agradecidos. No puede creerse la suerte que ha tenido. Por un sólo gesto. Por nuestro aletargamiento. Por ese miedo que nos paraliza. Alou es un héroe. Pero cuántos Alou llegan cada día a nuestras costas jugándose la vida de sus familias y la suya propia. Él ha tenido la suerte que a todos ellos les negamos.
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