La fundación Begirune ha presentado este viernes los resultados del estudio encargado por el Ayuntamiento de Irun sobre las personas migrantes que pasan por la localidad. El delegado de Bienestar Social, David Nuño, ha explicado que se trata de una realidad que se hizo muy patente en la comarca del Bidasoa en 2018, «cuando se produjo un cambio del flujo migratorio. Empezamos a encontrarnos con personas en la ciudad y nos dimos cuenta del déficit de recursos y atención que existía».

En ese contexto, los «movimientos ciudadanos y las instituciones empezaron a moverse» y «desde la delegación de Bienestar Social nos encontramos con el reto de dar la cobertura necesaria y visualizar el problema, un aspecto importante para conseguir la implicación de instituciones y la ciudanía».

David Nuño ha echado la vista atrás hasta marzo de 2021, cuando se produjo «uno de los picos más importantes en la comarca y el municipio se volcó plenamente. Cedimos al Gobierno Vasco el albergue de peregrinos y dimos todo el apoyo y colaboración que pudimos en ese momento, aun sabiendo que no es nuestra competencia directa la asistencia de la migración. A pesar de eso, es una situación que sucede en nuestra ciudad y no podemos mirar a un lado».

Metodología y perfil
José Antonio Oleaga, de Begirune, ha apuntado que «el Ayuntamiento de Irun tenía mucho interés en conocer la realidad de las personas migrantes, pensando en el plan de convivencia que lleva a cabo. Una de las piezas que le faltaba era la información sobre estas personas».

Respecto a la metodología, «se han encuestado a 240 personas que han transitado por el municipio, se han accedido a fuentes de datos secundarias como las de Cruz Roja o Irungo Harrera Sarean y se han llevado a cabo entrevistas con personal técnico del Ayuntamiento, el centro Zubia, Cáritas o Policía Local, entre otros».

Lucía Rodríguez ha sido la encargada de ofrecer los detalles de una investigación que se realizó entre octubre y noviembre del año pasado. Ha señalado que en Irun actualmente «hay buena coordinación y comunicación entre los tres recursos (Hilanderas, Harrera Sarean y Zubia) y que los migrantes, a grandes rasgos, »no encuentran necesidades descubiertas« a su paso por Irun.

Sobre el perfil de las personas cuantificadas que llegan a Irun, el 80% son hombres y el 20% mujeres , de los que un 5% son niños acompañados. La edad ronda entre los 25 y los 28 años y el origen principal es África Occidental, especialmente Mali y Guinea-Conakry.

En general los tránsitos son muy rápidos y la estancia en Irun, «muy corta y tranquila», no supera los 2 o 3 días. «No ha habido grandes problemas entre las personas entrevistadas, aunque ese momento de calma es muy dependiente de las decisiones fronterizas que toma Francia».

Lucía Rodríguez ha hecho un paréntesis para hablar de las personas que no están contabilizadas. «No podemos dar un estimación pero hay personas que por varias razones se quedan fuera de los datos. Intuimos que gran parte son de un colectivo invisibilizado como el magrebí».

La analista de Begirune ha apuntado que « la comunidad marroquí lleva asentada en Irun mucho tiempo. Muchas de estas personas se quedan con familiares y amigos y no necesitan recursos institucionales». Otra razón, «más preocupante, es la correlación existente entre las personas magrebíes y las que no tienen documentación. Un requisito para entrar en los albergues es tener documentación».