Una banda roba piezas de cobre en una fábrica de tubos de Zaratamo desde hace medio año

Los ladrones saltan la valla a plena luz del día y sustraen bloques de hasta 20 kilos

El Correo, 30-07-2006

Entran «por la tarde o por la noche, da igual». Los operarios sufren desde hace más de medio año los robos y amenazas de una banda de ladrones que, «de forma ya habitual», saltan la valla de la fábrica de tubos donde trabajan y cargan todo el material de cobre que pueden sustraer en una furgoneta, con la que se dan a la fuga con total impunidad. Algunos trabajadores de esta empresa afincada en Zaratamo, junto a la carretera BI – 3714 y las vías de Eusko Tren – en el límite con Galdakao y Basauri – han visto en más de una ocasión cómo cargan con grandes piezas, «de hasta más de 20 kilos, recién salidas del horno y aún calientes» y las tiran por encima de la valla a las vías del tren.

Según la Ertzaintza, su ‘modus operandi’ es siempre el mismo. Aparcan la furgoneta junto a las vías, saltan la valla o entran directamente por una de las dos puertas de las instalaciones. Si hay algún operario que les ve acceder al recinto, le amenazan. Según relata uno de ellos, les intimidan con frases como, «como digas algo, te espero fuera». Acto seguido, «arramplan» con todo lo que tienen a mano, normalmente piezas que ya no sirven y que están almacenadas para fundirlas de nuevo.

En ocasiones, roban hasta dos veces al día y ni siquiera esperan a que se haga de noche. El botín es goloso, «el cobre está al mismo precio casi que la plata», señaló un operario, y lo pueden vender a los chatarreros. En la empresa afectada, Outokumpu Copper Tubes S.A., ya no saben qué hacer.

Más seguridad

El pasado 5 de marzo, una patrulla de la Ertzaintza, alertada por la compañía, les interceptó ‘in fraganti’ cuando robaban varias piezas. Los agentes les siguieron mientras intentaban darse a la fuga por los interminables tejados de la fábrica. Al llegar a las vías del tren, les dieron alcance y pudieron detenerles. En aquella ocasión, fueron arrestadas cinco personas, una de ellas menor de edad, y de etnia gitana. Hoy en día se encuentran en libertad y a espera de juicio.

La propia Ertzaintza reconoció que no puede hacer nada. Y la empresa, desesperada, ha contratado un segundo guarda de seguridad que custodia los accesos a la fábrica con perros y ha aumentado la altura de las rejas. Pero los robos continúan.

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