YA HAY INMIGRANTES MILLONARIOS
EL VENDEDOR DE PERFUMES CON UNA FORTUNA DE 40 MILLONES
El Mundo, 30-07-2006«El número de extranjeros empadronados se sitúa en 3,88 millones, lo que supone el 8,7% del total de la población española» [Extraído del informe del INE, publicado el pasado martes] LALO DASWANI. El hermano segundo de los Daswani partió hacía España como un esclavo. Unas liras italianas en los bolsillos.Poca ropa. Antes de su partida no había dormido de la emoción.Salió de Bombay el 18 de enero de 1969. Durante los 23 días de viaje, las tempestades lo hicieron vomitar toda la comida que le daban. No era mucha y era asquerosa, además. Bajó entre cinco y nueve kilos en la travesía. Sólo bebió agua. Llegaba a un lugar donde su vida sería mejor que en La India. De eso estaba seguro.Y de que nadie le regalaría nada. Su única consigna era no ser más una carga para sus padres y devolverle pronto las liras que le enviaron; habían empeñado la mitad de sus bienes para eso.«España es un carnaval, la gente es buena», pensaba inocentemente con 17 años.
Compartía su camarote con cuatro personas. A veces, creía que moriría en el barco. Se encogía de hombros y miraba las olas rompiendo en los cristales. Era invierno y el frío hacía estragos.Tuberculosis, neumonía y pulmonía eran males comunes. Llegó a Las Palmas en un estado calamitoso. Como un cadáver a la espera de la extrema unción. Los ojos hundidos como de sapo. «Pero tenía muchos sueños que cumplir, no era el momento de rendirse».
¿QUIERES UN FERRARI?
Su sobrino Raju Daswani, gerente de Perfumerías Sabina, me recoge en el aeropuerto de Las Palmas. Más de 37 años después. Ahora el hermano segundo de los Daswani es una persona inaccesible.Su cadena de perfumerías es la más importante de Canarias. Facturará este año entre 23 y 26 millones de euros y su empresa crece a un ritmo del 15% anual. Su patrimonio no está estimado con exactitud, pero supera los 40 millones de euros. Raju mantiene la cordialidad de su tío y la generosidad hacia los amigos.
- ¿Cómo te vas a mover por la isla? – pregunta Raju.
- Lo normal, alquilaré un coche o tomaré taxis.
- No lo puedo permitir. Eres nuestro invitado. Qué tal te va un Ferrari…
Raju aceptó la negativa con ciertas reticencias y cambiamos de tema pronto. Éste es el nuevo mundo de los Daswani. Tienen 21 locales en todas las islas. Su red empresarial llega a la Península, toda Europa, Dubai y Norteamérica. Hoy el adolescente indio que llegó con 17 años a Canarias forma parte del 8,7% de inmigrantes que residen en España (3,88 millones de personas) y el 11.7% que existe en Canarias (225.000 personas, según el avance del padrón municipal que el INE hizo público esta semana). A pesar de que sólo hay 19.526 indios en el país, también, según un estudio de este año de Capgemini/Merrill Lynch, este hombre es uno de los 148.600 millonarios que existen en España e integrante del selecto grupo de 1.500 supermillonarios. El dorado español es suyo y huele bien.
El hermano segundo de los Daswani adoptó el nombre de Lalo. Sus dueños eran indios como él. Se quedaron con sus documentos. Él llevaba bien escondido su dinero y lo libró de la requisa inicial.Le tocaba trabajar en un bazar vendiendo. Dependiendo del humor de sus dueños recibía gritos o no le daban de comer. O ambas cosas.
Cuando le comenzaron a pagar, decidió ahorrarlo todo. «Sabía que tenían la obligación de hacerlo porque esto no era La India».Lo que le daban era sólo para comer. 60 pesetas para el almuerzo, 40 para la cena. «A veces venía una mujer española y nos daba un bocadillo o 10 pesetas para que nos lo comprásemos». Su habilidad y su carisma llenaban el local de clientes. Aprendió español rápido. Dormía en un cuarto de tres metros, compartido con dos personas más. Sólo tres horas al día, era lo que le permitían.
Tres años resistió y decidió huir. Exigió un finiquito. Temerosos de que los denunciara, los hombres que hasta ese día habían sido sus dueños le dieron 40.000 pesetas. Lalo Daswani supo que estaba en un país distinto y que las únicas barreras que había tenido eran mentales.
Se fue a Tenerife. Puso su primera tienda. Un local de 20 metros donde los productos tenían que estar en el suelo. Se gastó sus ahorros y todo su finiquito en esa apuesta. Sus sueños dependían de la venta de jabón, casetes, sobres de cartas y, el boom del momento, unos mecheros que tenían música incorporada. Antes de la hora en que tenía pensado cerrar, había duplicado el dinero que había invertido y ya no tenía productos. Se echó en el suelo.No logró dormir. Sólo quería que fuera de día y poder ir temprano a comprar más productos. Tenía los ojos abiertos como de sapo, atentos a las sombras de la noche.
EL PATRIARCA LALO
Fue comprando aparatos electrónicos baratos. «Se vendían y se vendían; pero fallaban siempre». Eso no impedía que siguieran comprándole. Inexplicable pero real. «Decidí que eso no era lo mío. No podía mentir más». Decidió acudir a un banco por primera vez para obtener el capital para cambiar de rumbo. Quería poner una perfumería. «Era bonito, el precio era fijo y no había que mentir». Se presentó frente al director de la oficina. Expuso su problema y sus necesidades. Finalmente le denegaron el préstamo.«Fue una enorme frustración porque retrasó mis planes. No podía comenzar mi siguiente aventura. Prometí que nunca más iría a un banco». Ahora son los bancos los que van a él.
Lalo Daswani, antes de abrir, mira por el sistema de seguridad de casa. Saluda con cortesía. Es algo huraño. Nos recibe en pantalones cortos, una camiseta sencilla y chancletas. Su sobrino lo saluda como a un maestro y lo despide como a un padre. Es el patriarca y el líder familiar. Su enorme casa de 2.200 metros cuadrados queda en un selecto barrio al sur de Gran Canaria. En cada uno de sus tres salones tiene pequeños detalles de La India. Hay fotos de sus tres hijos – Sabina, Tania y Borja – por todas las habitaciones. Ninguna foto de su niñez, ni de sus inicios se expone. En un álbum antiguo, en el fondo de un cajón, tiene un retrato suyo en su primera tienda. Es joven, está hablando por teléfono cerrando un negocio. A su espalda hay distintos tipos de rollos de cámara y en un aparador bajo llave tiene relojes despertadores. La barba de dos días le da el aspecto desaliñado de un tipo que no tiene tiempo. «Nunca tenía tiempo, todo era trabajo y trabajo, en esa época no existían vacaciones. Ahora me puedo tomar tres meses al año», dice mientras camina hacía el dormitorio principal.
Sobre su mesa tiene un espléndido Rolex de oro. Está al lado de la fotografía de su boda. Fue en 1973, el mismo año en que fundó su primera perfumería. La llamó Sabina. «Me gustaba el nombre y era muy español». Se casó con la chica que siempre lo había ayudado. Ella era una canaria de 16 años y él ya tenía 22. La ceremonia fue sencilla. Rompió la tradición india del arreglo entre las familias basado en intereses puramente económicos.En esos años, aún se mantenía la costumbre de que los padres escogían la pareja de su hijo o de su hija, teniendo en cuenta una serie de características: casta, belleza, defectos físicos, los signos astrológicos y el nivel económico. Ellos no siguieron esa ecuación y aún permanecen juntos.
TRATO CON DIOR
El futuro de su perfumería dependía de poder acceder a las marcas de lujo. Eso lo sabía Lalo y notó el halo del fracaso. Hasta que hizo una cita con el representante de Dior en España. No llegó. Se enteró del lugar donde estaba su hotel. Se puso su mejor traje. Lo persiguió hasta que lo encontró en la puerta.Le dijo: «Esperaré hasta que pueda atenderme». La cita fue corta y cordial. «No sé qué vio. No estaba desesperado pero tenía determinación.Probablemente ese hombre confió más en mí que lo que yo hubiera hecho si hubiera estado en su lugar». Firmó convenios con todas las marcas exclusivas muy pronto. Era el inicio de la caída de las piezas del dominó de su éxito. Actualmente maneja 17.000 productos de alta perfumería y 400 marcas de lujo.
Junto a la piscina de 15 metros tiene un altar dedicado a divinidades indias. Reza cotidianamente. Agradece su suerte. Dirige el grupo empresarial que formó con sus cuatro hermanos: 21 tiendas y el supermercado Welcome, el crecimiento de la pequeña tienda de 20 m2. Está a la espera de una buena oferta para comprar una cadena en la Península, su próximo foco de expansión. En las islas sus compatriotas, siguiendo su hito, son los amos y señores de la venta de perfumes. Cadenas como Perfumerías Europa, Fund Grube y Douglas son de familias indias también. Su poder es tal que ninguna gran cadena ha logrado penetrar en Canarias. «No pueden competir con nosotros».
Se detiene frente al cuarto de su hijo pequeño, Borja, de 14 años, su heredero. Su último pedido ha sido un reloj Cartier que el buen Lalo le comprará. Él es austero para sí, pero cede a todos los caprichos de sus hijos. Ya tiene pensado en comprarle un Porsche para cuando cumpla la mayoría de edad. «Yo que no tuve nada, ahora no les puedo negar. Para cuando muera esa será mi mayor satisfacción». La diferencia de la austeridad que rondó en su generación y la vida de sus hijos – y sobrinos – es absolutamente distinta. No sólo en el ámbito del luxe, también en la educación.Los que están en edad escolar están en los mejores colegios.Su hija Tania estudia en Londres. Su sobrino Raju estudió Marketing en Johnson and Walles [ha heredado el talento por las ventas del tío y nunca para de hablar por teléfono; cierra acuerdos y tratos de miles de euros con una facilidad pasmosa]. Aún mantienen las costumbres. Raju en su reciente boda con una india nacida en Canadá hizo una fiesta de 10.000 invitados que duró 5 días; como cita la costumbre de los Sindhi.
Los Sindhi son una casta de comerciantes. El 90% de personas que administran un comercio en España son parte de ese grupo.Es también una de las lenguas oficiales de La India. En el mundo la hablan más de 50 millones de personas. Lalo se expresa a la perfección; no lo olvida. «Es mi nexo con mi antiguo mundo».Su emporio está en plena fase de expansión. Su antiguo local, al lado de una gasolinera, se les ha quedado pequeño. El Daswani Business Center está en proceso de construcción. «En la fachada será como un enorme Taj Mahal». Un templo de 8.500 metros cuadrados, 4 plantas, ubicado en el Polígono Industrial El Tablero. «Es fundamental para definir nuestro futuro»
La respiración de Lalo es agitada. Padece apnea del sueño. Cuando tiene una obstrucción en las vías nasales se duerme de repente, donde esté. Ya ha sufrido una operación. Sirve comida agridulce y picante. La charla se hace en su cocina blanca de 50 metros cuadrados. Muestra orgullo por sus casi 200 empleados con salario digno y contrato fijo. Por sus tiendas impecables que nadie imagina propiedad de un inmigrante indio. «Nadie imagina quién soy porque no presumo de nada. Varias veces, en la calle, algunos muchachos españoles me han gritado: indio muerto de hambre. No respondo, no tengo derecho. Éste es el país que me ha dado todo. Una oportunidad.Sólo les doy la espalda y sigo en mi dirección». Sin dejar de moverse, promete responder a todas las preguntas. La mesa está llena de comida. La entrevista empieza. «Cuando llegué, llegué como un esclavo…»
SU ENORME CASA. Tiene 2.200 metros cuadrados y está situada en un selecto barrio al sur de Gran Canaria. En la piscina tiene un altar.
LAS TIENDAS DEL INDIO. Los Daswani tienen 21 locales como éste repartidos por Canarias.
PRIMER NEGOCIO. Un joven Lalo Daswani atiende el teléfono en su primera tienda, de sólo 20 metros.
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