DENUNCIA / ABUSO EN LOS CAPUCHINOS

FIESTA CON PIZZA Y EXTRANJERAS

El Mundo, 30-07-2006

LA FOTO de mala calidad, tomada con un móvil, forma parte de la denuncia contra varios policías del turno de noche. La custodia de inmigrantes acababa en presuntos abusos sexuales El agente de guardia descolgó el teléfono y marcó el número de telepizza. «Una barbacoa con doble de ternera, otra cuatro quesos y una hawaiana… Sí, grandes, y con la oferta de las bebidas…, ocho latas de cerveza… Centro de Internamiento para Extranjeros, en Capuchinos. En el antiguo cuartel. Pegar al porterillo».


Sobre la una de la madrugada llegaba el pedido, y, casi a la vez, un coche zeta de la brigada de Seguridad Ciudadana, cuyos inquilinos habían sido invitados para la ocasión. Pizzas y policías se perdieron en cuestión de segundos por el oscuro resquicio entreabierto en el portón metálico del cuartel. Se cerró el portón, color gris gestapo, de la entrada; se cerraron los postigos, del mismo color, de las ventanas de la planta superior. Y comenzó la fiesta.


El viernes el juzgado de Málaga dictaba prisión provisional para tres de los policías que, presuntamente, organizaban orgias con las internas del centro de Capuchinos. Otros tres salieron en libertad provisional. Todos niegan los hechos…


Era el turno de noche. Y ellos eran sólo unos cincuentones con bastantes tiros dados. En aquel saloncito, además de ellos mismos y de la masa, caliente, rugosa y humeante, de las pizzas, cubiertas de bacon con queso, sólo había cuatro chicas que no llegaban a los 25. En tirantes y vaqueros. Ni siquiera hablaban castellano.En unos días las jovencitas saldrían expulsadas de España hacia Ucrania, Rusia o Brasil, y todo habría pasado a la historia.Nadie les oiría – los gruesos muros les aislaban del exterior – , y, además, ellos, y sólo ellos, tenían las llaves…


Según las declaraciones de las internas, aquellas fiestas se repetían con asiduidad. El alcohol era fundamental. Willy – alias del promotor de los presuntos encuentros – y los demás componentes de ese turno lo guardaban bajo llave, en un armario del cuarto de consigna. Ya ebrios, siempre según las declaraciones de ellas, de las pizzas calientes se pasaba a las caricias y arrumacos.Aunque, según se especifica en la declaración de una de las denunciantes, no era obligatorio mantener relaciones sexuales con los policías, el fin de fiesta incluía como traca final el que los agentes se llevaran a alguna de las mozas a un cuartito separado.


En ocasiones, los agentes prescindían incluso de las separaciones, y la emprendían con las inmigrantes en la misma salita, y, según los testimonios de las denunciantes, alguna vez sin quitarse siquiera el uniforme.


«EL JEFE CALLABA…»


El jefe del turno, Joaquín, no participaba, pero sabía. Sabía y callaba, dicen ellas. No quería problemas. Y las chicas eran después recompensadas con largueza y magnanimidad a cambio de sus favores y de su silencio. En las mochilas de las inmigrantes, jóvenes sin ingresos, empleo ni formación, aparecían, de pronto, perfumes Dolce&Gabbana, perfiladores de ojos L Oréal o barras de labios de Bourjois. A los obsequios se añadía algún que otro cachete cariñoso por los pasillos y un no desdeñable trato de favor.


Por el contrario, para aquellas que no quedaban seducidas por los encantos, los galones y las pizzas de los policías, las que se negaban a colaborar con ellos, estaba reservado el insulto, la cara más amarga, el gesto más adusto y el desprecio más absoluto.Así lo cuentan las supuestas víctimas. Ellos lo niegan todo.


A las veladas, como las llamaban las internas, acudía incluso el hermano de uno de los policías de guardia. El relato de lo que pasaba entre aquellas paredes se contaba ya en los patios, en los cuartos y en el comedor en distintos idiomas.


Una de las testigos protegidas ha llegado a afirmar a la jueza Elena Sancho que, desde que llegó al Capuchinos, sabía a través de sus compañeras que algunas noches había internas que bajaban con policías «a beber, cenar y follar».


Era tal el conocimiento que entre los internos del centro existía sobre los presuntos saraos policiales que incluso se organizó un intento de fuga aprovechando que los agentes estaban ocupados en otros affaires.


La noche del 13 al 14 de julio, un grupo de inmigrantes de sexo masculino, sabedores de que aquella madrugada «había fiesta», intentaron escapar del centro. No lo consiguieron. La celebración fue interrumpida hasta que la situación quedó controlada. Pero continuó un rato más tarde en otra habitación.


Ellas narran que lejos de amedrentarse, a los cuatro días, el 18 de julio, el mismo turno de agentes organizó otra de sus fiestas.Esta vez el promotor de las veladas amenazó a las mujeres que no bajaron para que no se repitiera el intento de fuga. Seguidamente encerró a todas las rumanas en una celda con llave, según consta en las diligencias judiciales, que provocaron la detención de siete de los policías y el encarcelamiento de tres de ellos.


FOTOGRAFIAS DE MOVIL


La impunidad de que gozaban les había envalentonado, pero su pequeño harén y sus noches locas en compañía de jovencitas de Venezuela y Brasil se fue al traste cuando una de las protagonistas logró capturar con su teléfono móvil algunas instantáneas. Uno de los abogados especializados en asuntos de Extranjería escuchó el relato de lo que allí ocurría de labios de una de sus clientes y el escándalo estalló.


El letrado, que se ha personado ya en el caso en representación de dos de las inmigrantes afectadas, puso los hechos de inmediato en conocimiento de la Brigada de Extranjería, que interrogó a las internas y promovió de manera urgente la apertura de diligencias y la detención de los organizadores de los saraos, acusados de abusos sexuales y de omisión en el deber de perseguir delitos.


CRONICA ha tenido acceso a las fotografías robadas, que obran ya en poder de la jueza. En una de ellas – la no reproducida aquí – , aparecen dos de los agentes encarcelados alrededor de una mesa, uno de ellos con la camisa del uniforme abierta hasta la cintura y mirada perdida. A su lado, varias internas. Y, en medio de todos ellos, como presidiendo la reunión, unas enormes cajas de pizza. Ternera, quesos, piña, bacon, jamón… Y cervezas.Nada del otro mundo. Pero dicen que en Alhaurín de la Torre se cena bastante mal.


PIE DE FOTO TITUADA


LAS PRUEBAS


Los agentes estaban tan confiados que no repararon en que les estaban fotografiando. Todo empezaba como en la imagen, una pequeña cena, pero después…

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