La presión internacional consigue que la ayuda humanitaria llegue a Siria

Al-Assad permite la reapertura de dos nuevos pasos desde Turquía y la ONU envía su primera misión a la provincia opositora de Idlib

Diario Vasco, Mikel Ayestaran Corresponsal. Estambul, 15-02-2023

Más de una semana y decenas de miles de muertos después la ayuda internacional logra abrir dos nuevos pasos desde Turquía a Siria para asistir a las víctimas del terremoto. El Ministerio de Exteriores otomano informó de la apertura de Bab al-Salam y Bab al-Raee, cerrados desde 2020, que se suman al de Bab al-Hawa, como vías para la llegada de los convoyes de Naciones Unidas. El organismo internacional tuvo que esperar a tener la luz verde del presidente, Bashar al-Assad, y esto no sentó bien a las autoridades opositoras, que lo interpretaron como una manera de legitimar al dictador.

A Idlib, última provincia fuera del control de Damasco y donde el terremoto ha dejado al menos 3.000 muertos, han llegado camiones con ayuda de la ONU y también de Qatar y Arabia Saudí. El organismo internacional calcula que nueve millones de sirios se han visto afectados, la mayoría en esta zona opositora controlada por el brazo local de Al-Qaeda. Hasta allí llegó también por primera vez personal del Programa Mundial de Alimentos (PAM), la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y Unicef. Desde este último organismo elevaron a «más de siete millones de niños» los afectados por los terremotos en el sur de Turquía y norte de Siria, y recalcaron que tanto ellos como sus familias necesitan «desesperadamente» más apoyo. Otra de las estimaciones de la ONU es que 5,3 millones de sirios se han quedado sin hogar por el seísmo y que 900.000 personas necesitan de manera urgente comida caliente.

Mientras la ayuda comienza a llegar a la zona opositora de Siria, donde han tenido que rescatar a las víctimas con las manos por falta de medios, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, trata de recuperar la confianza de los suyos y aseguró que más de 8.000 personas han sido rescatadas de los escombros por los equipos de auxilio. Esta noticia coincidió con nuevos milagros en forma de supervivientes rescatados en ciudades como Antioquía, auténtica zona cero del terremoto. El mandatario aprovechó para agradecer a «todos los países amigos y hermanos» la ayuda prestada en esta fase de emergencia. Ahora, el país entra en la etapa de apoyo a los damnificados y para ellos distintos países, como España, han desplegado hospitales de campaña en las zonas afectadas.

Reglas más estrictas
El líder islamista fue el encargado de anunciar que la cifra de fallecidos ya superaba los 35.000 y admitió que el gran número de «edificios derrumbados recuerdan al Gobierno la necesidad de reglas de construcción más estrictas». Un centenar de constructores han sido detenidos y la lista aumenta cada día. Miles de personas han perdido sus hogares y buscan refugio en tiendas o en trenes, como ocurre en la ciudad de Osmaniye, donde más de 1.000 vecinos viven ahora en un convoy ferroviario detenido en la estación.

El terremoto ha desatado una campaña por parte de las formaciones ultranacionalistas turcas contra los refugiados sirios, a quienes acusan de robar y saquear casas en las zonas afectadas. En las redes sociales se han hecho virales hashtags como ‘no queremos sirios’, ‘los inmigrantes deben ser deportados’ o ‘ya no sois bienvenidos’. El partido de extrema derecha Zafer (Victoria) recurrió a Twitter para difundir mensajes como «los solicitantes de asilo y los inmigrantes ilegales están robando la ayuda enviada a las víctimas del terremoto. ¡Se debe dar la orden de disparar!». Antes del temblor cada vez había más críticas a la política de acogida de Erdogan y entonces acusaban a los refugiados de ser los responsables de la grave crisis económica que atraviesa el país.

En las diez provincias que sufrieron el terremoto se estima que viven casi la mitad de los 3,6 millones de refugiados llegados del país vecino, escapando de la guerra que estalló en 2011. Turquía es el país del mundo que recibió el mayor contingente. Aquí tienen permiso de trabajo y acceso a educación y servicios médicos, una situación mejor que en Jordania o Líbano. Ahora todo puede complicarse con las enormes necesidades que afronta el este del país.

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