La aparente fortaleza que ha mostrado el mercado laboral español el año pasado, con la creación de 300.000 empleos, esconde datos preocupantes respecto a su calidad y beneficio para los desempleados españoles. Según los datos de la Encuesta de Población Activa todo el empleo creado en 2022 fue a parar a manos de trabajadores inmigrantes mientras se destruían casi 5.000 empleos desempeñados por nacionales. En el caso de Euskadi, el incremento de la afiliación extranjera el último año fue del 11,42%, al sumar 8.532 cotizantes. Y en Gipuzkoa, los inmigrantes copan ya la práctica totalidad del nuevo empleo creado en 2022. Los datos apuntan a que la cifra total de afiliados a la Seguridad Social aumentó en 3.099 en nuestro territorio, de los que 2.897 fueron extranjeros, el 93%.

Se crean puestos de trabajo de baja cualificación profesional y exigua remuneración, al tiempo que cae el empleo en puestos de valor añadido como informática, comunicaciones, banca o farmacia, así como en servicios de asesoría y seguros. Este retroceso se explica como consecuencia del freno a la inversión y la congelación de operaciones corporativas. Los discursos triunfalistas no siempre se corresponden con datos como que las nuevas afiliaciones el pasado 2022 provinieron exclusivamente de mano de obra foránea. Esta tendencia apareció por primera vez en 2019, con una llamativa distorsión del mercado de trabajo captado en un 50% por mano de obra inmigrante pero, en lugar de corregirse con la creación de empleo de calidad, el fenómeno se ha ido agudizando.

Pese a ser 2022 un año de crecimiento económico, incluso por encima de las previsiones del Gobierno y las instituciones financieras, el mercado también ha expulsado a más de 100.000 autónomos. Muchos han tenido que cerrar sus negocios al no poder soportar unos gastos de producción por encima de sus ingresos. Y las perspectivas para este año son delicadas, lo que hará preciso activar medidas de protección y ayuda, no solo para los que resisten, sino también para los nuevos emprendedores. Los signos de fatiga de la oferta indican que el crecimiento económico no está comportando empleo para los parados españoles. El crecimiento no puede apoyarse en la creación de empleo público y mano de obra barata. Hay que cambiar el modelo para generar puestos de trabajo de mayor valor añadido y una buena gestión de los fondos europeos, un equilibrado pacto de rentas y una fiscalidad adecuada son elementos clave para abrir ese camino.