Ander Izagirre pedalea hoy (19.30) hasta la sala de conferencias del Centro Cultural Amaia para ofrecer una charla sobre su ‘Vuelta al país de Elkano’, un libro en el que recorre a golpe de pedal la tierra del explorador mientras narra crónicas asombrosas de hace 500 años y actuales. El autor donostiarra avanza que traerá «una selección de historias» de la obra y después «suele surgir mucha conversación con las preocupaciones y temas de cada ciudad».

– Un libro de historia en el que se aprende mucho, una guía de viajes encubierta… ¿Qué es ‘Vuelta al país de Elkano’?

– Además de esas cosas, que son partes del libro, a mí me importaba que me acompañara gente actual. Expertos en sus ámbitos o con experiencias de vida relacionadas con el País Vasco potentes, como una arqueóloga, un cocinero, unos inmigrantes o unos pescadores africanos en Ondarroa. Es una vuelta al país de los vascos geográfica y también mental, para poner patas arriba ciertos tópicos que se han contado.

– «Los vascos no fueron precisamente un pueblo de campesinos aislados, sino un pueblo de navegantes promiscuos». ¿Es ese uno de los tópicos que desea derribar?

– Si esta fue una sociedad vigorosa, es porque tuvo muchas influencias de fuera, no porque resistió o perduró. Fue muy activa y participó en muchas cosas. Buenas y malas. Bonitas y feas. Es una defensa también de la necesidad de la mezcla y de la aportación de otros.

– ¿Es el libro que ha escrito en el que mejor se lo ha pasado?

– Los de ciclismo, por ejemplo, también los he disfrutado mucho. Este es uno de los que más me ha sorprendido. He escrito sobre mi tierra, que yo creía conocer, pero en cada sitio había alguien que me aportaba otra mirada.

Perfiles de cada etapa
«Sé que hay gente que ha leído el libro y ha programado sus vacaciones para hacer el recorrido»
– Entre tantas charlas y entrevistas que contiene la obra, ¿cuál se le viene la primera a la mente?

– El detonante creo que fue precisamente en Irun, con Mertxe Urteaga y la historia de los romanos. Es la que siembra la idea de que esto no fue un pueblo cerrado, sino que estuvo abierto y mezclado desde hace 2.000 años.

– (Aviso de spoiler) En el tramo que le dedica a Irun trata el drama del río Bidasoa. ¿Sentía la necesidad de incluirlo?

– Lo tenía clarísimo porque quería hablar también de viajes del siglo XXI, y no hay viaje más importante que el de esas miles de personas que recorren el mundo buscando una vida mejor. Algunos pasan por nuestra casa y se ahogan en nuestro río. Me parecía que yo tenía que hablar con algunas de esas personas y recoger un poco su historia.

– Lakaxita, el Real Unión, el Landetxa… Los irundarras verán muchas referencias a su ciudad.

– Es la historia de unos chavales africanos que acaban jugando en el equipo del pueblo. Es lo mismo que pasaba hace 2.000 años, con un esclavo africano liberado que trabajaba en Guétary en la industria pesquera vasca. Irun es un sitio de paso de importancia continental. No podemos negar la historia y la cantidad de culturas que pasan cerca todo el rato.

– En el libro incluye los perfiles de cada etapa que ha recorrido. ¿Le ha contactado alguien para decirle que ha completado la ‘Vuelta al país de Elkano’?

– Quería acompañar el libro con un recorrido muy bien diseñado para hacer en bici. Sé que hay gente que lo ha leído, y utilizándolo de guía, ha programado sus vacaciones para completar toda la ruta. Es un plan muy bonito para siete, ocho o nueve días. Está pensado para bici gravel aunque es fácil hacerlo con variantes por asfalto. No tiene mucho misterio.

– Si le pido que me elija uno de los ocho tramos que ha diseñado, ¿Con cuál se queda?

– Con la travesía del Pirineo por Irati, el puerto de Errozate y la bajada a Saint Jean Pied de Port. Me parece de lo más salvaje, solitario y espectacular. Es una maravilla porque en muy poco tiempo, en ese tramo de Orbaizeta a Baiona, te plantas en el mar. Es una característica del País Vasco. Enseguida pasas de las cumbres a las playas.