Jóvenes extutelados enseñan a otros migrantes su lengua materna como vía para combatir la exclusión

Una treintena de jóvenes han pasado por Prollema, una entidad que los forma y pone en contacto con alumnos interesados en aprender darija (árabe marroquí), amazig o wolof.

Público, EMMA PONS VALLS@EMMPONS, 03-02-2023

Ayoub Zahraoui tiene 21 años, hace cuatro que vive en Catalunya y no tiene papeles. Los había tenido, pero no pudo renovarlos y lleva más de dos años y medio esperando la resolución de un recurso. Es una situación nada anómala entre jóvenes migrados que, como él, llegaron cuando eran menores en Catalunya. Al cumplir 18 años, todo se les complica: sin posibilidad de trabajar, el acceso a la vivienda es prácticamente una quimera y el riesgo de exclusión social muy grande.

Pero, a pesar de las dificultades, Ayoub no se detiene. Está haciendo un ciclo de grado medio de informática y lleva más de un año vinculado a Prollema, un proyecto catalán que forma a jóvenes migrados para que puedan enseñar su lengua materna. Esto les da un empleo, ingresos y abre la puerta a la que creen red. “Son jóvenes con una situación complicada a los que solo se les pide conocimiento de catalán o de castellano”, explica Ayoub con un café con leche en el centro cívico de Sant Narcís, en Girona.

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Él, el curso pasado, se formó como enseñante en Barcelona, donde se encuentra la sede de Prollema. Al cabo de unos meses impartió un taller de darija el árabe marroquí a cinco educadores de calle que querían aprender de ellos para tener más vínculo con los chicos con los que a menudo trabajan. Y, como lleva tiempo viviendo en las comarcas gerundenses, ahora es el responsable de expandir el proyecto en el Ateneu Popular Coma Cros, en Salt. En Tarragona también se ha impulsado una réplica.

“Crear el grupo de Salt es un paso adelante. Me gusta enseñar a otros jóvenes mi experiencia”. Ayoub se encuentra tres veces por semana con un chico que tiene de lengua materna el fula es de Gambia, un chico y una chica que hablan darija y otro que habla amazig -una lengua bereber también hablada en Marruecos. Han pasado por distintos procesos migratorios, porque no todos llegaron como menores no acompañados, pero todos se han visto en riesgo de exclusión social. Y, lo más importante, les motiva aprender: “Ahora piensan que enseñar su idioma será muy complicado, pero yo les tranquilizo porque ya he pasado por eso”.

Durante cuatro meses, los cinco se irán encontrando hasta que estén a punto para enseñar su lengua. “Cada joven tiene su forma de enseñar: uno lo hace con el cuerpo, otro con fichas, o con juegos. Primero trabajamos juntos y después cada uno lo hará de manera diferente”, profundiza Ayoub. La mayoría enseñarán darija, amazig o wolof, lengua hablada en Senegal y Gambia, a personas que trabajan con colectivos migrados, principalmente.

Un puente para volver a estudiar
Cerca de 30 jóvenes han pasado por Prollema a lo largo de siete ediciones. La mayoría son del Magreb, pero también del África subsahariana y de Asia Meriodional. Seis de cada 10 están en situación irregular y esto les aboca a no poder estudiar ni trabajar. Pero la cuestión, al terminar el proyecto,
cambia. Por ejemplo, de los cinco jóvenes de la última edición, cuatro no tenían ningún empleo cuando lo empezaron. Al terminarla, todos menos uno estaban cursando una formación.
Y es que, más allá de capacitarles para enseñar su lengua, la razón de ser
de Prollema es volver a conectar a estos jóvenes a la sociedad, principalmente a través de la educación. “En los primeros meses su actividad principal es Prollema, pero el objetivo es que progresivamente sea algo complementario y lo principal sea empezar una formación”, detalla David Garcia Savalls, responsable del proyecto. La entrada en el mundo laboral es aún más complicada.

Prollema ocupa un vacío de la Administración respecto a los jóvenes migrados, especialmente a los extutelados. En Catalunya, en los últimos cinco años han llegado 9.000 menores, que han entrado en el sistema de protección de la Direcció General de la Infància i l’Adolescència (DGAIA). Pero al cumplir los 18, la falta de plazas, el racismo y un mercado de la vivienda excluyente los abocan a la calle, como denunciaba el Consell Nacional de la Joventut de Cataluña (CNJC) en el informe del sistema de (des) protecció al carrer: Joventut migrada extutelada en Catalunya i vulneracions del dret a l’habitatge.

Garcia Savalls lo ve de primera mano con los jóvenes que entran a formar parte de Prollema. “Cada vez hay más jóvenes en vulnerabilidad residencial, desde el sinhogarismo hasta los que viven en viviendas ocupadas o en pisos de acogida, pero temporales”. Los recursos a los que tienen acceso son a menudo “asistencialistas” y no favorecen que puedan desarrollar su proyecto vital. “Son jóvenes sin documentación, invisibles. Tienen un acceso muy limitado a los recursos”, añade Garcia Savalls.

Además, conocer a otros jóvenes en la misma situación y poder compartir experiencias y miedos es un flotador en medio de procesos personales y burocráticos muy difíciles. “Por la mayoría es la primera vez que trabajan aquí y así cogen confianza. También ayuda a quienes acaban de llegar a quitarse la vergüenza”, dice Ayoub. Y claro, también mejora el currículo, algo que preocupa a cualquier joven en edad de entrar en el mundo laboral.

Uno de los miedos que tiene Ayoub es que le acaben denegando los papeles. Pero acompañado de la red que tiene a su alrededor y ocupado con la FP de Informática y Prollema, intenta no pensar más de la cuenta. Mantiene la esperanza; ha aportado mucha documentación sobre los cursos que ha realizado de jardinería, de almacenes, de monitor en el ocio, de catalán, de castellano. Espera que todo esto demuestre que él es ahí donde quiere estar y se está moviendo para que así sea. “Sin NIE tienes muchos problemas, no puedes hacer nada”, concluye.

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