La ajedrecista iraní que desafió la norma del hiyab y se ha unido a la revolución desde España

Leontxo García entrevista a la ajedrecista iraní Sara Khadem, que se negó a jugar el Mundial de Rápidas con el hiyab

El País, , 24-01-2023

Como cuenta en el vídeo que acompaña esta noticia, Sara Khadem vive ahora en España con su marido cineasta, su bebé Sam de diez meses, ilusión y tristeza a partes iguales, y un futuro incierto. Khadem, de 25 años, es una joven ajedrecista de Teherán, que ocupa el puesto 804 del mundo, según la Federación Internacional de Ajedrez. Nacida en 1997, Khadem ostenta el título de Gran Maestra Femenina, el de mayor rango de ajedrez exclusivamente de mujeres. A los 12 años ya era campeona del mundo sub-12. El 1 de octubre de 2016, era la jugadora número uno de Irán, la tercera en la clasificación mundial junior y la 38ª jugadora del mundo. Una clasificación que la hizo famosa en todo el país.

El 26 de diciembre, la ajedrecista iraní participó en el Mundial de Ajedrez Rápido en Kazajistán con la cabeza descubierta, un gesto de protesta considerado una falta muy grave en su país. El uso de este pañuelo es obligatorio según los estrictos códigos de vestimenta de Irán, incluso en el extranjero. La protesta era consecuente de las movilizaciones que se están produciendo en Irán tras la muerte de Mahsa Amini el pasado 16 de septiembre, y en contra del régimen. En plena ola de protestas, su historia representa la de tantas mujeres que luchan por la libertad en Irán.

Las fotos sin velo de Khadem en el Mundial de Almaty (Kazajistán) han dado la vuelta al mundo. Jugó sin el hiyab —obligatorio en Irán para las niñas y mujeres mayores de nueve años— en plena ola de protestas por todo el país, con miles de detenidos (más de 18.000, según ONG iraníes en el exilio), al menos 16 condenados a muerte y cuatro ejecutados hasta el momento. Amnistía Internacional lleva años denunciando la falta de derechos de las mujeres iraníes. En su último informe anual, destacaba: “Las mujeres sufrían discriminación en la legislación y en la práctica con respecto a cuestiones como el matrimonio, el divorcio, el empleo, la herencia y el desempeño de cargos políticos”. Y que “la legislación discriminatoria sobre el uso obligatorio del velo daba lugar a que a diario se sometiera a las mujeres a hostigamiento, detención arbitraria y tortura y otros malos tratos, y se les negara el acceso a la educación, el empleo y los espacios públicos”.

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