Navidad en Santiago, a 4.000 kilómetros de Ucrania

Los 42 refugiados del albergue del Monte do Gozo la celebrarán el 7 de enero, siguiendo el calendario ortodoxo, y los niños reciben hoy los regalos que les trae San Nicolás

La Voz de Galicia, O. P. ARCA, 18-12-2022

Al albergue del Centro Europeo de Peregrinaciones Juan Pablo II del Monte do Gozo llega hoy San Nicolás. Él es quien se encarga cada año de llevar los regalos a los niños de Ucrania, y también los traerá a los quince chavales que permanecen allí tras desatarse el conflicto bélico por la invasión rusa a su país. Están a 4.000 kilómetros de sus casas, porque muchas de las personas refugiadas, como Maryna y Olena, son de Járkov, y otras como Hanna de una zona todavía más lejana como es el Dombás. Aunque el centro respira ambiente navideño, estas fiestas son muy distintas. Lo expresa Olha, desde el hogar de Ordes donde la acogen a ella y a sus dos hijos los Noya Veiras desde hace más de ocho meses: «Creo que esta Navidad no será igual para todos los ucranianos, estemos lejos de casa o no. Mis hijos y yo tenemos suerte, este año la pasaremos con mi familia española».

En el Monte do Gozo también son una gran familia, integrada por 42 refugiados (junto a los 15 niños, son 24 mujeres y tres hombres, dos mayores de 60 años y otro al que por ser padre de una niña con discapacidad las autoridades permitieron salir del país con su familia), y por quienes trabajan en las instalaciones, como el padre Roman Wcislo, director del centro. Explica que tanto él como sus compañeros misioneros de Nuestra Señora de la Saleta celebrarán la Navidad el próximo día 25, pero los refugiados lo harán el 7 de enero, como es tradición en su país siguiendo el calendario ortodoxo. A los platos típicos de Ucrania que preparen se unirán dulces españoles, como turrones y mazapán. «También celebraremos el día de Reyes con regalitos, para introducirlos en la cultura de aquí. Y el día 5 están ya informados para que vayan a la cabalgata, ya saben que los Reyes Magos llegan a la estación de tren y que después van al ayuntamiento». Se trata de completar una integración que va por buen camino: los niños que cursan primaria estudian en el colegio de Lavacolla, mientras dos más van al Compañía de María y una chica al instituto de Sar. Las mujeres participan en cursos de español en la Escola de Idiomas, y algunas se incorporaron al mundo laboral: una de ellas es peluquera en Santiago, otra trabaja en la cocina del propio albergue, y una más estuvo en la Oficina del Peregrino; el chico tiene una oferta de trabajo, en una empresa de electricidad en construcciones, pero deberá superar antes un curso formativo, señala el padre Roman.

La situación fue distinta para mayores que llegaron a Santiago. Un matrimonio de edad avanzada decidió volverse a Ucrania. Delicados de salud, la mujer empezó a pensar qué pasaría si el marido fallecía, dónde lo enterraría, y regresaron a su tierra: «Los jóvenes se adaptan más fácilmente, pero para una persona mayor es más complicado trasladarse a vivir a un país extranjero, sin su familia, sin sus raíces …», explica el padre saletino.

Vanessa Veiras: «Estarán con nosotros todas las fiestas, son ya parte de la familia»
Dos familias de Ordes acogen desde hace más de ocho meses a seis ucranianos. Con los Noya Veiras están Olha y sus hijos Melania y Severyn: «En Nochebuena vamos con la familia de mi marido y en Navidad con la mía. Ellos tres estarán con nosotros todas las fiestas, son ya parte de la familia». Lo dice Vanessa Veiras, quien señala que se amoldarán a las fechas navideñas de España (que sigue el calendario gregoriano), lo mismo que se prevé hacer en Ucrania esta vez para diferenciarse de Rusia. «Me contó Olha que tienen tradición de preparar en Nochebuena doce platos diferentes, sin carne. Alguno prepararán, porque estos días los veo trabajando en la cocina». Descubrirán esa noche los turrones. Y echarán en falta a los suyos: «Por supuesto que los extrañamos. Pero con la situación de nuestro país, entendemos que esto es lo mejor que podemos hacer para preservar nuestra vida y una vida normal». Los ataques al sistema energético de Ucrania dificultan el contacto que tratan de mantener permanentemente con su familia, a través del teléfono e Internet: «No siempre es posible cargar el teléfono o tener acceso a Internet», explica Olha. Pero la actividad, aprendiendo español, conociendo la cultura local, y con los niños yendo a centros educativos (ella al Castelao y él al Maruxa Mallo) y estudiando en línea por la tarde con una escuela ucraniana, deja menos tiempo para la tristeza.

Vania Caseiro: «En Navidad uniremos las tradiciones de ellos y las nuestras»

Valeria, su hija Katia y su hijo Artem, que están con los Gómez Caseiro, ya conocen el turrón. Vania Caseiro lo llevó a casa tan pronto se pusieron a la venta: «El que más les gusta es el blando, y el de chocolate, claro». Son unos miembros más de la familia, ellos que tienen la suya cerca de Kiev, a 3.850 kilómetros de distancia: por eso Valeria respira hondo antes de decir que intentará celebrar feliz esta Navidad extraña, mientras a su lado a Katia se le llenan los ojos de lágrimas. Estarán en Mercurín, con Vania y su madre, con su marido, sus hijos y sus suegros: «Nos reuniremos todos, tendremos bacalao y algún plato típico de Ucrania, porque quieren que veamos cómo son. Uniremos las dos tradiciones». Como unidos están ellos, entendiéndose en unos idiomas que se van enseñando mutuamente, con el inglés como comodín: «Artem desde que comenzó este curso, en el Castelao, es una sorpresa. Habla mucho más castellano, pero sus frases son muy divertidas, porque en la misma puede mezclar inglés, ucraniano y castellano, pero nos entendemos todos así. Ellos perfeccionan el castellano y nosotros el ucraniano», explica divertida Vania Caseiro.

Todos vivirán la Navidad lejos de casa. Son las consecuencias de un conflicto que se prolonga mucho más de lo inicialmente esperado, y que llegará a los 10 meses precisamente el día de Nochebuena.

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