«Las mujeres migrantes sufren más violencia y tienen el doble de dificultades»
Más de 150 personas participan en la marcha solidaria organizada por Jesuitak y la ONG Alboan en Durango para concienciar, visibilizar y denunciar las desigualdades que sufren las inmigrantes
El Correo, , 19-12-2022La jornada, con un fuerte viento del sur que ha propiciado temperaturas agradables y cielos despejados, ha sonreído a los organizadores de la primera marcha solidaria por las mujeres inmigrantes de Durango. El centro educativo San José Jesuitak Ikastetxea, en colaboración con la ONG internacional Alboan a través del programa Emakumeok martxan ha convocado este domingo a las once de la mañana la primera caminata solidaria ‘Ibiltari’ a favor de las migrantes que huyen de las guerras, la violencia, la pobreza o la exclusión social con motivo de la celebración del Día Internacional del Migrante.
La marcha, en la que han participado más de 150 personas, ha partido del parque Ezkurdi y tras un recorrido de siete kilómetros que ha pasado por el barrio de San Andrés de Iurreta, en los que los participantes han podido admirar el paisaje y gran variedad de animales desde pottokas hasta emúes ha concluido en el mismo punto una hora y media después, donde los participantes han recibido un regalo y avituallamiento. La cita ha tenido lugar en esta localidad porque en Durango existe tradicionalmente una base social jesuita, y además «es un municipio muy acogedor con la gente inmigrante y que llega de otros territorios», ha explicado Javier Mielgo, coordinador en Alboan.
«Queríamos movilizar a la gente con la causa para generar empatía por las personas inmigrantes », ha expuesto. Porque «todos los procesos migratorios están sujetos a algún tipo de violencia. Pero además, las mujeres la sufren más durante su tránsito, como violencia de género o sexual. Y cuando llegan a los países de destino siempre se encuentran en una situación peor, también sufren violencias y más dificultades que los hombres a la hora de integrarse».
Alumnos de Jesuitak, voluntarios de Alboan, personas acogidas en el hogar que la Fundación Ellacuria tiene en Durango Jesuiten Etxea también gente solidaria y familias llegadas desde Durango y otros puntos de Bizkaia se han sumado a la marcha. Para ello, la mayoría han aquirido dorsales realizando un donativo de 10 euros, aunque costaba 5 para los menores de 12 años. El dinero recaudado irá destinado a proyectos de cooperación internacional que tiene la fundación Alboan en Centroamérica y África, en una iniciativa que tiene como objetivo concienciar, visibilizar y denunciar los procesos migratorios, las desigualdades y la violencia de género. «Se va a apoyar el proceso de movilidad forzada. Realizamos acompañamientos en su proceso de tránsito a EEUU y hacia Europa, con entidades locales para evitar las situaciones de violencia brindando refugio o ayuda psicológica y también colaboramos en los países de origen», ha expuesto Mielgo.
«Nos pareció bonito participar, porque es importante poner el foco en la situación de las mujeres que emigran. En el primer mundo sigue habiendo diferencias y las dificultades que tienen las mujeres del tercer mundo son mucho más altas. De hecho, los primeros que llegan son los hombres, porque les resulta más fácil encontrar trabajo», ha apuntado Gorka Martínez, de Bilbao, que ha acudido con su mujer y con sus dos hijos.
A la marcha también han acudido dos chicas de Algorta de 22 años que el año pasado se quedaron con la espinita de no poder participar porque la marcha se suspendió por el mal tiempo. «A nadie le gusta irse de su país en las condiciones en las que tienen que irse y que encima, en el país al que vas no te acojan y te rechacen», ha apuntado Leire Bilbao. «Las mujeres tienen doble dificultad a la hora de insertarse y de buscar trabajo, y si vienen con sus hijos tienen que hacerse cargo y además compatibilizar el trabajo con su cuidado», ha relatado.
Con hijos
Su amiga Naia Ostaikoetxea, que ha colaborado con la asociación de ayuda a refugiados marroquíes Harribide de Getxo, ha explicado que «la mayoría a los que atendíamos eran hombres, pero también había mujeres , que además llegaban con unas dificultades añadidas previas. Habían pasado por situaciones familiares insostenibles, estaban embarazadas con 16 años, o habían sido maltratadas o violadas. Debían recibir una atención especial porque era mucho más difícil integrarlas en la sociedad. Muchas llegaban con sus hijos, mientras que ellos suelen venir solos, no con niños».
Carmen Gómez, acogida en la casa de los jesuitas en Durango desde hace un mes con sus dos hijos de 13 años y de 16 meses, es un ejemplo de cómo la desigualdad se ceba con las mujeres inmigrantes madres. Procede de Perú, tiene 37 años y lleva 16 en España. Vivió cinco años en Madrid, después siete en Bilbao, después dos en Burgos y justo con la pandemia, volvió a Madrid, siempre dedicada al sector de la limpieza. Allí estuvo ingresada en la UCI con covid, a punto de perder la vida, embarazada de seis meses. En julio volvió a Bizkaia, el lugar en el que tiene más vínculos.
«Estuve en una habitación de alquiler, pero no me querían empadronar, me querían cobrar más por los niños…. Terminé mal», ha expuesto. Tuvo que irse a vivir a un albergue porque le fue imposible encontrar un piso de alquiler. «Solo llevaba dos meses trabajando aquí y era imposible darles toda la documentación que me pedían». Estuvo a punto de quedarse, literalmente, en la calle y que la separaran de sus hijos, pero encontró ayuda en la ONG Alboan. Pero está a punto de perder los papeles de nuevo porque ha perdido el trabajo. Ya los había perdido con anteroridad. Estuvo casada con un español, el padre de su primer hijo, pero se los quitaron cuando se divorció porque estaban empadronados en viviendas distintas. Ha asegurado que su exmarido no se ha hecho cargo del hijo hasta que la ingresaron por la enfermedad, pero que ahora sí que mantiene relación con él. En Bilbao conoció a un vasco del que se enamoró, pero que no quería tener hijos. Ella se quedó embarazada y se separó para no interferir con su vida, aunque él ahora sí que colabora en el cuidado del pequeño.
(Puede haber caducado)