Las organizaciones del tercer sector cada vez tienen más fuerza en Gipuzkoa, que cuenta con más de 42.500 voluntarios y 1.170 oenegés, cifras que suben hasta 160.000 y 4.117 respectivamente en todo Euskadi. En tiempos de crisis, la labor de estas oenegés que ayudan a miles de personas en situación de vulnerabilidad y que tienen empleadas a casi 40.000 vascos es más importante que nunca. Desde 2019, en Euskadi hay 176 entidades sociales más y una tasa de organizaciones por 1.000 habitantes ligeramente superior, según datos el barómetro de 2021 del observatorio vasco del tercer sector social, presentado en la mañana de este jueves en Vitoria, que sitúa a los menores, adolescentes y sus familias como el mayor colectivo al que se dirigen estas asociaciones.

Dos de cada diez oenegés se dedican a ayudar y cubrir las necesidades de los más pequeños, el 14,66% pone el foco en los mayores, el 11,9% en las personas con discapacidad y sus familias y el 10,7% en las mujeres. Sea como fuere, la mayor parte de las organizaciones, el 83,5%, «compagina la provisión de servicios con otras funciones sociales, como la sensibilización y la defensa de derechos o la promoción del voluntariado, el asociacionismo y la participación social», han explicado la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas sociales, Beatriz Artolazabal, junto a Lucía Merino e Iker Fernández, del observatorio vasco del tercer sector.

Si consideramos no sólo el colectivo principal, sino todos aquellos que una misma organización puede atender, observamos que aproximadamente la mitad de las organizaciones atiende en mayor o menor medida a mujeres, a jóvenes y a la población en general. Las organizaciones que trabajan con infancia y adolescencia representan el 43,3% del total y también son muy numerosas las que atienden a personas mayores (35%), a personas inmigrantes (33,4 ) o a personas en situación o riesgo de pobreza (31,1).

«Sector vivo y dinámico»
En un cambiante contexto social que, en solo tres años, ha hecho frente a una pandemia mundial o a una guerra en Europa que ha precipitado el desplazamiento forzoso de millones de personas, Artolazabal ha subrayado que el tercer sector social en Euskadi no solo ha logrado mantener «su cualidad de sector vivo y dinámico», sino que ha salido «fortalecido» como también se han fortalecido «la cooperación público-social y el diálogo civil».

Aun y todo, todavía quedan retos pendientes para los próximos años. El más destacable es el relevo generacional, según Artolazabal, «aunque existen otros desafíos igualmente relevantes, como la sostenibilidad de las organizaciones, el fortalecimiento de la cooperación entre entidades y la generación de alianzas con la administración público y otros agentes sociales», además de la «transformación digital, la innovación social o la búsqueda de respuestas eficaces a las necesidades emergentes en una cambiante realidad social».

El 56% de las organizaciones cuenta con personas remuneradas en sus equipos de trabajo, mientras que el 43,5% están compuestas íntegramente por personas voluntarias. Así, el personas remunerado es mayoría solo en un 14,4% de las organizaciones. En Gipuzkoa, esta cifra es de 10.136 personas.

Según se desprende del barómetro 2121, en 2020 estas organizaciones en todo Euskadi gestionaron un volumen económico de 1.712 millones de euros, equivalentes al 2,4% del PIB vasco, y un 1,5% del PIB en Gipuzkoa.