Ildefonso Falcones: «Estamos en un proceso involucionista de racismo, xenofobia e intolerancia»
La Voz de Galicia, , 12-12-2022Se ha recuperado de un cáncer que lo ha llevado ocho veces al quirófano y aún lucha contra lo que califica como persecución de Hacienda, pero Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) sigue en plena forma literaria. Publica Esclava de la libertad (Grijalbo), una novela con dos escenarios: la Cuba esclavista colonial y la España del 2017. Fue en el 2006 cuando un abogado desconocido de 46 años irrumpió en la literatura con La catedral del mar, un espectacular éxito de ventas. Lleva más de 11 millones de ejemplares vendidos de sus seis novelas. Esto le sitúa como el segundo escritor español vivo que más vende en el mundo tras Arturo Pérez-Reverte.
—¿Por qué le interesó la esclavitud en la Cuba española?
—Me impresionó la cercanía en el tiempo: nuestros abuelos fueron coetáneos del esclavismo.
—Es la primera vez que sitúa una novela en el presente. ¿Por qué?
—Quería que el lector viera que los efectos de esa esclavitud llegan hasta el siglo XXI. Ahora la sociedad no admite la esclavitud, pero hay una invisibilidad de muchas personas que siguen arrastrando una serie de estigmas que son frutos directos de la esclavitud. Esa consideración de perezosos, de gente sin sangre…
—En su libro relata cómo los esclavos eran sometidos a jornadas de trabajo brutales.
—Iban alternando, un día dormían dos horas y al siguiente cuatro, y así durante los cuatro meses de zafra, con un trabajo exhaustivo, sin descansos. Moría gente que se dormía andando y los bueyes que llevaban la caña los atropellaban, y nadie hacía nada. Les daban latigazos, recibían una comida exigua. Las condiciones que sufrían difícilmente se pueden reflejar en un libro. Eran verdaderos zombis, personas totalmente alienadas.
—El trato a las mujeres era infame.
—Trabajaban al mismo ritmo que los hombres. Y además tenían la obligación de parir criollitos para que fueran esclavos. Eran como ganaderías o granjas de mujeres para parir esclavos. La trata y la esclavitud en Gran Bretaña se prohíben a inicios del siglo XIX. España es el último país occidental en abolirla, en 1880. En esos 80 años el precio de los esclavos llegados de África crece de una forma exponencial, porque se hace de contrabando. A los esclavistas les sale más rentable criar niños, esperar a que crezcan y explotarlos como esclavos. Muchas mujeres abortaban para no traer al mundo más esclavos, y había muchos suicidios.
—¿Por qué el título de «Esclava de la libertad»?
—Es un oxímoron. Define con precisión la novela. La protagonista es esclava de ese ansia de libertad, hasta el punto de que renuncia a la suya propia para pelear por la de los esclavos.
—Las dos protagonistas de la novela son víctimas de la misma dinastía de banqueros.
—Muchas fortunas actuales se levantaron gracias a la esclavitud.
—¿Los españoles somos conscientes de ese pasado negro?
—No lo sé, deberíamos serlo, pero no culpables. No deberíamos pedir perdón por lo que hizo España en América, sino examinar lo que pasó, desde un punto de vista serio y equilibrado, no como arma política o para desviar la atención de otros problemas.
—Escribió esta novela mientras sufría un cáncer agresivo.
—En la época de la escritura de esta novela tuve varias operaciones que me afectaron mucho, es como si te hubiera pasado un camión por encima. Había días que no podía escribir nada y otros solo un párrafo. Tenía, y sigo teniendo, quemazón en los dedos por la quimioterapia, que me impide teclear con normalidad. Escribir me sirvió como terapia.
—¿Le resultó difícil meterse en el papel de dos mujeres?
—Fue difícil meterme en la piel de una esclava, leí mucho y traté de imaginar lo inimaginable.
—¿El racismo sigue vigente?
—Al albur de todos estos movimientos de ultraderecha estamos volviendo a vivir una época en la que imperan el racismo, la xenofobia, la intolerancia y la discordia. Estamos en un proceso involucionista.
—¿Somos demasiado autocríticos los españoles con nuestro pasado? Por ejemplo, últimamente se está cuestionando la Transición.
—Es dramático. Las dos partes renunciaron a sus principios, hicieron un esfuerzo por la paz y la concordia. Seguro que no fue perfecta, que hubo gente que se quedó al margen, pero fuimos un ejemplo internacional. Que unos personajillos pongan en entredicho esa labor de nuestros padres y abuelos me parece inmoral, un ejercicio de cinismo y necedad.
—¿Qué le parecen leyes como las de memoria histórica o de memoria democrática?
—Son necesarias en tanto en cuanto puedan beneficiar o corregir situaciones perjudiciales. Pero estamos volviendo al guerracivilismo, a dividir la sociedad española en dos bandos.
—Triunfó con su primera novela siendo ajeno al mundo literario. ¿Sufrió rechazo por ello?
—Que hubo rechazo es evidente, estamos hablando de una comunidad literaria tremendamente endogámica. De hecho, sigue habiendo un rechazo hoy en día, porque no me pliego a según que convenciones de ese mundo, incluso de los organismos públicos.
—Al autor que vende mucho se le rebaja literariamente.
—Por supuesto, eso siempre.
«Sufro una persecución cruel por parte de Hacienda»
Ildefonso Falcones lleva siete años luchando con Hacienda, que le llegó a pedir nueve años de cárcel por fraude fiscal. «Ha habido dos resoluciones judiciales a mi favor, pero todavía está en apelación», explica el escritor barcelonés. «Hacienda empezó por decir que había dejado de pagar 1,4 millones de euros, pero ya ha hecho cuatro informes diferentes y estamos en 700.000: ha tenido que doblar la cerviz», subraya. «Eso significa que no debe estar claro que haya cometido delitos. Según mis peritos, la cantidad ni siquiera llega a los 120.000, lo que no es delictivo», matiza.
—¿Por qué ha sido sometido a esa persecución?
—Hacienda se ha ensañado conmigo. He sufrido, y sufro, una persecución por su parte y por algunos medios. Pero Hacienda se ha encontrado con una oposición que no tiene habitualmente. Muy pocos dedican siete años de su vida a pleitear contra Hacienda.
—¿Qué ha supuesto para usted?
—No encontrará un oncólogo que le diga que un estrés como el que he sufrido por el acoso de Hacienda es bueno. La relación entre el estrés y el cáncer está demostrada. He soportado una verdadera crueldad. En este país, con las defraudaciones que hay, que yo haya sido el cabeza de turco durante siete años y que siga siéndolo por estas cantidades demuestra que hay algo que no funciona. El rey emérito, Ronaldo, Messi… pagan y no pasa nada. El que es rico puede pagar, pero si no tienes dinero vas a la cárcel. A mí, por 700.000 euros siguen pidiéndome seis años de prisión.
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