INMIGRACIÓN EN GIPUZKOA 1950-1975
«Madre, me voy del pueblo, me marcho a Lasarte»
El auge industrial de Gipuzkoa a mediados del siglo XX atrajo a miles de migrantes de comunidades como Extremadura o Castilla y León, el primer gran boom migratorio. El cacereño Antonio Domínguez es una de esas vidas que huyeron de la «esclavitud» del campo. Su periplo vital arrancó con un billete de tren de 183 pesetas
Diario Vasco, , 05-12-2022Antonio Dominguez llegó a Gipuzkoa el 24 de septiembre de 1971 desde Galisteo, localidad situada en la provincia de Cáceres. Entonces tenía 21 años y un futuro prometedor por delante, lejos de la «esclavitud» del campo. Hoy, a sus 72 años, mantiene algunos recuerdos intactos y enarca las cejas cuando se le pide retroceder hasta el día en el que decidió dejar la tierra que le vio crecer para labrarse una nueva vida en Gipuzkoa.
«Recuerdo que era martes. Sin pensarlo mucho dije ‘madre me voy del pueblo’. Compré un billete de tren que me costó 183 pesetas y llegué a la estación de San Sebastián», cuenta. Como él, cientos de extremeños comenzaron a llegar desde la segunda mitad del siglo XX al País Vasco, un territorio próspero cuyo auge industrial atrajo a miles de emigrantes que huían de la escasez del campo. Fue a partir de 1977 cuando se invierte la tendencia y en 1978 se confirma la regresión con la crisis industrial como detonante: se fueron 6.733 personas más de las que llegaron a Euskadi.
Pero volvamos a los inicios, al día en el que Antonio llegó «a las 16.45 horas a San Sebastián, solo y soltero, sin apenas haber dormido y con la maleta a cuestas». Se dirigió a la plaza Gipuzkoa y «de ahí fui a Lasarte, a casa de un tío carnal que vivía al lado de una fábrica». Una vez instalado, «me acompañó a dar una vuelta por las obras y ese mismo día conseguí trabajo en unas obras de Errotaburu, donde estaban las Universidades. Estuve en cinco empresas hasta que conseguí un puesto en Michelín. Después de 39 años en la empresa me jubilé», recapitula escueto.
Antonio conversa con un vecino de Lasarte.
Antonio conversa con un vecino de Lasarte.
Los 800 kilómetros que le separaban de Galisteo no fueron una losa para él y se acostumbró rápido a su nueva vida en Gipuzkoa. «No tuve miedo de marcharme, aunque nunca había salido del pueblo, solo a Madrid a hacer la mili», cuenta Antonio, que, al igual que muchos de sus vecinos, decidió venir «porque amigos y familiares que vinieron antes que yo nos decían que había mucho trabajo». La industria vasca necesitaba mano de obra y «los campesinos y labradores extremeños emigramos a diferentes comunidades a buscar otros medios de vida más confortables. Para todos los que nos rodeaban era una oportunidad para abandonar esa esclavitud a la que estábamos sometidos». Antonio lee estas palabras escritas sobre un papel amarillento que redactó a máquina hace años, quién sabe por qué razón, y que conserva junto a recortes de periódico y fotos antiguas.
Éxodo rural
Según explica el sociólogo Imanol Zubero, coautor del estudio ‘Las migraciones internas y su aportación al desarrollo de Gipuzkoa’, «la diferencia de nivel de vida de una parte de las masas campesinas españolas bastan para explicar el éxodo rural y la migración que recibieron las provincias industrializadas. La consecuencia más evidente de estas transformaciones desiguales fue la diferenciación entre una España rural y la España urbana». Se trata de una migración que consiguió incorporarse al mercado de trabajo, con el consiguiente impulso al desarrollo económico de Euskadi.
Evolución de la población inmigrante
1950-1975
Se trata de una inmigración que consiguió incorporarse al mercado laboral con el consiguiente impulso del desarrollo económico vasco.
Comunidades destino
80%
De los migrantes
eligió como destino las comunidades de Madrid, Cataluña, Valencia o Euskadi
Perfil
Gipuzkoa
Edad
15-34
Origen
Sexo
Extremadura
Castilla y León
Ocupación
Personas que venían solas
y buscaban incorporarse al mercado laboral
El diferente grado de desarrollo regional
y el bajo nivel de vida provocan un éxodo rural
Gipuzkoa
Burgos
Salamanca
Cáceres
Antes de este año
la inmigración ya alcanzó el 24,32%
de la población
Badajoz
Ciudad Real
34.360
personas
Las cinco provincias desde
las que más se emigró
a Gipuzkoa
1965-75
La población inmigrante supone el 29,21%
1955-65
En la década previa a este año el 33,61% de la población era inmigrante
41.281
personas
47.491
personas
1955
Llegada de población inmigrante a Gipuzkoa
A pesar de los cantos de sirena que hablaban de una tierra próspera, «no todo era de color de rosa. Fueron años duros, de mucho trabajo y jornadas de 12 y 14 horas. Yo trabajaba domingos y festivos, aunque fuera sin dormir. El primer empleo fue en la construcción y después iba a Renfe a meter horas. Pero aunque he trabajado mucho, lo he llevado bien, nunca puse pegas», dice restando importancia a toda una vida de sacrificio y jornadas de sol a sol.
Antonio empezó a faenar en el campo a sus 9 años. No fue a la escuela, y eso es algo que sí echa de menos. «Empecé a trabajar en una finca de regadío y frutales. También ayudaba a hacer la lumbre con los garbanzos, daba de comer a las gallinas… En aquella época tampoco había mucho interés en que fuésemos a la escuela. Los niños teníamos que trabajar para ayudar en la economía familiar. No se me olvidan las frases que algunos mayores nos decían: ‘venga venga, que la ayuda del niño es poca pero el que la pierde es tonto’. Nos levantábamos a las 4.30 horas. Teníamos que cruzar el río Alagón en barca para ir a trabajar y esperábamos a que nos distribuyeran el agua por los canales para poder regar el cultivo de algodón, tabaco, maíz y pimiento», relata mientras se encorva para mostrar cómo recogían el algodón, un gesto que le hace recordar lo que sudaba para ganar cada peseta. Cuando cumplió la mayoría de edad decidió marcharse de su pueblo.
«Los niños teníamos que trabajar, no íbamos a la escuela. A las 4.30 horas nos levantábamos para ir al campo a faenar»
Entre faena y faena, Antonio se las apañó por su cuenta para ‘arrear’ con las cuentas y las letras. «Con 23 años me apunté a la escuela Oscus en el Paseo Nuevo, en Donostia, por las noches. Me defendía, pero quería saber más. Me enseñaban lo básico, cuentas, leer, escribir…». Las horas en las que no estaba trabajando le gustaba ir a la playa. «Un día fui a Zarautz y ahí conocí a la que hoy es mi mujer. Tenía 24 años. Ella trabajaba en San Sebastián y su familia me aceptó muy bien. La suegra me apreciaba mucho. Con 27 años nos casamos y nos fuimos a vivir juntos y en el año 75 nos compramos una casa», recapitula Antonio.
Antes vivió «en casa de una familia vasca de patrona». Otros lo hicieron en piso de alquiler de renta congelada, compartido por tres o cuatro inmigrantes y hay quienes se fueron a vivir a una habitación con derecho a cocina. Fruto de la necesidad de ubicar a la población inmigrante, entre 1950 a 1970 el número de viviendas en Gipuzkoa aumentó.
Nuevas urbes a toda prisa
1950-1975
1970
1950
Superpoblación en zonas industriales
Problemas de habitabilidad
La necesidad urgente de residencia obliga a la edificación sin planificación
72.520
164.750
El número de viviendas familiares
crece exponencialmente en 20 años por la necesidad de alojamiento de la población inmigrante
C.A.V.
Talleres y edificios se disputan el suelo
obligando al crecimiento lineal y vertical de las ciudades
Construcción
de viviendas
Bizkaia
Gipuzkoa
Araba
1950
1960
1970
1981
Antonio se asentó en Lasarte y hoy es padre de dos hijos y abuelo de dos nietos. Según afirma, «nunca» se ha arrepentido de haber venido. «En su día tomé esa decisión», asume y añade que no tuvo «problemas con nadie. No me puedo quejar, a mi me acogieron bien aquí».
Antonio posa delante de una de las viviendas donde residió.
Antonio posa delante de una de las viviendas donde residió.
¿Galisteo o Lasarte? «Me quedo con los dos», dice con el corazón dividido. «Vamos todos los años al pueblo, tenemos ahí nuestra casa». Lo que sí le «pesa» es no haber aprendido euskera. No sé nada, me cuesta mucho y me habría gustado saberlo», afirma este hombre, hecho ya al clima «tan diferente» de Gipuzkoa.
Belarrimotzetatik azal beltzetara
Belarrimotzetatik azal beltzetara
JON MAIA
CRÉDITOS
Texto Patricia Rodríguez
Narrativa visual Iñigo Puerta e Izania Ollo
Vídeo y fotografía Dani Soriazu y Félix Morquecho
Edición web Beatriz Campuzano, Iñigo Galparsoro y Gorka Sánchez
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