Gulalai Hotak: «Las Naciones Unidas se han olvidado de Afganistán»

Canarias 7, GABRIELA VICENT, 01-12-2022

Casi trescientas juezas impartían justicia en Afganistán hasta agosto de 2021. Tras la llegada al poder de los talibanes, las magistradas no han podido volver a ejercer como profesionales, sus cuentas bancarias han sido congeladas y, además, algunas de ellas han sido amenazadas de muerte.

Hasta el momento, 140 juezas han podido huir de su país y solicitar refugio y asilo en países con régimen democrático. Cinco llegaron a España con sus familias. Gulalai Hotak, jueza del Tribunal Supremo de Afganistán, es una de ellas. La Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) logró el milagro.

Ese jueves 1 de diciembre, Hotak imparte una conferencia en la Casa-Museo León y Castillo de Telde para hablar de su experiencia personal y, sobre todo, hacer que el terrible drama que se cierne sobre las mujeres y niñas de su país no caiga en el olvido de la comunidad internacional. La charla comienza a las 18:30 horas y tiene entrada gratuita, previa inscripción.

La huida
El 15 de agosto de 2021 los talibanes derrocaron al gobierno de Ashraf Ghani y tomaron el poder tras la precipitada retirada del ejército norteamericano. Todo el proceso no duró más de una semana. En unos días se vinieron abajo los cimientos de 30 años de carrera profesional y toda una vida en Afganistán. «Fueron tiempos muy duros, terribles», recuerda Gulalai Hotak.

«Después de la caída del gobierno de la República Islámica de Afganistán, emigré con mi familia a Turquía. El poco tiempo que estuve en Afganistán, antes de venir a Turquía, fue muy doloroso y peligroso», asegura la jueza sin entrar en detalles.

Después recibió la ayuda de la Asociación de Mujeres Juezas de España y llegó a nuestro país junto a su familia y otras colegas. No lo tuvieron fácil, pero las compañeras que quedaron atrás vivieron un drama aún mayor. La mayoría siguen allí, asegura Hotak, amenazadas, escondidas, muchas enfermas y algunas muertas.

Impartir justicia en femenino
A pesar del turbulento pasado del país en las últimas décadas, Gulalai Hotak asegura que la independencia judicial estaba garantizada. «Antes de que los talibanes llegaran a Afganistán, teníamos total independencia en cuanto a los fallos en los tribunales y la toma de decisiones sobre los casos bajo nuestra mano. Siempre se hizo un trabajo judicial adecuado», asegura la magistrada del Tribunal Supremo.

Hotak y otras magistradas afganas juzgaban delitos de terrorismo, asesinatos y violencia de género. «Trabajé en diferentes departamentos penales», explica, «en los que juzgaba delitos penales, militares y actos terroristas».

Estos últimos eran una tarea que se fue tornando insufrible para ellas, pues los talibanes no asumían el hecho de ser juzgados por una mujer y los juicios se desarrollaban entre violentas escenas de injurias y amenazas a las juezas.

Lograr afianzar una carrera judicial en Afganistán siendo mujer se tornaba en una profesión de alto riesgo. «Progresar y alcanzar metas altas no es tarea fácil en ninguna sociedad, pero especialmente en un país como Afganistán el progreso de las mujeres es mucho más difícil. He vivido estas dificultades y experimentado una dura lucha para verme en la posición que llegué a conseguir en mi profesión», confiesa la jueza.

El regreso
A pesar de que su sueño es volver a habitar en el país en el que nació, Gulalai Hotak es realista cuando se plantea la realidad de su presente. «Si no hubiera un gobierno talibán en Afganistán, por supuesto que mi deseo sería volver a Afganistán para hacer cosas por las mujeres y niñas afganas, pero sin apoyo, no puedo ni siquiera imaginarme el regreso».

Y es que la situación de la población femenina en el país es la preocupación más acuciante para la jueza, en medio del drama que vive toda la población en general porque ellas son el colectivo más vulnerable.

La conexión con Irán
En este punto, es imposible no volver la mirada a la revolución social que experimenta estos días la sociedad iraní, tras la muerte de la joven Masha Amini, después de ser detenida por la policía tras amonestarla por llevar mal puesto el velo islámico que cubría su pelo.

Hotak celebra profundamente la valentía del pueblo que está saliendo a la calle y cree que será el principio de un cambio importante. «Las protestas en Irán son una fuerte señal de conciencia pública y el comienzo de un cambio en el sistema de la República Islámica de Irán».

Mientras se encuentran refugiadas en España, las juezas afganas no cejan en su intento de ser la voz de su pueblo en Europa. Desgraciadamente, están convencidas de que la situación de su país ha caído en el saco del olvido de la comunidad internacional, lo que califican como un verdadero «drama». «Sí, creo que los pueblos del mundo y las Naciones Unidas se han olvidado de Afganistán», afirma Hotak.

Pero al mismo tiempo, la magistrada no pierde la esperanza de recuperar el apoyo que desapareció tras la retirada del ejército estadounidense. «Así como la comunidad internacional cambió el escenario una vez al presionar a los talibanes, pueden volver a hacerlo», pide angustiada.

«Se debe urgentemente hacer todo lo posible para ayudar al pueblo necesitado de Afganistán que sufre de desempleo, hambre e inseguridad, y una situación muy vulnerable y peligrosa, sobre todo para las mujeres y las niñas», reclama.

Desgraciadamente, el futuro no presenta visos esperanzadores, por lo que Hotak se confiesa incapaz de realizar una predicción para predecir la deriva de su país en los próximos años. «Desafortunadamente, en la actualidad no existe un horizonte claro en el cielo de mi país para el futuro cercano», se lamenta con tristeza.

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