El buque
Esperanza del mar
es protagonista de la jornada y eso es bueno. Es probable que así tengamos oportunidad de hablar de políticos olvidados: de aquel Jesús Sancho Rof, tan denostado por la colza, o de una señora que pasó y se fue, como Celia Villalobos. Porque ellos, y algunos otros, Zaplana mismo, han tenido que ver con el buque protagonista.


La gente es tan limpia de corazón y tan transparente que cree que España tiene en servicio el
Esperanza del mar
para atender a los emigrantes de las pateras. Y eso, que es una gran verdad, no deja de ser incierto: porque España puso a flote el primer
Esperanza del mar
, en el lejano 1982, como fruto de la decisión del Gobierno de Suárez y como buque – hospital al servicio de nuestra flota de pesca y nuestra marina mercante. Por eso el barco es propiedad del Instituto Social de la Marina, que no depende ni de Fomento ni de Defensa, sino del Ministerio de Trabajo.


Si uno tiene, como España tenía entonces faenando, más de 20.000 barcos, es normal que se hiciera un inversión importante. En la segunda mitad del siglo XX, España ha sido prácticamente el único país del mundo en tener un buque – hospital para sus marinos. Tan alto ha sido el interés de los Gobiernos, que en 2001 se desactivó el primer
Esperanza del mar
y entró en servicio el actual: tan moderno y preparado que ha sido premiado por la Lloyd’s. Impulsado como proyecto por el ministro gallego Romay, del PP, tan hermosa máquina fue puesta a flote por Celia Villalobos, que empezó a pagar diligentemente una factura de 3.500 millones de pesetas.


La flota española de pesca, solamente entre 1995 y 2003, ha “jubilado” 4.000 pesqueros a instancias de la Unión Europea. Nuestra flota, que sigue siendo la más envejecida del continente, tiene la suerte de contar con un buque hospital dotado con los últimos adelantos. Y yo siento la necesidad de comentar esos detalles cuando la televisión, parte de la sociedad española, y casi todos los inmigrantes, creen a pies juntillas que ese buque lo ha hecho Zapatero para el problema de la inmigración.