Salem Lali Nayem

«La tranquilidad que da tener plenos derechos no tiene precio»

Salem, saharaui con 18 años de residencia en España, los últimos ocho en Irun, inició el proceso en 2016 y logró la nacionalidad en 2021

Diario Vasco, M. Á. M. san sebastián., 30-11-2022

«El permiso de residencia siempre entraña riesgos. E incomodidades y posibles problemas para salir o regresar del extranjero. La nacionalidad aporta una tranquilidad y seguridad que no tiene precio. Permite gozar de plenos derechos en un país democrático como este, lo que es muy importante para desarrollar una vida plena y estable para mí y mi familia».

Salem Lali Nayem, saharaui con pasaporte argelino, llegó a España hace 18 años. Se afincó primero en Badajoz, donde durante nueve años alternó trabajos entre la provincia pacense y Sevilla. En 2013 se trasladó a Euskadi. Primero a Vitoria, donde estuvo apenas seis meses, antes de recalar en Irun, donde lleva asentado desde 2014 y donde ve crecer en paz y con unas mejores expectativas de futuro que en su tierra natal a sus cuatro hijos, españoles por nacimiento.

A él le ha costado un poco más. Cinco años desde que inició los trámites.

Fue en 2016, habiendo sobrepasado de sobra el tiempo mínimo de estancia en el país para optar a la nacionalidad española, cuando solicitó iniciar el proceso en el Registro Civil. Al comienzo todo fue bien. Y más o menos rápido, cumpliéndose el precepto que obliga a la Administración a dar respuesta a las solicitudes en el plazo de un año.

Así, en 2017 realizó los exámenes pertinentes. Primero la prueba psicosocial, luego el test de conocimientos (Historia, Geografía, Estructura Territorial y Política…) y, por último, el examen de español, en el que se requiere un nivel mínimo de A2. Todos aprobados. Sin mayores complicaciones.

«Comparo las pruebas con las del carnet de conducir; hay que estudiar algo y prepararse, pero no son difíciles»
«No es difícil. Para el de conocimientos hay que estudiar algo, pero no es muy exigente y se saca fácil si estás integrado y conoces el país», rememora. Lo compara con el permiso de conducir. «Hay que prepararse, pero si se quiere de verdad, lo puede sacar cualquiera». «El más difícil puede ser el del idioma si no lo sabes hablar bien, aunque si lo dominas también es sencillo», razona.

Es el problema que está encontrando su mujer, por ejemplo, que no tiene un castellano tan fluido como él y, a diferencia suya, que tenía pasaporte argelino, está bajo el estatus de apátrida.
Con las pruebas superadas y el proceso encarrilado, el Gobierno le reclamó el papeleo habitual: antecedentes penales, certificado de nacimiento… Fue esto lo que retrasó el procedimiento. «No es fácil obtener la documentación en mi país, y tardé mucho en lograr el certificado de nacimiento. Luego llegó el Covid en 2020 y supongo que eso también afectó a la aprobación del expediente».

«Seguridad y derechos»
La buena nueva le llegó en marzo del año pasado. Su documentación fue admitida y logró el ansiado DNI, pasaporte y nacionalidad española. «No imaginas la tranquilidad que da», insiste. Tranquilidad, seguridad y derechos son términos que repite emocionado una y otra vez durante toda la conversación.

«Donde más he notado la importancia del pasaporte español es al ir al Sahara; desaparecen las trabas que encontraba en Argelia»
Admite que más allá de esa sensación de certidumbre, en casa no le ha cambiado la vida ser ciudadano español a todos los efectos. Con permiso de residencia, trabajo y plenamente asentado e integrado, su día a día transcurre igual que antes de aquel día de marzo de 2021 en que cambió su estatus. La gran diferencia la nota al salir del país, sobre todo si va a su Sahara natal. Recuerda los «problemas» que suelen encontrarse los orihundos de la antigua colonia española en las fronteras de Argelia, que él también ha sufrido. «Con el pasaporte español, en cambio, todo es más fácil», se congratula.

Más allá de su peculiaridad por proceder de un país inmerso en un conflicto político internacional no resuelto, anima a «todos aquellos que puedan» a lograr la nacionalización. «No es difícil y te puede cambiar la vida. Tranquilidad, seguridad y derechos», reitera una última vez.

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