Piden 22 años de prisión a un acusado de violar, robar y tirar de un furgón a una prostituta

La Audiencia juzga por la ley del 'solo sí es sí' una posible agresión en Irun a una mujer de Nigeria, a quien el encausado culpa de quitarle la cartera y él la empujó para recuperarla

Diario Vasco, OSKAR ORTIZ DE GUINEA, 24-11-2022

Un hombre de 35 años se expone a una pena de 12 años de cárcel por presuntamente violar a una mujer que ejercía la prostitución en Irun en septiembre de 2019. Además del delito de agresión sexual, la acusación particular le imputa uno de robo con violencia e intimidación y otro de lesiones, por los que le solicitan sendos castigos de cinco años, que suman 22. En la vista oral, este miércoles en la Audiencia de Gipuzkoa, el varón admitió «en todo caso» la última de las tres imputaciones, pero negó la violación y aseguró que fue la supuesta víctima quien trató de robarle la cartera.

En virtud de la ley del ‘solo sí es sí’, la Fiscalía pide la máxima pena posible, 15 años, por la presunta violación, que tuvo lugar el 12 de septiembre de 2019. Todo comenzó en la zona de Zaisa, en Behobia, donde «varias chicas» ejercen la prostitución en la calle, según explicó en inglés la denunciante de origen nigeriano, dado que no habla castellano y tuvo el apoyo de una traductora.

Había anochecido cuando la abordó un cliente que conducía una furgoneta. Acordaron un servicio sexual por 40 euros, aunque el hombre había cobrado ese día un salario de 500 euros en billetes de 50, y le dio uno de ellos. Según explicó él, todo transcurrió en el interior del vehículo, en el parking próximo al pabellón de la ITV. Aseguró que había dejado la cartera «encima del salpicadero» del vehículo, y en un descuido la mujer la cogió y echó a correr. Él entonces salió tras ella y al alcanzarla la empujó, tirándola al suelo. Según su versión, fue en esta acción cuando ella resultó herida.

Dos relatos distintos
Este relato difiere del que hizo la víctima. Según ella, cobró el dinero del servicio y para completarlo le sugirió ir a un lugar más apartado. Sin embargo, él cerró el seguro de las puertas y arrancó el vehículo. En un momento, siempre según su testimonio, «él sacó un cuchillo no muy grande y con mango de madera» y le ordenó que se «quitara la ropa y le devolviera el dinero» abonado previamente. Según dijo, terminó quedándose con su bolso, con un móvil y «100 euros dentro». Al llegar a «un descampado», el varón paró el coche. Le ordenó salir «desnuda» y entrar en «una cabaña» «sin puertas». Al parecer, «él pretendía mantener sexo anal» y la chica «se resistió» porque «solo» habían acordado «sexo vaginal». Tras un forcejeo, él la penetró «vaginalmente y sin preservativo» mientras la agarraba «por el cuello» a su «espalda» y le pegaba «con fuerza».

A continuación, subieron a la furgoneta para regresar a Zaisa, pero, en plena autopista, el conductor soltó «la mano derecha» del volante, abrió la puerta del copiloto y empujó a la mujer para tirarla «en marcha». Aunque ella se resistió, acabó cayendo y golpeándose contra el asfalto «a gran velocidad». Herida, pidió socorro a una mujer de una vivienda cercana, que la acercó a Zaisa. Según dijo, ahí volvía a estar su cliente, por lo que pudo anotar la matrícula de la furgoneta. Su familia la llevó luego al Hospital del Bidasoa, donde tras apreciar las heridas avisó a la Ertzaintza.

La defensa dudó de esta versión y dijo que «solo hay evidencia de lesiones» y apuntó que «el relato se ha ido agravando desde la denuncia inicial ante la Ertzaintza».

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