La comida del domingo, en casa de El Haiza
Decenas de familias guipuzcoanas y de origen extranjero se juntan a comer para conocerse, descubrir otras culturas y derribar estereotipos
Diario Vasco, , 21-11-2022Adelante, ¡siéntete como en tu casa!». La frase sale espontánea de la pequeña Lala, de ocho años, para dar la bienvenida a la familia hernaniarra que hoy comerá con ella y con su madre, la saharaui El Haiza Mohamed, en su casa. Estas familias participan en el encuentro Bizilagunak que organiza cada año SOS Racismo en Euskadi, un programa que reúne en torno a una mesa a dos familias, una local y otra refugiada o migrante, para compartir la comida del domingo. El objetivo es acercar a ambas partes para que se conozcan mejor y desmonten los prejuicios y miedos que puedan tener unas personas de otras. Ayer, decenas de vecinos de Donostia, Errenteria, Hernani, Lasarte-Oria, Orio, Urretxu, Arrasate, Ordizia y Tolosaldea –un total de 55 comidas– se juntaron para este propósito. Entre ellas, la hernaniarra Zuriñe Álvarez, acompañada de su madre, Maite Sanz y sus hijas Luxia y Kira, de 10 y 7 años respectivamente.
Es hora de ir a comer. Nada más entrar, todos se descalzan. En el salón espera una mesa repleta de platos que en casa de El Haiza y su marido, Baba, son costumbre: una enorme cacerola de cuscús, sopa de lentejas y garbanzos, verduras cocidas, msemen recién hecho (tipo de pan con forma de torta) «y pollo al horno para quien quiera», agasaja esta mujer. Al fondo, humea una tetera y en mitad de la mesa una bandeja rebosante de dátiles llama la atención. «Siempre se ofrecen en el Sáhara porque son dulces, para nosotros es como un símbolo y se toman con leche», explica El Haiza en un castellano que aún le cuesta, junto a Zeus, dinamizador del encuentro. Se sientan en el suelo y comienza el ir y venir de platos mientras la anfitriona explica cómo llegó a Euskadi hace 11 años tras dejar atrás su hogar en busca de «una mejor vida porque ahí no hay colegios, solo durante cuatro años, y después te tienes que poner a trabajar. Tampoco hay hospitales ni casas, son haimas… Esperamos un Sáhara libre».
Acogida
«Es una buena manera de conocernos, de fortalecer amistades y para los niños es muy enriquecedor», dice la familia invitada
Hace ya once años que vino a Euskadi; primero recaló en Vitoria, donde vivió durante un año y donde nació su primer hijo, Hama, y después se establecieron en Hernani. Afirma que están «muy contentos aquí, todo el mundo me ayuda cuando necesito cualquier cosa, desde buscar la dirección de una calle o cuidar de las niñas cuando mi marido ha estado enfermo. No he sentido rechazo y gracias a Bizilagunak puedo conocer a más gente».
A su lado, Zuriñe añade que «en Hernani hay mucha comunidad». En su caso, es la tercera vez que participa en estas comidas. «La primera vez vinieron a nuestra casa una familia de Mongolia y la segunda, otra de Marruecos y nos hemos vuelto a animar y así seguiremos haciéndolo porque en el pueblo hay mucha inmigración y me parece una buena manera de conocernos, tanto cultural como personalmente, además de fortalecer amistades y para los niños me parece muy enriquecedor que conozcan otras culturas. En el día a día cada uno tiene su vida y se queda ahí la cosa, pero estos encuentros son la excusa perfecta para estar más rato y conversar. Compartir una comida en una casa es muy diferente a saludarte por la calle».
Un total de 224 familias autóctonas y migrantes han participado en esta edición. En Gipuzkoa han sido 55 comidas
Es precisamente esta la esencia de Bizilagunak, tal y como describen sus organizadores. «La originalidad de estas comidas radica en su simpleza, juntarnos a comer en nuestras casas para hablar y conocernos, descubrir sabores e historias diferentes. Enriquecernos con la diversidad de hoy en día». Este año el lema ‘Lo bueno de conocernos’ hace referencia a que «si nos relacionamos, se diluyen los miedos que genera el desconocimiento y conocemos a las personas más allá de los estereotipos y prejuicios». Zuriñe anima «a todo el mundo» a que se una a esta iniciativa «porque al final siempre somos los mismos» y pide que se organicen más actividades a lo largo del año, «desde una salida al monte o una actividad deportiva» para seguir en contacto y conocer a más personas.
Esta edición, 224 familias autóctonas y de origen extranjero, de 37 nacionalidades, han compartido mantel en sus hogares. En Gipuzkoa han sido 55 comidas, en Álava, 38 y en Bizkaia, 19.
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