«Me gusta usar bien la palabra 'amigo'. Solo con quienes lo son de verdad»
Neik Mohammad MohseniZirtan. Ruye Zughal. A la brasa. El ajedrecista, su famila, su restaurante
Diario Vasco, , 18-11-2022Abrió su restaurante Zirtan el día de San Juan. En el 3 de la calle Embeltrán. Nació en Jagori, cerca de la ciudad de Gazni, lugar de poetas no del todo lejos de Kabul. Allí convivieron hace tiempo tayikos, pastunes, hazaras, y un pequeño número de hindúes. Neik es hijo de Fatima, esposo de Masooma, padre de Alisina y Farhad, que estudian en la ikastola de Intxaurrondo. Es amigo de Iñaki Aizpurua, Lorea, Carol, Juan Ezpeleta. Amigos. De verdad.
– Tus hermanos mayores, Noor y Amir, jugaban. Al ajedrez. Tú mirabas. Un día te dijeron que empezaras a jugar. Pero…
– Mi hermano pequeño, Din, (somos cinco con Khair) fue corriendo a decírselo a mi madre. A ella no le gustaba que jugásemos. Ella quería que estudiásemos o ayudásemos en casa. Teníamos algún terreno y una tienda pequeña; nuestro padre era carpintero. Así que aquella primera no fue tal. Recuperé el ajedrez en un campamento de refugiados. Estaba jugando y me invitaron. Yo solo sabía mover las piezas. Las movía hasta cuando me habían dado mate… Aquí ya, encontré el Gros Xake Taldea. Y a buenos jugadores. Como Iñaki Aizpurua (hoy viene cenar a Zirtan. Con su pareja, Lorea). Como Juan Ezpeleta.
«Sobre la leña, sí. Así preparamos en Afganistán muchas carnes. Nada le da más sabor a un asado que unas buenas llamas»
– ¿Qué tipo de jugador eres?
– Me gusta atacar. Me gustan las partidas rápidas. No juego tanto como quisiera. Nuestro Zirtan me ocupa las noches y los días.
– Largo habrá sido tu camino hasta el 3 de la calle Embeltrán.
– Salí de mi país en el año 2000. El primer gobierno talibán duraría hasta 2001. Salí buscando una vida mejor, un futuro mejor. Pasé a Irán. Trabajé en una fábrica de cartón. También en Irán si no tienes papeles te expulsan. Me fui a Turquía. Intenté cruzar a Grecia dos veces. En un bote neumático. No pude. Al final logré llegar a Europa. He atravesado montañas. He caminado de noche. Esquivado los controles en las fronteras. Me he metido en los bajos de un camión. Viví en campamentos. Llegué a Italia. Pasé a Francia. Estuve en centros de acogida en París. Conocí a españoles. Les preguntaba qué posibilidades de vida, futuro, trabajo había en España. Entre ellos había un vasco.
– No me digas. Allá donde vayas, siempre encontrarás uno.
– Era un vasco muy vasco. No me hablaba para nada de España. Solo de las oportunidades que podía encontrar aquí, en el País Vasco. Me aclaró lo del asunto del arraigo, esa posibilidad de lograr papeles tras pasar tres años aquí y tener un contrato de trabajo. Pensé ¿por qué no? Era joven, soy creyente y conozco las cosas que sí puedo hacer. También las que no. Crucé montes y quise atravesar el Bósforo en una balsa. Sabía que resistiría. Que si tenía que dormir en la calle, dormiría. Estudiaría. Buscaría trabajo. Vine.
– Pasarían muchas cosas hasta que prendieras el fuego en tu, vuestro, Zirtan.
– Sí, claro. Hasta me tuve que construir una especie de txabola para dormir por las noches. Pero la realidad fue que cuando llegó el momento de hacer los papeles para solicitar la residencia por arraigo no es que tuviera un contrato de trabajo es que tenía ¡tres!, mientras que hay gente que pasa seis años y no consigue ninguno porque a sus empleadores no les apetece hacer el papeleo, no les apetece cotizar o no…
– Fuiste cocinero más de una vez para los grupos del colegio de Jesuitas que hacían el Camino de Santiago…
– Lo fui, sí. Gracias al marido de Carol, Jose. Había hecho yo cursos de cocina mientras aprovechaba al máximo todas las oportunidades que me ofrecían en los centros de formación.
– Carol es Carol Archeli, la gran dama de los pescados en la pescadería Espe. En la Bretxa.
– Ella, sí. Me contrató. Ahí aprendí mucho sobre besugos, lubinas, doradas, merluzas. He tenido otros negocios. Puse tienda en Barcelona con uno de mis primos. Tienda de alimentación. Daba para uno, no para dos. Volví. Me ofrecieron de nuevo trabajo. En 2015 retorné a Afganistán. Regresé. Con mi familia. Hoy, mis clientes tienen la posibilidad de comprar donde Carol el pescado que quieren para que luego yo se lo prepare aquí, al fuego.
– Interesante. No me extraña lo que dices en el titular.
– Sí. A veces me da la impresión de que la gente usa la palabra ‘amigo’ muy alegremente. A mí me gusta reservarla para quienes lo son de verdad. Y de los de verdad he hechos bastantes aquí.
– Zirtan significa en farsi ‘Ruye Zughal’ (sobre la leña) Y en castellano, al fuego.
– ‘Zirtan’ es una expresión más del euskara del norte así que muchos euskaldunes del sur no la conocían. En mi país el 80% de la comida la preparamos sobre la leña o el carbón. El gas, si lo tienes, solo se utiliza cuando hay prisa y poco tiempo. Para mí nada extrae mejor el sabor de una chuleta de vaca rubia que el fuego. Nada mejor que las llamas para el bacalao. Y si para el pescado trabajamos con Carol, para las carnes lo hacemos con Okelan.
– Y vuestro yogur… afgano.
– Necesitábamos buen yogur para la salsa de nuestros platos tradicionales. Para el ‘mantu’ (parecido a los raviolis, rellenos de carne, verduras y especias…). Y sí, lo hacemos con nuestros fermentos. Gracias a clientes y amigos, nuestro restaurante tiene futuro.
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