RESPONSABLE PARA EUROPA DE AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA
Marco Mencaglia: «Los ataques rusos y el invierno provocarán más de 5 millones de refugiados internos en Ucrania»
«La Iglesia ortodoxa no tiene suficiente influencia en Putin para conseguir que pare la guerra»
ABC, , 02-11-2022Marco Mencaglia es desde hace dos años el responsable de proyectos para Europa de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés), una fundación pontificia internacional especializada en la atención de las iglesias más perseguidas y necesitadas. Desde su creación, en plena Guerra Fría, la prioridad de ACN fue ayudar a sacerdotes y fieles de los países comunistas. Aunque más tarde el destino de sus aportaciones se diversificó, todavía es clave su labor en las antiguas repúblicas soviéticas.
De hecho Ucrania es el país al que más fondos han aportado a lo largo de toda su historia. Mencaglia, italiano, coordina ahora desde Alemania la ayuda tanto a Ucrania como a los refugiados acogidos en las zonas limítrofes, que ha visitado en varias ocasiones desde que comenzó la guerra, lo que le convierte en un observador privilegiado del conflicto. En una reciente visita a Madrid nos ayuda a entender la situación.
—¿En qué se diferencia la realidad que se está viviendo en Ucrania de lo que nos llega a través de los medios?
—Tenemos la sensación de que la información que nos llega está condicionada para dar una imagen que sea motivo de esperanza para el pueblo ucraniano y tal vez no se entra mucho en el sufrimiento real. Por ejemplo, no sabemos cuántos civiles han muerto, ni cuántos soldados ucranianos, que seguramente no son menos que los rusos. A raíz de los nuevos ataques rusos con drones, la situación es peor, porque no van contra objetivos estratégicos militares sino a empeorar la vida cotidiana de las personas y conseguir que sea imposible vivir este invierno en estos lugares. Según la presidencia de Ucrania el 30% de las instalaciones energéticas han sido destruidas.
—Es en la práctica un ataque en dos fases, la actual, y la que vendrá en unos meses cuando se vean los efectos de esa destrucción.
—La nueva estrategia del ejército ruso es conseguir controlar desde un punto de vista militar todas las infraestructuras. Será muy difícil para la población sobrevivir en pleno invierno, con temperaturas por debajo de -20º grados, sin poder acceder a la energía para calentarse.
—Vamos camino, entonces, de una de las fases más complicadas de la guerra y da la impresión de que en Occidente estamos saturados del conflicto. ¿Puede convertirse en otra guerra enquistada y olvidada?
—Ese fenómeno ya lo hemos vivido anteriormente. Lo vimos en Venezuela. La atención del mundo hacia un país se mantiene unos meses, después hay otros intereses. Parecido ocurrió en Armenia. La primera mitad del 2021 contactamos con el obispo local por si necesitaba ayuda. Nos dijo: «Ahora no, pero os contactaré a final de año, porque percibimos que baja la solidaridad». Lo mismo está ocurriendo en Ucrania. ACN no es una organización especializada en la primera emergencia. Antes del conflicto ya donábamos 5 millones de euros al año al país, porque es el tercero más pobre de Europa. Seguimos apoyando ahora y seguiremos después de la guerra.
—¿Cuáles van a ser las necesidades en los próximos meses?
—Nuestra prioridad es apoyar, junto a las Cáritas locales, a los monasterios y seminarios, que desde el comienzo de guerra se han convertido en centro de acogida a todos los desplazados internos. Hace algunos meses comenzaban a regresar a la zona de Kiev, pero desde los ataques ya nadie quiere retornar. Para muchas personas de las zonas más orientales su futuro está en Ucrania, pero en otras regiones. Ya no tiene casa y no sabemos si Ucrania recuperará esas zonas.
—¿Cuántos refugiados hay?
—Al comienzo del conflicto hablábamos de más de 4 millones, pero ahora con la ola de ataques rusos y con la llegada del invierno a unas regiones donde no hay infraestructuras para la calefacción, van a provocar un aumento por encima de los 5 millones de desplazados. Sobre todo son mujeres con sus hijos, porque muchos de los hombres han fallecido en el conflicto.
—¿Cómo se puede poner fin a esta guerra?
—Veo con tristeza que en Europa no tenemos una palabra que pueda ayudar a una situación de paz. Dependen de las fuerzas más empeñadas en este momento como Rusia, EE.UU., China y Turquía. Este último puede ser el principal país mediador.
—El Papa ha tratado de mediar a través del patriarca Kirill. ¿Es posible que consiga de este una declaración que lleve a Putin a parar la Guerra?
—La Iglesia ortodoxa rusa no tiene fuerza suficiente para eso. Además, hay que entender que la cultura política en Rusia es muy diferente y no tienen esa separación entre estado e iglesia que gozamos nosotros. Sería muy mal percibida por la población una declaración de la Iglesia en contra del Gobierno. Se consideraría como una traición. Tenemos que ser conscientes de que Rusia está viviendo una situación de guerra y, desde su perspectiva, no hay espacio para las dudas.
—ACN nació para ayudar a las iglesias locales en los países de la órbita soviética, ¿tiene una especial significación este conflicto para vosotros?
—El trabajo que hicimos de comunión durante años está ahora en riesgo, pero el Vaticano nos impulsa a seguir manteniendo este contacto, a seguir el diálogo aunque sabemos que es un momento más para la sobriedad y no para las grandes iniciativas ecuménicas. Hay que pensar en el futuro.
—Un diálogo que será clave cuando llegue el momento de la reconstrucción, en un país devastado…
—Ayuda a la Iglesia Necesitada ha estado presente en el encuentro en Kazajistán entre el Papa Francisco y una representación al más alto nivel de la Iglesia ortodoxa. Aunque no haya declaraciones conjuntas, encontrarse ya es un hecho, mantener abierto ese hilo.
—¿No está cerrada la vía de diálogo entre la Iglesia católica y la ortodoxa?
—Se mantiene, aun con las dificultades que se pueden imaginar. Como fundación pontificia estamos por completo en esa línea y hemos tenido durante el conflicto una posición sobria, dando voz a los obispos locales, a los sacerdotes y a la gente que está viviendo el día a día de una forma heroica.
(Puede haber caducado)