Árabes seculares en Madrid

La Razón, 23-07-2006

Madrid – Samir no conoce a Rahmy y Rahmy tampoco conoce a Samir, y ninguno
de ellos conoce a Mohamed. Ella es egipcia aunque nació en Chile. Samir
nació en Belén y lleva 8 años en España como profesor de español para
extranjeros. Rahmy, hace 20 años que llegó a Madrid y ha trabajado en el
área del turismo. Ella es una guapa mujer de 57 años. Él, camina con la
lentitud que le obligan sus 73. Mohamed tiene 26 y no camina, es bailarín
de danza oriental con 11 años en Madrid. Los tres son árabes muy
orgullosos de sus orígenes. Los tres se duelen con el conflicto en Oriente
Medio. Los tres no son musulmanes. Sí, no profesan el Islam. Quienes creen
que árabes y musulmanes son lo mismo, se equivocan. Rahmy, Samir y Mohamed
viven en España, trabajan, pagan impuestos, tienen hijos, se enamoran, se
divierten, creen en Dios o no, son como usted o como yo. Pertenecer a una
etnia no es lo mismo que ser parte de una fe, y menos, de una versión
radical de una religión. La fe se escoge, la raza no. El fanatismo no es
medida de nada, pues no representa las diversas versiones que conviven en
cada fe. Desde lo más liberal hasta lo más ortodoxo. Juzgar a todos por
algunos es errado, injusto. En el mundo hay alrededor de 1.200 millones de
musulmanes. Es la segunda religión después de la cristiana, que concentra
a un 32,8% de la población mundial (entre católicos, protestantes,
ortodoxos y anglicanos). El 19,6% del planeta es musulmán, el 13% hindú,
6% budista, 0,23% judío, el 13% pertenece a otras religiones y casi un
15,4% se declara ateo o no religioso, según los últimos datos de la
Enciclopedia Británica. Sangre derramada. Samir no cree en Dios ni en
dioses: «En nombre de Dios se ha derramado demasiada sangre». Rahmy se
confiesa creyente: «En mi corazón pasan muchas cosas. Mi abuelo y mi padre
eran protestantes, yo no soy religiosa pero creo en Dios y en algo
superior. Hoy la causa islámica radical le hace mal al mundo árabe. No hay
que encasillar a todo un pueblo. No todo español es de ETA y no todos los
árabes somos talibanes». Mohamed no reza pero respeta a quienes lo hacen:
«En Egipto hay musulmanes que no oran 5 veces al día pero sí puede que
dos, las hacen… hay flexibilidad. Egipto posee un 35% de cristianos que
viven y estudian como todos. Yo nunca noté diferencias de ningún tipo. Los
72 millones de egipcios viven su fe de un modo más popular, sin
radicalismos. Yo no practico pero respeto. Desde los tiempos de los
Faraones somos un pueblo de fe y los que viven el Islam lo hacen con
tolerancia, respeto y diversidad, porque esas son las bases humanas del
Islam». La religión musulmana nace con las revelaciones que el Arcángel
Gabriel le realiza a Mahoma, y que éste escribe en trance, de una sola
vez, dando forma al Corán, piedra angular de esta religión. El Islam
acepta los profetas del Antiguo y Nuevo Testamento, pero, con Mahoma,
acabarían las profecías. Como todas las religiones, en ella conviven
interpretaciones ortodoxas y otra más seculares. La más ortodoxa,
representada por el Talibán o Irán, aplica la Sharia (ley islámica) tal y
como aparece en el Corán. Ellos consideran que el Islam se ha desviado de
su pureza inicial y a ella hay que volver. La otra, más secular, separa la
sociedad civil y la religiosa, como ocurre con Irak, Siria, Egipto y
Palestina. «Siempre se equivocan cuando creen que ser árabe y fanática
islámica son lo mismo, yo no soy una talibán», comenta Rahmy. Para Samir
esto es «patético». «La ignorancia de occidente y el fanatismo religioso
son terribles combinaciones, además nunca saldrían en televisión
musulmanes normales o liberales porque eso no es noticia» agrega Samir.
«Yo no soy musulmana – subraya Rahmy – pero al mundo del Islam se le tilda
de cerrado, pero si es tan cerrado como cualquier tipo de fanatismo
religioso. El Talmud, La Tora y El Corán no están muy lejos en sus reglas.
El problema no son los libros sagrados sino sus interpretaciones
extremistas». A Samir lo que más le llega es el tema palestino: «Resolver
el tema palestino es clave para la paz y la convivencia entre Oriente y
Occidente, la pregunta es ¿por qué Occidente, sabiendo esto, no se esmera
en resolverlo? Es terrible lo que ahí sucede, un pueblo como el judío, que
sufrió tanto, hoy pasa de víctima a victimario y eso es muy triste, es no
tener memoria histórica». Rahmy agrega: «A mí me duele el tema palestino
aunque yo no lo sea pero estuve 11 años viviendo con un judío. Me casé en
una sinagoga y me convertí a su fe por amor. He visto las dos veredas, los
sufrimientos de ambos. Pero es que hay demasiadas diferencias y yo he
estado allá. ¿Un tanque contra una piedra, qué guerra es esa? Se me caen
las lágrimas al ver ese sufrimiento y el mundo no dice nada». Mohamed cree
que se requieren modificaciones: «El mundo árabe debe cambiar sus
liderazgos porque esos líderes han sido puestos por Occidente que hace un
doble juego con Oriente y es absurdo. El Islam es una fe y hay radicalismo
como en todas las religiones. Los árabes queremos la paz». «Hoy la gente
no entiende el mundo musulmán, tiene prejuicios y no comprende, temen lo
que no conocen». Para Mohamed la danza es su forma de vivir, de pensar y
de captar el mundo. «Sin la danza no sé qué sería de mí», agrega y sigue:
«La barrera entre Oriente y Occidente es un muro enorme que posee una
única ventana que es la cultura, el arte, la danza. Esto es una pequeña
ventana que une Oriente y Occidente, y la danza permite salvar ese muro».
Samir tiene esperanzas: «Hay mucha gente que no quiere abrirse a entender
el mundo árabe, prefieren mantener sus prejuicios. Por ello la esperanza
son las nuevas generaciones. Ellos son lo más importante para lograra un
entendimiento cultural». Rahmy y Mohamed mantendrán el orgullo de ser
egipcios y Samir el de ser palestino. Los 3 seguirán sin conocerse pero
los unirá la confíanza en que el planeta entienda que el fanatismo
religioso y el mundo árabe no son lo mismo.

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