MI GENOMA Y YO

Mi querida Italia

Quien asocia el viejo fascismo con los nuevos populismos no insulta a Giorgia Meloni, insulta a todo el país

Diario Vasco, Álvaro Bermejo ÁLVARO BERMEJO, 04-10-2022

n the land that invented fascism the far right is back in power» –En la tierra que inventó el fascismo la extrema derecha regresa al poder–. Pocos titulares más alejados que la realidad que éste del Washington Post a cuenta de las últimas elecciones italianas. Quien asocia el viejo fascismo con los nuevos populismos no insulta a Giorgia Meloni, insulta a toda Italia.

Tras quince años recorriéndolo desde el Piamonte a Sicilia, conozco este país mejor que el mío, si no es ya medio mía mi querida Italia. Un Síndrome de Stendhal incurable que espero culminar retirándome allá con el convencimiento de que viviré entre la mejor gente del mundo, discretamente, pero como el «Va pensiero sull’ali dorati».

¿Un país de fascistas? No conozco otro con mayor deseo de agradar al visitante y tan escasas pasiones chovinistas. Ninguno más humano, ni más predispuesto a hacer amigos. Ninguno más refractario al sectarismo, siempre posibilista, la cuna de la diplomacia. Es desde esa lectura como hay que interpretar el triunfo de Meloni y su Fratelli d’Italia, no en vano el emblema que levantó Mazzini en el Risorgimento. Respeta la democracia, no predica un proyecto totalitario, no sueña con ningún «hombre nuevo», nada de lo que caracterizaba al fascismo.

¿Qué hay detrás de su victoria? Una derecha que defiende los valores tradicionales –¿es pecado ser conservador?–, que cuestiona la inmigración masiva –40.000 ilegales por año, ¿qué economía puede soportarlo?–, que está harta del despilfarro. Pero también una izquierda que ha perdido su credibilidad y se ha ganado a pulso este voto de protesta contra sus políticas. Un infierno fiscal, una inflación alarmante, una deuda que supera el 150% del PIB. ¿Qué es el Estado del Bienestar para ellos? Aquel del que vive y se lucra la partitocracia a su costa.

No, no son los del puro y la chistera, sino las clases trabajadoras las que han comenzado a votar a la derecha en toda Europa. Y eso la izquierda no lo puede digerir ni soportar. Pero también en esto los italianos van por delante de nosotros. Aquí vivimos la política como una tragedia calderoniana a puñaladas. Allá, como una variante de la comedia del arte.

Nadie duda que Meloni lo va a tener difícil –una cosa es la retórica, otra la realidad–. Su ventaja es que parte de una situación impeorable. Su expectativa, con toda certeza, la cuerda floja. Nada nuevo para los italianos. Inventaron la ópera para hacer de cualquier drama un milagro de belleza, y seguir cantando.

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