«Cualquier día se nos cae la casa, pero ya no se puede rehabilitar»

Dos de las seis viviendas de un edificio han sido desalojadas de inquilinos en Eibar por estar en ruina mientras otros pagan 400 euros de alquiler por vivir «bajo el peligro»

Diario Vasco, OSKAR ORTIZ DE GUINEA, 19-09-2022

Mohamed y sus padres, que tienen 70 años de edad y doble nacionalidad marroquí y española tras dos décadas en Eibar, viven «dos realidades» en el número 3 de la calle Urtzaile, una vía pegada a una de las arterias principales de la villa armera, a 9 minutos a pie de la plaza Unzaga. Alzar la mirada hacia la fachada de su casa, cruzar el umbral del portal, subir las escaleras entre crujidos de la madera y paredes agrietadas, les hace temer que «cualquier día se nos cae encima y tenemos una avería gorda». Pero abren la puerta de su casa, en la tercera y última planta, y encuentran la comodidad de un hogar remodelado de un centenar de metros cuadrados. «Tiene cuatro habitaciones, un salón enorme, una cocina grande… Mis padres reformaron la casa y cuando estás dentro, te olvidas de la ruina en la que vives», suelta Mohamed con una sonrisa de resignación que se vuelve infinita cuando ve llegar a su hermana con sus dos hijos. «¡Ey! ¿Qué tal chicos? Subid a casa y luego os veo», les dice con un abrazo en el rellano. La madre de los pequeños deja una sillita de niño al lado de un carrito de bebé oculto tras un pedazo de chapa okume. «Viven varios niños aquí».

Pese al precario estado del edificio, hay detalles que permiten imaginar el esplendor que debió de tener cuando fue construido en 1911, veinte años antes de que Eibar fue la primera ciudad del Estado en proclamar la II República. Pocos albañiles habrán pasado en este tiempo. «La casa está en muy malas condiciones. Ya lo ves…», introduce Mohamed. «Vivíamos seis familias, y ahora solo cuatro porque a otras dos el Ayuntamiento las desalojó hace un año o así por lo peligroso que era».

Curiosamente, una de estas familias residía en lo que hasta hace alrededor de una década fue la sede del histórico Ballet Eibarrés. «Si era un estudio de ballet, imagina qué condiciones reunía como vivienda. El suelo estaba podrido, con un agujero. Vivía una familia con seis hijos» que pagaban «360 euros de alquiler», asegura Mohamed tras informarse con una llamada telefónica. Uno empieza a imaginar los problemas que puede llegar a reunir un edificio –humedad, goteras, corrientes, grietas en columnas y paredes, piso irregular…, por no entrar ya en certificados legales–, y este de Eibar parece tenerlos todos. «Hasta ratas», precisa Mohamed, algo que comprobamos al recorrerlo.

30.000 euros por un piso
Según informa, de las cuatro viviendas habitadas, dos están reformadas y las otras dos, no. Son las dos que están alquiladas, con una renta mensual de «400 euros y pico». Mucha gente no viviría aquí «ni aunque le pagaras ese dinero». Mohamed es diáfano para denunciar la situación que sufre «mucha gente, sobre todo inmigrantes . Cuando vienes a otro país, necesitas un sitio para dormir, para regularizar tu situación, tener papeles. A mí me han ofrecido un piso en esta casa por 30.000 euros. Imagina su estado para que cueste eso. Y ese piso está alquilado por más de 400 euros. Al final, el dueño hace negocio porque está sacando un beneficio por algo que vale una mierda, y quien paga el alquiler porque lo que busca es un techo, un sitio donde empadronarse, y no le importa cómo esté, aunque viva con el peligro de que pase algo».

En los bajos de esta casa hay varios locales cerrados. También lo están los restos de unos talleres en el inmueble aledaño, que contrastan con otros de alrededor. «Todo esto lo quieren tirar. Tal como está ya la casa, donde durante años y años no se ha hecho nada, con suelos podridos, ya no se puede reformar. Tampoco nos dejan arreglar el tejado, que tiene goteras», lo que obliga a la madre de Mohamed a «ir poniendo cubos» en el trastero bajo cubierta «cada vez que llueve. Y va a cumplir 70 años. Lo terminas viendo como algo normal, cuando no lo es. Es injusto».

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