«Ya no pienso en volver a Ucrania, ahora debo construir una nueva vida aquí»

Tras seis meses de la invasión, los refugiados avanzan en su integración. Mariia y Tania ya han conseguido lo más difícil: trabajo y una vivienda en alquiler

La Voz de Galicia, Beatriz Antón, 05-09-2022

Apesar de todas las dificultades a las que se ha tenido que enfrentar en estos últimos meses, Mariia Osadcha no pierde la sonrisa. Se esforzaba por llevarla puesta durante sus primeros días en Ferrol, adonde llegó hace ya casi medio año huyendo de las bombas. Y la sigue luciendo en este septiembre ya casi otoñal, mientras su país continúa en guerra y no se atisba el final del conflicto. «Las cosas han cambiado mucho para mí desde que llegué a Ferrol: en estos últimos meses he conseguido un trabajo, he podido traer a mis padres desde Ucrania y ya no vivo con una familia de acogida. Resultó muy difícil, pero finalmente conseguí que me alquilasen un piso», relata en inglés y con mucho espíritu positivo esta peluquera de Kiev.

Pero Mariia reconoce que su caso no refleja la realidad del grueso de los refugiados ucranianos que residen en la zona de Ferrol, unos 70 según sus cálculos, la mayoría mujeres con niños pequeños. «Solo conozco el caso de una persona que haya regresado a Ucrania. Desde que yo vine han ido llegando más refugiados a Ferrol, pero muchos no tienen trabajo y acceder a una vivienda resulta muy complicado. Los propietarios temen que no podamos pagar el alquiler o que en cualquier momento decidamos volver a Ucrania», comenta.

Según datos recientes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración, solo el 14 % de los refugiados ucranianos que han llegado a España tras el inicio de la guerra tienen trabajo. Por eso Mariia se siente afortunada y solo tiene palabras de agradecimiento para la peluquera Inés Pose, que la contrató para trabajar en su salón de la plaza de Amboage. «Inés es una persona increíble, confió en mí y me dio una oportunidad. ¿Y qué puedo decir de mis compañeras y la clientela? Son muy buenas personas, hacen que todo sea más fácil y siempre tienen una sonrisa para mí», comenta emocionada Mariia, que vive en Ferrol con sus padres y sus dos hijos, de 16 y 5 años, que están escolarizados en el CIFP Leixa y en el CEIP Cruceiro de Canido.

Pasados ya seis meses de la invasión, Mariia ha descartado por completo la idea de regresar a Ucrania. «Amo mi país, siempre lo tengo en la cabeza, pero ya no pienso en volver a Ucrania, ahora debo construir una nueva vida aquí. Tengo que pensar en el futuro de mis niños», dice Mariia al tiempo que apunta que su hijo mayor podría ser llamado a combatir en el frente si regresase a Ucrania.

Por eso ahora su mayor anhelo es que su marido pueda dejar Ucrania algún día para reunirse con ella y sus hijos en Ferrol. «Hablo con él todos los días y siempre me dice que está muy orgulloso de mí y me pide que siga siendo fuerte».

Tania NepomnaschayTania Nepomnaschay CESAR TOIMIL
En el Hotel Silva

Como Mariia, Tania Nepomnaschay también se siente afortunada por haber conseguido un empleo en Ferrol. En Ucrania era gerente de una empresa de construcción, pero al no dominar el idioma sabe que las opciones para encontrar una oportunidad laboral en ese campo son escasas. Por eso agradece enormemente que el propietario del Hotel Silva le diese una oportunidad y la contratase para trabajar como camarera y limpiadora en el establecimiento de la calle Río Castro. «Para mí es muy importante trabajar porque gracias a eso he podido alquilar un piso para mí y mi hija», dice Tania, que durante sus primeros meses en la comarca vivió gracias a la generosidad de una familia ferrolana que les abrió de par en par las puertas de su casa en Canido.

Para ellos solo tiene palabras de agradecimiento, al igual que para las entidades que les prestan ayuda, como Cruz Roja, la Cocina Económica, Cáritas o la Escola de Idiomas. Tania piensa un día sí y otro también en regresar a Ucrania y reunirse con su marido, pero, como Mariia, cree que ahora no es factible.

Madlena y AlinaMadlena y Alina
Lo cuenta en torno a una mesa en la que también se sientan Madlena y Alina, otras dos refugiadas ucranianas que no trabajan. La primera, ingeniera agrónoma, aprende español a contrarreloj con la esperanza de encontrar un empleo relacionado con su formación, mientras que Alina cuenta que estaría dispuesta a trabajar desde «ya» cuidando a niños, que era como se ganaba la vida en Ucrania. Las dos descartan regresar a su país de momento. Y como Mariia y Tania, alaban el espíritu acogedor de los ferrolanos. «Aquí la gente es muy buena y amable, siempre están dispuestos a ayudarnos».

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