«En Lesbos ves la estatua de la Libertad y ya no das a nadie ni nada por sentado»

La filóloga hispánica que chapurreó farsi en los campamentos

Diario Vasco, Begoña de Teso, 01-09-2022

Hija de Marian e Inazio. Fue alumna de la ikastola Mariaren Bihotza. Y de La Salle. Estudió Filología Hispánica en Gasteiz. Master en Enseñanza. Cristiana. Voluntaria (activa) en varias organizaciones de ayuda humanitaria y al desarrollo. En Proclade, por ejemplo. En Cáritas. En acciones de Comercio Justo. Ha vuelto de Lesbos. Allí luchó y vivió con Zaporeak.

– ¿La Estatua de la Libertad del puerto de Mitilene? Bronce y mármol. 15 metros. Erigida en 1930. Obra de Zevgolis y George.

– Sí. Esa. Te causa una impresión tremenda verla ahí, frente al mar por el que llegan cientos, miles de personas expulsadas de lo que era su vida, su presente, su futuro por la guerra, las crisis económicas, la hambruna, las persecuciones. Impresiona, sí. Porque no dejarán de llegar a esa costa.

«En las campañas de recogida de alimentos hemos de entender que acaso las lentejas no sean una buena opción. Ni los tallarines de colorines. Ni las galletas de chocolate»
– El lunes los periódicos informaban de que en los seis primeros meses de 2022 llegaron a Grecia y Malta 22.601 personas, un 133% más que en 2021.

– Te lo he dicho, no van a dejar de venir a Europa. Por cualquier ruta. Y cuando estás allá, en Lesbos, te preguntas si al arriesgarlo todo en las pateras, a través de los Balcanes, por los desiertos imaginaban que era esto lo que se iban a encontrar: letrinas que, en el mejor de los casos, se parecen a las que se instalan en los sanfermines, campamentos en los que dependes de la ayuda humanitaria. Policía, cámaras de seguridad, barracones quemados por los ultraderechistas. También llegas a pensar que tal vez…

– ¿Sí?

– Su situación en sus países de origen era tan espantosa que incluso todo lo que hemos contado les resulta más… ¿agradable? ¿libre? ¿tranquilo? También pensaba yo en aquellos emigrantes vascos, gallegos, extremeños. Ahora lo suyo se cuenta a veces como una epopeya. Pero eran como estos: refugiados. Políticos muchos, económicos tantos.

– Me pregunto si Safo, la poeta (’No me olvides y vete alegre;

sabes bien el amor que por ti sentí’), tiene estatua en su isla.

– Su busto, del siglo VI, está en el Arqueológico de Estambul pero sí, hay una estatua suya en la plaza. ¿Por qué preguntas por ella?

– ¿No lo has pensado nunca, tú, que te encanta leer y escribir?

– ¿Pensar el que?

– Para muchos de nosotros, antes de que empezaran a llegar ríos de seres humanos a esas costas, Lesbos era solo una isla casi mitológica, la suya y de sus amantes. Y Lampedusa significaba…‘El Gatopardo’.

– No lo había pensado, no. Sí, me gusta escribir. Y leer pero sueño con enseñar. Quiero, voy a decirlo así, contribuir a la educación de las ciudadanas y ciudadanos del futuro. Transmitirles, compartir, los valores que a mí me han sido dados.

– Estamos hablando en euskara pero en cualquier idioma la palabra que has elegido tiene una fuerza especial: hiritarra/ciudadano/citoyenne/citizen. Dime ¿cómo te gustaría que fuera esa persona del mañana?

– Solidaria. Lo contrario de individualista pues el individualismo, lo estamos viendo, no nos lleva a ninguna parte. Queramos o no, somos animales grupales. No lobos solitarios. Y quiero una solidaridad ancha, no de kilómetro cero. Sueño con que, por supuesto, tu primer núcleo de socialización sea la familia pero luego está la comunidad de vecinos, el portal. Y cuando abres la puerta ves que hay muchos más portales. Y que en todos vive gente. Quiero ciudadanas que al tomar una decisión entiendan que si lo hacen egoístamente acaso lo que es bueno para ellas, es malo para los demás. Quiero gente de mente abierta para aceptar que nuestras costumbres, ideas, gustos quizás no coincidan con los de muchos otros seres humanos. No es Navidad en todo el mundo el mismo día ni verano al mismo tiempo. Pero parece que ciertas cosas las damos por sentadas. Y no.

– Has vuelto con esa idea, no dar nada por sentado. Ni a nadie.

– Vemos que hay miles de seres humanos a los que se les niegan derechos reconocidos en las constituciones de medio mundo: asilo y libre circulación. Los creíamos conquistados y resulta que no. Y no dar por sentado a nadie quiere decir no caer en el típico retrato robot del refugiado. Piensa que, cuando pueden, pasean. Piensa que yo he ido con algunos a ver nuevas playas, hablando en inglés, algo de farsi y muchos gestos. Piensa que alguien monta en el campamento un simulacro de peluquería. Y otro, algo parecido a un gimnasio. Pasarán años allá así que intentan remedar la vida que tuvieron. O la que desean.

– Una imagen de Lesbos.

– Un niñito de seis años viene a recoger la comida. Su madre está ocupada con sus otros hijos más pequeños. Va a llevarse cinco tuper, cinco piezas de fruta, bebida. No le dan los bracitos. Le apañamos una caja. Dice ‘Zenkiu’.

– ¿Y lo de las lentejas y la pasta?

– Se pide para los campamentos ‘comida digna’. Y por supuesto, no llega en malas condiciones. Pero verás, para muchos, allá, las lentejas son comida para animales. A nosotros no nos lo parecen, pero para ellos es un insulto. ¿Galletas? María, por favor. Porque, ¿a quién le das la de chocolate y a quién no? Pasta, la de siempre porque ¿a quién (no) le sirves esos tallarines al huevo y espinacas?

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