Todo por vuestra patria

El Correo, 22-07-2006

MANUEL ALCÁNTARA/

El soldadito español, soldadito valiente, puede haber nacido en cualquier otro sitio. Como el ardor guerrero ha disminuido ostensiblemente entre nosotros es necesario reclutar extranjeros dispuestos a verter hasta la última gota de su sangre. Si nos conformáramos con los nativos los desfiles quedarían más bien sosos, pero gracias a los inmigrantes siguen siendo bastante amenos. La presencia de guineanos o de gente llegada del altiplano andino les pone una nota de color. Una reciente «radiografía del ejército español» nos hace saber a los civiles que uno de cada dos soldados que nos defienden es extranjero. No puede extrañarnos que el que perdió la vida recientemente en Afganistán fuera peruano. Unas 3.000 personas venidas de lugares más o menos remotos han jurado nuestra bandera.

Las clases medianamente acomodadas siempre han preferido delegar en los más pobres el inmenso honor de servir a la patria. Ya era significativa la expresión de «librarse» del servicio militar. Se lograba siendo hijo de viuda o teniendo un padre rico. Eran los llamados de ‘cuota’. Las familias pudientes no deseaban que sus miembros formaran parte de esa «religión de hombres honrados» que según Cervantes es la milicia. La idea del servicio obligatorio fue en principio de la llamada izquierda. Actualmente es partidaria de un Ejército profesional, o sea, de pagar a quienes sirven, con lo que ha conseguido que los pobres se agrupen. En cualquier caso, lo que importa es cómo esos hombres estén dirigidos. Un general ateniense cuyo nombre o he olvidado o no lo he sabido nunca, decía que un ejército de chivos conducido por un león es más poderoso que un ejército de leones conducido por un chivo. Lo grave es cabrear a los chivos y transformarlos en leones, pero no hablo ahora de lo que está pasando en Líbano.

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