Cooperación migratoria
La Verdad, 21-07-2006Las dos jornadas del Encuentro Iberoamericano sobre Migración y Desarrollo celebrado esta semana en Madrid han cumplido, presumiblemente, su objetivo de presentar un plan de acción sobre esa materia a la Cumbre Iberoamericana que el próximo otoño tendrá lugar en Montevideo. Pero también han sido una buena ocasión para comprobar las diferentes percepciones en torno a los fenómenos migratorios, según sea visto desde los países de origen o desde los de destino. Y basta para ello comparar los discursos de marcado populismo del presidente mexicano Vicente Fox, defendiendo la inmigración como una oportunidad ante la que no hay que construir muros; el del representante de Naciones Unidas que identifica emigrante con refugiado o el más cauteloso del presidente Rodríguez Zapatero, más centrado en diferenciar entre la inmigración ordenada e ilegal.
Las relaciones migratorias de España con la comunidad iberoamericana han sido históricamente armoniosas y lo siguen siendo, como muestra el hecho de que más de un millón de los tres millones de trabajadores extranjeros que hay en nuestro país procedan de aquel continente. En las conclusiones del Encuentro celebrado en Madrid, aún no oficiales, también se atisba que las propuestas giran mayoritariamente sobre migración y apenas sobre el otro foco de la reunión, el desarrollo. Por lo que a España se refiere, lazos históricos incluidos, como país receptor debe acertar en sus políticas de acogida, que van más allá del control sobre los flujos. En ese sentido, el presidente Rodríguez Zapatero ha mantenido en esta reunión multilateral la política de «aceptación de las raíces culturales de los inmigrantes dentro del respeto a las leyes españolas». Dicho así, igual puede interpretarse como el más laxo multiculturalismo o como un cierto integracionismo. Bien es cierto que las diferencias culturales de quienes llegan de países iberoamericanos no son las más chocantes con la sociedad española, pero nuestro Gobierno debe fijar con máxima claridad una política general en esa materia. Y en ese sentido, al menos hay síntomas de que camina en dicha dirección, tales como el notable aumento presupuestario para el Fondo de Acogida e Integración Social y, sobre todo, el reciente Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración.
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