El Ayuntamiento desaloja el Jardín Chino y las ONG se ven desbordadas para dar techo a más de cien subsaharianos

Las organizaciones sociales tuvieron que echar mano de hostales ante la escasez de albergues y la falta de previsión

La Verdad, 21-07-2006

Los equipos de limpieza municipal desmantelaron ayer, en una mañana, el campamento del Jardín Chino en el que un centenar de subsaharianos ha malvivido durante varios meses. A primera hora, y tras una decisión que tomaron en común el Ayuntamiento y la Consejería de Trabajo, los operarios cargaron con colchones, ropa y enseres. El desalojo de los inmigrantes estaba en marcha. Ya la noche anterior, el cercano albergue de Jesús Abandonado, Cáritas y Murcia Acoge se habían hecho cargo de 70 inmigrantes. Por la mañana, otros 11 fueron recogidos por las ONG Cepaim y Rasinet.

A mediodía, los concejales de Bienestar Social y Parques y Jardines, Maruja Pelegrín y Pepe Ros, y la consejera de Trabajo, Cristina Rubio, citaron a los medios en el Jardín Chino. Allí volvieron a cargar contra la Delegación del Gobierno, a la que hicieron responsable de la situación, y escenificaron un nuevo capítulo del enfrentamiento político que mantienen con el PSOE a cuenta de la inmigración.

Terminadas las declaraciones, los políticos se fueron y el trabajo quedó para las ONG. El desalojo estaba anunciado a los cuatro vientos, pero las organizaciones sociales se encontraron con serias dificultades para hacer efectiva la orden ante la falta de previsión de las administraciones. «Cada vez están llegando más inmigrantes al jardín, porque muchos se van temprano a buscar trabajo y y empiezan a volver ahora», reconocía Mady Cisse Ba, presidente de la Asociación de Senegaleses y de la ONG Rasinet. Sobre la una y media de la tarde, eran ya unos 60 los subsaharianos que aguardaban un techo bajo el que poder cobijarse. Cepaim, en colaboración con la Delegación del Gobierno, fletó un autobús a las tres de la tarde y trasladó a una treintena de inmigrantes a un hostal en la zona del Eroski. Mientras, Rasinet, que mantiene un convenio con la Consejería de Trabajo, se hizo cargo de otras 30 personas, a las que alojó en dos pensiones cercanas a la estación de tren. «Nos ha costado mucho – reconocía Cisse Ba – ; porque la mayoría de hostales nos han dado con la puerta en las narices. Al final nos han aceptado en dos, pero con la condición de subirnos el precio por encima de su tarifa normal». Anoche, sobre las once, el parque aparecía desierto y discretamente vigilado por la Policía Local.

Lejos del fragor político, los inmigrantes protestaban ayer por el hecho de haberse convertido en objeto de la polémica. Mady Cisse Ba, representante de los senegaleses, se lamentaba. «Los partidos no pueden usarnos como una pelota de tenis; sólo queremos convivir con los murcianos en paz»

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