Ligero de equipaje

La Voz de Galicia, OLEKSANDR PRONKEVICH, 26-07-2022

Este lunes es 25 de julio, el Día Nacional de Galicia. Desde Ucrania mando mis felicidades a todos los gallegos y a mis queridos colegas de La Voz de Galicia que apoyan a mi país y a mí personalmente en el momento más trágico para nosotros.
Han pasado cinco meses de la guerra. Es poco tiempo desde la perspectiva de la historia universal, es mucho tiempo para un país como Ucrania y es una eternidad para un individuo como yo. Sin embargo, en cualquiera de estos tres casos es bastante tiempo para hacer un resumen sobre los cambios que hemos sufrido como resultado de nuestra existencia triste bajo la guerra. No me siento bastante informado para hablar en nombre de la humanidad o de Ucrania. Me limitaré a mi experiencia, como exige el género del testimonio.
Creo que la guerra me ha transformado mucho, pero no puedo verme desde fuera, por esto comentaré dos cambios de mi conducta y de mi actitud en la vida que yo identifico como algo nuevo o, mejor dicho, relativamente nuevo porque no me veo como un hombre completamente nuevo nacido a causa del desastre. Tengo los mismos rasgos que yo había conocido en mí antes, pero se han cristalizado ahora en una postura nada original que, sin embargo, determina la fórmula de mi vida durante la guerra.

El primer cambio visible en mi caso es el sentirme «ligero de equipaje». Siempre me encantó esta frase enigmática de Antonio Machado, pero solamente la guerra me ha revelado sus significados: todas las cosas materiales que nos importan tanto en la vida «normal» en la época de la paz (casa, dinero, éxito, reconocimiento público, carreras y posiciones sociales) no tienen ningún sentido. Al mismo tiempo, los fenómenos efímeros —amor, respeto, dignidad y solidaridad— han adquirido el mayor valor. Mi casa todavía no está destruida, pero allí habita otra gente que había perdido la suya. No me preocupa qué piensan de mí mis colegas, ni si soy rico o pobre. Gano lo bastante para alquilar un nuevo piso en una nueva ciudad que me sirve de refugio para poder trabajar. Y es suficiente.

El otro cambio es fruto de sentirme «ligero de equipaje»: estar desnudo significa estar abierto a la creatividad ilimitada. La guerra ha cancelado todas las fórmulas de la vida que habíamos usado en la época de la paz. Ahora no funcionan y no funcionarán después de la victoria. Por esto sería práctico olvidarlas, borrarlas de las memorias operativas de nuestras conciencias y del inconsciente para descubrir fórmulas desconocidas. De otra manera no se vivirá en el futuro abierto de la Ucrania destrozada por el genocidio ruso. La pobreza del espíritu es una bienaventuranza en el sentido tanto evangélico como humano: para construir una nueva Ucrania tendremos que encontrar nuevas soluciones inesperadas, y esto es imposible sin la creatividad pura.

Perdónenme por el texto demasiado patético. Me ha salido no mi testimonio, sino mi manifiesto.

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