«Una persona con 18 años no está preparada para que la dejen en la calle a buscarse la vida»

La Voz de Galicia, Fina Ulloa, 18-07-2022

Hay multitud de circunstancias que pueden provocar que una persona cruce el umbral que lleva a la pobreza y a la exclusión social y la directora de Cáritas Ourense, María Tabarés, pone el acento sobre tres de ellas que en los últimos tiempos vienen haciéndose más presentes entre quienes buscan ayuda en la entidad. Una de las que más preocupa es la situación de los menores tutelados por la Xunta que no tienen red familiar de apoyo y al cumplir su mayoría de edad se ven abocados a dejar los centros de acogida. «Se enfrentan a un futuro incierto», dice Tabarés que apunta que solo en los últimos meses la entidad ha gestionado cuatro casos de este tipo.
«Una persona con 18 años no está preparada para que la dejen en la calle a buscarse la vida. No están formados. Por mucho que salgan del centro de acogida con mil euros en el bolsillo de lo que han ido ahorrando y se crean que se van a comer el mundo. En poco tiempo están sin nada. De hecho alguno que llegó a nosotros apareció en el comedor social», relata la directora de Cáritas.
María Tabarés cree que tendrían que habilitarse más apoyos institucionales que sirvieran de puente hacia la vida como adultos independientes. «Son necesarios más recursos y, a mi modo de ver, la Administración no puede desentenderse», apunta, recordando que el piso del programa Mentor —el programa de referencia para estos casos—, que gestiona la oenegé Igaxes suele tener todas sus plazas llenas.

En Cáritas estos jóvenes pasan, si así lo quieren, a ser cobijados en un piso en el que les acompaña un educador las 24 horas del día. «No hay un plazo para que se queden. Este es un recurso de estancia media y nosotros lo vinculamos con un itinerario personalizado de formación o bien de búsqueda activa de empleo», explica. «Si la persona se compromete y va cumpliendo su parte, les acompañamos hasta que encuentren ese trabajo que les permita ser capaces de mantenerse, cubrir sus necesidades básicas y ser independientes», añade la responsable de la entidad.

Otra de las alertas que lanza Cáritas de Ourense tiene que ver con el aumento de problemas de salud mental entre sus usuarios. «Necesitamos que el sistema de asistencia en el sistema público mejore. Cada vez detectamos más personas en una situación en la que es ya muy difícil incluso razonar con ellos», apunta.

Y no se refiere solo al deterioro mental avanzado que se presenta más frecuentemente entre quienes están en situación de calle. «Entre los que no pueden pagar el alquiler o los servicios básicos de la vivienda, por ejemplo, hay muchas personas que pasan por situaciones de mucha ansiedad o caen en depresiones y así es muy difícil avanzar y que puedan salir del bucle».

En Cáritas Ourense también notan un incremento de trastornos compulsivos y conductas adictivas asociadas al juego, que son otros de los problemas que han aumentado entre quienes acuden a la entidad buscando ayuda porque no son capaces de administrar sus recursos y terminan en la pobreza.

La tercera preocupación sobre la que trabajan en Cáritas está en la población migrante. Aunque la mayoría de los atendidos por Cáritas son españoles, Tabarés alerta sobre el crecimiento de las necesidades de los inmigrantes debido, en buena medida, a la lentitud burocrática.

«Los procesos, prácticamente en todas las administraciones, son poco ágiles», resume la directora. Relata que hay demoras en los trámites de regularización de su situación en el país, en el procedimiento para que puedan recibir una renta básica de inserción (Risga), trabas para abrir una cuenta bancaria en la que recibir ese pago o incluso para que puedan inscribirse en el servicio público de empleo. De hecho, un 14,69 de los atendidos el pasado año no podía acceder a un trabajo por su situación de extranjería. A estos migrantes convencionales se suman los que llegan con la condición de refugiados. «Hace unos años que venimos viendo que sube la necesidad de ayuda en este colectivo concreto y ahora se está disparando con los procedentes de Ucrania», relata.

Y es que, aunque en principio las tramitaciones de los permisos de residencia y trabajo son más ágiles para quienes tienen esa condición de refugiados, estas personas se enfrentan a una situación de desarraigo que muchas veces se hace complicada de gestionar. «Hay acogidas que no salen como uno piensa, porque por mucho que tengan rápido papeles y un permiso de trabajo, no es fácil encontrar un empleo para alguien que no sabe nada del idioma, y eso genera frustración tanto en el acogido como en quienes le acogen», apunta María Tabarés.

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