300 migrantes han sido acogidos en Olakueta Etxea

«Este lugar no es para vivir, es para coger aire», advierte el coordinador del albergue de Berriz que desde hace casi cuatro años atiende a personas en situación de vulnerabilidad

El Correo, BEA GARNÁNDEZ, 15-07-2022

Después del verano de 2018, y debido al fenómeno de tránsito de migrantes que llegaron a Euskadi, nació Olakueta Etxea, un centro de acogida temporal a personas migrantes en Berriz que a lo largo de estos casi cuatro años ya ha atendido a más de 300 personas de 34 países, entre ellos Marruecos, Argelia, Mauritania, Georgia, Latinoamérica, Colombia, Venezuela, Honduras, Perú, Afganistán, Siria, Ucrania, Rusia, Sáhara… Se trata de un proyecto colaborativo, financiado por el Gobierno vasco, gestionado por Suspergintza Elkartea y la empresa de inserción Suspertu, y reforzado por el voluntariado de la localidad. Alrededor de 30 voluntarios y 10 trabajadores forman Olakueta Etxea.

El centro de acogida se encuentra ubicado en las antiguas casas de beneficiencia de Berriz, en la plaza Elizondo. De los cuatro portales que forman el edificio, tres pertenecen a Suspergintza, mientras que el portal 7 sigue perteneciendo a la parroquia. En la actualidad, en Olakueta Etxea residen 28 personas. «El centro, en cuanto a camas, tiene hasta 60, pero desde la pandemia hay entre 40 y 50 personas», explica Gorka Ruiz, coordinador del centro junto con Marie Abeijón.

En Olakueta Etxea conviven familias y personas en situación de vulnerabilidad. Por un lado están los hombres convalecientes, que normalmente están «hasta que se recuperan» y luego continúan su camino. Por otro lado, están familias que han llegado a Euskadi y que, por diversas circunstancias, no encajan en el sistema de protección internacional ni son solicitantes de asilo. Por último, están las mujeres que viajan solas con menores. «Este siempre ha sido un centro que ha intentado responder a las necesidades que surgían. Los servicios sociales del País Vasco atienden a cualquier persona que esté empadronada, pero muchas de las que llegan aquí están en situación administrativa irregular o en proceso de regularización y estas personas tienen más dificultades para acceder a ciertos servicios», detalla Ruiz.

Las necesidades básicas techo, comida y aseo están cubiertas en el centro de acogida berriztarra, que además ofrece ayuda psicosocial, apoyo con el castellano y el euskera y acompaña a las familias para que puedan seguir su tránsito o buscar otro sitio al que ir. También realizan actividades de ocio y tiempo libre con los menores y con los adultos, así como alguna excursión «prácticamente a coste cero para el centro».

«Tenemos un presupuesto limitado, aquí no se da dinero a la gente, pero promovemos que tengan un poco de vida». Las personas que llegan a Olakueta Etxea de tránsito suelen estar un mes, los que llegan pidiendo protección internacional suelen permanecer entre uno y dos meses y los colectivos vulnerables que sufren otro tipo de situaciones, que «normalmente son familias» que por diversas circunstancias no pueden acogerse al sistema de tránsito ni al de protección internacional hasta seis meses.

«No pueden trabajar»
«Una familia, con menores, más de un curso escolar no nos planteamos que esté aquí. Es un centro muy digno para ser de acogida, pero las familias viven en una habitación grande con literas. Ninguna familia de aquí viviríamos en una habitación compartiendo zonas comunes», cuenta Ruiz. El modelo que trabajan en el centro de acogida es «que sea lo más digno posible». «Damos de comer, decidimos la comida por ellos, no pueden trabajar, comparten el salón de la habitación con otras cinco familias de diferentes países… Hay normas básicas, pocas, pero de 10 de la noche a 8 de la mañana tiene que haber silencio. Al final no es su casa», dice Ruiz

Además, el coordinador del centro berriztarra reconoce que la labor de Olakueta Etxea es «temporal». «Este lugar no es para vivir, es un lugar para coger aire, retomar energías, aprender castellano o euskera, formalizar papeles y, sobre todo, prepararles para dar el siguiente paso, salir de aquí», detalla Gorka Ruiz. En lo que va de año, han pasado por el centro 80 personas desde enero. De ellos, once fueron ucranianos, que huyeron tras la guerra con Rusia.

Otro de los motivos por los que surgió este centro de acogida fue para «sostener las fallas de otros sistemas». «El sistema de atención humanitaria recoge a todas las personas migrantes que llegan a España, pero hay algunos, que por algún motivo, no encajan y pasan por aquí. Hay gente que lo solicita y a veces no puede entrar a los servicios y vienen aquí. Es un centro de acogida temporal que se va adaptando a las diferentes circunstancias migratorias», finaliza Ruiz.

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