«¡Detenerme! Yo 'Maroco', yo ilegal»

El Mundo, 21-07-2006

Un ‘sin papeles’ se entrega a la Policía de Marbella para que le repatrien porque no quiere delinquir Las manecillas del reloj no marcaban ayer las nueve de la mañana cuando se abrió la puerta principal de la Jefatura de Policía Local de Marbella. Un joven marroquí, ataviado apenas con un harapiento chándal de color gris oscuro, penetró en el recibidor y se dirigió de inmediato al único de los dos policías que en ese momento se encontraba vestido de uniforme.


«Por favor, yo Maroco, yo ilegal, ¡detenerme!». Nervioso y asustado, el joven apenas lograba articular una palabra en español, pero los policías lograron que se sentara en uno de los bancos de espera de la Inspección de Guardia y que escribiera su nombre en un pedazo de papel. Poco a poco, logró explicar el motivo que le empujó a acudir a la Policía. Yousef Napip, de apenas 20 años, pidió que lo detuvieran después de tres meses de infructuosa búsqueda de un trabajo con el que ganarse la vida en España, un país al que había llegado, como tantos otros, a bordo de una patera. No tenía empleo, y, según dijo, tampoco servía «para delinquir».


«Llevaba días sin comer, así que le compraron una palmera de chocolate, y por poco se come también el envoltorio; también le trajeron una botella de agua mineral, de las grandes, de litro y medio, aunque yo diría que se la acabó en tres sorbos», refería ayer una portavoz de la Policía Local, que presenció la llegada del joven inmigrante.


Lo habitual hubiera sido que Yousef ingresara de inmediato en un calabozo, pero «era tal el miedo que tenía que se sentó allí y se quedó quieto, como un animal asustado; sin atreverse a levantar la cabeza», relataron las mismas fuentes.


La mirada de Yousef era triste, apuntan los que ayer le observaban, mientras iban y venían atareados, por los pasillos de la Jefatura Local. Había llegado desde Tetuán tres meses antes, buscando un país de oportunidades, y ahora suplicaba, con los brazos entre las rodillas, que le devolvieran a su tierra para poder comer.


«Me sentí impresionada: a Yousef se le veía fuerte, alto, de casi 1,80, tez morena, y allí estaba, diciendo que no sabía robar ni hacer nada, y pidiendo que le detuvieran. Aún guardo en mi mesa el pedazo de papel que escribió», narraba la portavoz policial.


En menos de una hora Yousef fue recogido por un coche patrulla de la Policía Nacional, que le trasladó a la Comisaría de los nacionales en Marbella, donde, esta vez sí, ingresó en los calabozos. Su deseo se había cumplido: estaba detenido, y formaba parte ya de los cientos de rostros anónimos que esperaban en la sede policial el momento de ser deportados.


En apenas unas horas, la Policía Nacional lo trasladó al Centro de Internamiento para Extranjeros, desde donde se preveía que fuera, en cuestión de horas, repatriado a Marruecos por el Ministerio del Interior.

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