El paso a la vida adulta al cumplir los 18 años ha sido durante años la puerta hacia el desarraigo para miles de jóvenes inmigrantes que llegaron a Euskadi siendo menores. Pese a los esfuerzos de las administraciones públicas, a través de las políticas sociales, de arropar a estos jóvenes para facilitar ese proyecto de vida, las dificultades para obtener los papeles les abocaban a la irregularidad administrativa, la puerta a la exclusión y con ella, a problemas como la marginalidad y la delincuencia. Se daba la circunstancia de que se invertían recursos públicos en formarles en educación y para un empleo y luego no se les permitía trabajar al carecer de papeles. La reforma de la Ley de Extranjería, aprobada el pasado mes de noviembre tras años de reivindicación, ha facilitado la regularización de casi un millar de jóvenes inmigrantes en Euskadi hasta mediados de este año. Detrás del dato hay historias de vidas que se quieren abrir paso y que se aferran a los programas de inserción laboral para iniciar ese nuevo periplo vital en el territorio de destino. Ese camino no será fácil, ni para ellos ni para los jóvenes que han nacido aquí, pero al menos no tendrán que sufrir obstáculos añadidos.