Soldados del hambre
Deia, , 04-07-2022HACE ya bastantes años, quizás más de dos décadas, atravesé la península para desembocar en Tarifa con el objetivo de hacer un reportaje sobre la inmigración que venía de África. Mi trayecto en coche fue más o menos extenso, pero placentero. Iba en busca de otras personas que habían hecho un viaje mucho más largo, y a diferencia del mío, difícil y tortuoso. Las embarcaciones en las que arribaban se empezaron a conocer como pateras o cayucos, unas desvencijadas cáscaras de nuez que habían sido antes barcas de pesca y aún no habían perdido la condición de flotar, o no del todo. Salían de varios puntos de Marruecos. Ya entonces empezaban a ocupar los titulares en los medios de comunicación, pues tenían la fea costumbre de esparcir los cadáveres de sus ocupantes, casi todos jóvenes varones, por las aguas mediterráneas.
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