«Se alquila casa: ni emigrantes ni perros»

La Verdad, 20-07-2006

L. PÉREZ-CAPILLA/MURCIA

En un piso de buen aspecto y medio vacío del barrio del Progreso viven alquilados siete de los primeros inmigrantes que llegaron al Jardín Chino.

Este grupo de subsaharianos son de Malí. La mayoría de ellos llegaron a España hace un año, y saben bien lo que es dormir en la calle, trabajar sin contrato y con un sueldo casi regalado.

Desde hace un mes, y gracias a la asociación Red de Apoyo Social al Inmigrante (Rasinet), viven arrendados en una vivienda de este barrio murciano. El contrato de alquiler se renueva cada quince días y tiene como fecha límite tres meses.

Ayouba Batieli, uno de los malíes, comenta que tiene una mujer y dos hijos a los que no ve desde hace un año. «Al pequeño casi no lo conozco», se lamenta Ayouba en un español muy básico. Nació poco antes de que él se fuera «para encontrar una vida mejor», y reconoce que no hay día que no piense en él, en su otro hijo de 6 años y en el momento en que puedan traerlos a España.

La asociación Rasinet – formada por la Fundación Columbares, Murcia Acoge, la Asociación de Senegaleses de Murcia y la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Región de Murcia, entre otras organizaciones – , tiene como principal objetivo proveer de alojamiento a aquellos inmigrantes que lo necesiten. En este momento tiene cuatro casas alquiladas a extranjeros, pero afirman que es difícil encontrar propietarios que se quiera arrendarles sus pisos.

«Ni emigrantes ni perros». Ésta es una de muchas contestaciones desagradables que cada día reciben las tres colaboradoras de Rasinet cuando llaman a los anuncios en busca de alojamiento. Actualmente casi 1.200 solicitudes de inmigrantes que buscan vivienda. Ana Torregrosa, una de las integrantes de la asociación, describe la situación como «incoherente. La gente es capaz de dejar que un inmigrante cuide de sus hijos, pero no de alquilarles un piso de su propiedad», afirma.

Nadia Asimi es otra de las tres personas que colaboran en Rasinet. Es de origen marroquí y lleva casi seis años residiendo en Murcia. Llegó a España con trabajo y los papeles en regla, pero asegura que el racismo se siente incluso en esa situación. Esta educadora social, licenciada en Historia, lamenta que uno de los principales problemas para la integración de los inmigrantes es el idioma. Lo cierto es que el castellano de los malíes del barrio del Progreso es bastante rudimentario. Sin embargo, y debido a que Malí fue colonia francesa, algunos de ellos habla el idioma galo con bastante soltura.

Con el creciente número de inmigrantes y, por tanto, de demandas de alojamiento, las colaboradoras de Rasinet aseguran no dar abasto y estar abiertas a todo tipo de ayuda. Se puede colaborar de muchas maneras: en las oficinas de la asociación, proporcionando casas para alquilar, menaje, muebles, impartiendo clases como profesor de español. Incluso Soledad Sánchez, la tercera colaboradora de organización, aprovecha para pedir «una furgoneta para hacer los traslados, que nos vendría muy bien».

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