ENTREVISTA CON JOSÉ ANTONIO ARZOZ MARTÍNEZ NOMBRADO "EMBAJADOR A LA TOLERANCIA"

«Alemania no quería a los inmigrantes españoles»

Diario de Navarra, 20-07-2006

José Antonio Arzoz luchó contra las teorías del gobierno alemán, que no querían que los niños españoles se integrarán, sino además, contra los padres españoles que creían en esos postulados TEXTO: j.castro FOTOS: ddn

-Usted llegó en 1967 a Alemania ¿qué le motivó a dejar su país en aquel momento?

El arzobispo de Pamplona había contraído un compromiso con el arzobispo de Aquisgrán por el que se comprometía a enviar cada año a dos sacerdotes para trabajar en la pastoral en la iglesia alemana de aquella ciudad durante cinco años. Yo hice uso de aquella oferta y me aceptaron.

-Vino por cinco años y todavía está aquí, ¿cómo sucedió?

-Después de esos cinco años, pasé a la pastoral de emigraciones a Munich, y ahí fue dónde me di cuenta de que no hacía falta regresar a España para trabajar con españoles. Aquí era necesario el trabajo para los emigrantes, y me dediqué con todo mi corazón a la pastoral con ellos.

-¿Cómo era la situación de los emigrantes que usted conoció al llegar a este país y qué ha cambiado hasta hoy?

-Cuando llegué la situación era muy distinta a la de hoy en día. No teníamos muchos apoyos. Se pronosticaba que se corría peligro de que los niños de los emigrantes fuesen los hijos de nadie, que estuviesen cabalgando entre dos culturas y que pudieran luego ser analfabetos en ambas. La literatura que en este sentido se publicaba en Alemania era ciertamente alarmista. Los españoles no acertábamos a aceptar este mensaje y creíamos que eso tenía que cambiar y que se podía cambiar. Encontramos la solución de la integración rápida en la escuela alemana, y con las clases complementarias de lengua y cultura para fomentar la propia identidad. En este sentido fue muy importante el trabajo con los padres, no dejarlo en manos de los políticos o de los «sabios» que publicaban sus hipótesis sobre los hijos de emigrantes, sino trabajar y cooperar con la escuela y con los padres, para que motivasen a sus hijos.

- Y para los padres ¿resultó tan fácil la integración como para sus hijos?

-La integración de los padres tenía entonces el problema de que Alemania no los quería. Alemania tardó más de cuarenta años en reconocer y llamarse políticamente país de inmigración. Tenemos que reconocer que aquí, esta sociedad nos quería como gente de paso para cubrir sus necesidades laborales. Alemania no quería ya mano de obra y la que había contratado anteriormente quería controlarla y manejarla a su antojo. Para fomentar el retorno comenzaron a ofrecer premios a los que decidieran regresar, a ponernos claro que nuestra estancia aquí debía ser pasajera.

Pero los emigrantes españoles, que habían llegado a este país con la idea de trabajar para volver y establecerse definitivamente en España, se dieron cuenta de que eso era un espejismo. El país no avanzaba en la medida que sería necesario para que pudieran realizar sus planes, por eso optaron y decidieron trabajar aquí e integrarse, convencidos de que la integración en la sociedad alemana sería el mejor camino, incluso para la reintegración en España

-Actualmente están aumentando los actos de violencia xenófoba en Alemania, ¿le preocupa esta situación?

-Me preocupa, y me preocupa también que no hemos sabido poner las bases para una convivencia armónica y positiva. Algo que parece completamente normal, que los que vivimos en este país tengamos una convivencia pacífica, lo que tendría que haber surgido por sí mismo, pero es algo por lo que todos debemos seguir trabajando. Tenemos retrocesos motivados por actos xenófobos de aquellos que creen que, por este medio, van a conseguir una sociedad libre y limpia de extranjeros. La xenofobia es una realidad social hoy, en Alemania y en toda Europa, que tenemos que combatir todos.

- También en España actualmente se están dando algunos casos de violencia contra los trabajadores extranjeros ¿qué opina de esta situación?

-La afluencia de extranjeros es tan grande que ya comienza a ser un problema la convivencia también en España. Los medios de comunicación nos alarman contándonos actos violentos realizados por grupos organizados de extranjeros, lo que promueve una reacción en ciertos sectores de la sociedad que piensan que deben amedrentarlos con actos xenófobos para ponerles freno, pero lo que se produce es todo lo contrario.

Creo que también en España hay que inculcar a la sociedad civil que hay que velar, descubrir y denunciar actos xenófobos, que nadie puede tomarse la justicia por su mano, y que hay que respetar los derechos humanos y garantizar que nadie, por tener otro color de piel, tenga que temer por su integridad física. Es también un compromiso cristiano el oponerse a la xenofobia, ponerse al lado de los débiles para defender sus derechos como personas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)