El salto de la familia Chen Huang de un bazar chino a la restauración en Compostela
Tras 22 años dedicados al sector comercial en Santiago, abren Sabores de Qingtian
La Voz de Galicia, , 17-06-2022a familia Chen Huang dejó su país en los años 90, huyendo de la crisis económica que azotaba a China. Qiuxiong Chen llegó a Madrid buscando una vida mejor y un tiempo después lo hizo su mujer, Weizhi Huang. Estuvieron trabajando en un restaurante oriental de la capital, ahorrando para montar su propio establecimiento y en 1998 lo inauguraron en Santiago. «No era el típico “todo a cien”, sino una tienda de ropa muy pequeña en Virxe da Cerca, de apenas 20 metros cuadrados», cuenta su hijo mayor, Chaofeng, más conocido en la tierra en la que creció desde los 10 años como Charly. «Fueron ampliando el negocio. Primero nos trasladamos a Santiago de Chile, justo enfrente del Mac Burger, y luego acabamos en un local de la calle Fernando III O Santo», relata el joven de 32 años. Cuando comenzó la pandemia, decidieron reinventarse y dar el salto al sector de la hostelería.
Traspasaron el bazar del Ensanche y, tras dos años sabáticos, abrieron en la misma calle un restaurante para compartir una parte de sus raíces a través de «platos muy caseros», destaca Charly, con un hermano menor nacido en España que hoy tiene 24 años (Chao Ou). Sabores de Qingtian inició su actividad hace un par de semanas y tanto su nombre como su carta hacen un homenaje al lugar del que procede la familia, un condado del sudeste de China del que salieron la mayor parte de los inmigrantes chinos afincados en España a finales del XX. A sus 64 años, Qiuxiong retoma su faceta de cocinero, con el apoyo incondicional de Weizhi, de 65, y sus hijos. «La idea de Sabores de Qingtian surgió porque mi hermano y yo solíamos llevar a amigos a casa a comer y todos se sorprendían de lo buenos que estaban los platos», indica Charly.
«Por mi experiencia en otros chinos, la mayor parte de las elaboraciones son industriales y se pierde la intensidad de los sabores. Nosotros hacemos todo, desde el relleno de carne de las gyozas hasta la masa, que es más finita», añade. Este entrante y los baos caseros, de cerdo o de verduras, ya se han convertido en las estrellas de su carta. «Además hacemos el típico arroz tres delicias, pero con ingredientes más frescos y un tipo de grano que da más sabor porque absorbe las salsas y no se queda tan seco ni aceitoso. También hay ramen y pato asado, que es un plato bastante común en China; nos encargamos nosotros de rellenarlo, asarlo y lacarlo a base de caramelo, y queda bastante distinto al que se suele encontrar aquí». En cuanto a la decoración, destaca el primogénito, es «simple y limpia, nada recargada, no hay luces de color ni nada de eso. Lo que sí pusimos fueron fotos nuestras y del pueblo de Qingtian en una pared, en un homenaje a nuestras raíces», concluye.
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