La justicia europea impide el primer envío de migrantes desde el Reino Unido a Ruanda
El Gobierno mantiene una política que quiere arruinar a los traficantes del Canal de la Mancha y recibe múltiples condenas morales
Canarias 7, , 15-06-2022El Tribunal Europeo de Derechos Humanos bloqueó en la noche del martes el despegue del primer vuelo de migrantes con destino a Ruanda, frustrando el empeño del Gobierno británico de iniciar una política de deportación al país africano de personas que llegan a las costas británicas en botes operados desde Francia por bandas de traficantes.
Un debate sobre la moralidad y legalidad de la deportación a Ruanda de inmigrantes sacudió a la sociedad británica a lo largo del martes, mientras un avión Boeing de la compañía española Privilege Style esperaba en la pista de un aeródromo militar en el sudoeste de Inglaterra. Siete pasajeros irían en el vuelo inicial. Pero en la noche el tribunal de Estrasburgo paralizó la deportación de uno de los pasajeros, el iraquí conocido como KN.
La corte europea no creyó que existía un mecanismo legal efectivo para que pudiese regresar al Reino Unido si su recurso en los tribunales ingleses contra la deportación a Ruanda tenía éxito. Abogados de los otros seis pasajeros presentaron nuevos recursos en Londres, que fueron aceptados. Los jueces de Estrasburgo piden que los vuelos se aplacen hasta que los tribunales británicos completen una revisión de la legalidad de la política del Gobierno.
El objetivo del Ejecutivo es arruinar el negocio de los traficantes que facilitan el embarque en la costa francesa de hombres, mujeres y niños, en particular de países de Oriente Próximo (Irán, Irak, Afganistán), con rumbo a las playas de la costa del sudeste de Inglaterra. Unos cien fueron rescatados en la mañana del martes y desembarcados por las patrullas británicas en Dover.
De enero a marzo de este año, llegaron a la costa inglesa 141 botes repletos. En 2021, llegó un total de 1.034. La semana pasada, 5 botes con 150 migrantes. La anterior, 20 y 658. Las cifras del Ministerio de Defensa, que se encarga desde abril de interceptarlos en la costa inglesa no ofrece una pauta regular, pero sí indica que los traficantes han aumentado el número de pasajeros.
Los británicos culpan a los gobiernos británico y francés, a la falta de control de las fronteras de la Unión Europea o al desorden del mundo la continuidad de la saga que en la pasada década produjo los campos creados en torno a Calais. Se reforzó la seguridad y se levantaron vallas más altas y fuertes, para evitar que los migrantes entrasen escondidos en trenes o camiones por el túnel del canal de la Mancha.
La exprimera ministra, Theresa May, fomentó un «ambiente hostil» hacia la inmigración, que el ‘brexit’ selló. Johnson encomendó el Ministerio de Interior a Priti Patel, que ha tenido tensas e infructuosas negociaciones con sus colegas franceses para neutralizar a las bandas de traficantes. Y no ha convencido a los refugiados que soliciten asilo en Reino Unido desde los países europeos a los que arriban.
En abril dio un paso más allá. Firmó con el Gobierno de Kigali una Asociación para la Inmigración y el Desarrollo Económico, por la que Londres ofrece los gastos de acogida, alimentación, asistencia, y cinco años de formación para la integración en el país africano de los deportados desde el Reino Unido. La inversión inicial es de unos 140 millones de euros.
Temporal
El plan consiste en enviar a quienes no solicitaron asilo en países europeos, antes de embarcarse en los botes, y que se analice su posible acogida como refugiados en Ruanda. Pueden ser deportados a sus países de origen, o a algún otro que le acoja, en el caso de que no cumplan los requerimientos locales. Israel ya practicó una política similar con Ruanda. Australia con la isla de Nauru. Ambos fueron abandonadas.
El plan inicial era transportar a 130 personas, pero denuncias en los tribunales británicos, invocando quiebras de la Convención Europea de Derechos Humanos, redujeron la lista a siete. Las tres instancias que han visto la petición de que se considere ilegal la política del Gobierno dieron como válido el argumento del Gobierno sobre el «interés público» de su plan. La revisión judicial completa de la política se aplazó a julio.
El príncipe Carlos, que estará en Kigali la próxima semana presidiendo en nombre de la reina Isabel II una reunión de la Commonwealth, habría calificado de «espantosa» la política del Gobierno en una conversación privada. Los 26 obispos de la Iglesia de Inglaterra que se sientan en la Cámara de los Lores escribieron una carta en ‘The Times’ en la que dicen que el plan del Gobierno «avergüenza a la nación».
La Agencia de Refugiados de la Organización de Naciones Unidas condena la política de Londres como «incompatible en letra y espíritu con la Convención de Refugiados de 1951». No cree que el acuerdo con Ruanda sea «un apropiado sistema de transferencia». Considera inaceptable que «se intente desplazar la responsabilidad de identificar y cumplir las necesidad de protección internacional» de refugiados.
Asociaciones benéficas han llevado a los tribunales su denuncia, pero las tres instancias que han visto el caso consideran válido el argumento del Gobierno sobre el «interés público» de su plan. Habrá una revisión judicial más completa en julio. Abogados especialistas han borrado a sus clientes de la lista inicial de 130 pasajeros, apelando a la protección de la vida familiar en la Convención Europea de Derechos Humanos.
Johnson, según ‘The Times’, está considerando la posibilidad de abandonar la Convención. Los abogados de los inmigrantes serían «cómplices» de las bandas de traficantes, según el primer ministro. Sus batallas con la UE y la inmigración ilegal refuerzan quizás la cohesión con un sector sustancial de su electorado. La ministra Patel afirmó anoche que iniciaba inmediatamente los preparativos del próximo vuelo.
El coste anual de la política de asilo es de más de 1.740 millones de euros anuales. El coste por persona para el procesamiento de la solicitud de asilo es de unos 14.000 euros. Más o menos lo que va a pagar a Ruanda por cada deportado. El plan tiene una vigencia inicial de cinco años. Una medida de sus resultados sería su impacto en el tráfico de migrantes en el canal.
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