«No puedo ver sufrir a un niño»

«No soy un héroe», asegura Alassane Sy, el inmigrante que socorrió a la pequeña atacada por un pez en San Juan

La Verdad, 19-07-2006

Alassane Sy, Alou, es alto y fuerte, con una sonrisa fácil y blanca. Vino hace un mes, desde Senegal a Alicante buscando una vida mejor. Una vez aquí, y a pesar de contar con la ayuda de su primo, las cosas no resultaron tan fáciles. Por eso decidió, como otros muchos, ganarse la vida vendiendo ropa en la playa, a la espera de que la suerte le permitiese conseguir los papeles y dedicarse a algo mejor. El pasado jueves, a las 13.30 horas, Alassane recorría como cada día la playa de San Juan, pregonando sus mercancías bajo el sol abrasador.

En ese momento, en la orilla, la pequeña Lucía sufría un terrible accidente. Un golfar confundía su mano con una presa y, al morderla, le producía graves heridas, de las que aún se recupera en el Hospital General de Alicante.

«Ví a la madre sacarla del agua, desorientada, sin saber dónde ir, entonces no lo pensé, solté mi carga, la cogí. No soy un héroe, la llevé corriendo al puesto de socorro para que la atendieran», relata. Una vez la dejó en buenas manos, salió huyendo, pero «no porque tuviese miedo de la Policía, sino porque sabía que allí la atenderían y ya no podía hacer nada más por ella», explica. A Alou no le preocuparon entonces ni la ropa que tanto le había costado pagar, ni que la Policía pudiese detenerlo por su situación ilegal: «Ni lo pensé, simplemente no puedo ver a ningún niño sufriendo y no hacer nada, yo soy así, actué por instinto».

Juan Manuel Rodríguez, padre de la pequeña, quería «agradecerle en persona su gesto, porque de toda la gente que había en la playa, fue el único que la socorrió». También Alou estaba deseando volver a ver a la pequeña. Ayer, ambas partes, – gracias a La Verdad – , vieron cumplido su sueño. Alassane fue al Hospital General de Alicante, y allí se reencontró con la familia de la pequeña Lucía. En la entrada de la habitación espera Juan Manuel, que se estrechó en un abrazo con Alou y lo condujo hasta el interior. Alassane se acercó a la cama, sonrió a la niña, la estrechó y le dio un beso. Entonces la emoción pudo también con el fortachón y las lágrimas afloraron en sus ojos. «Me recuerda a mi sobrina y a todos los niños de mi familia y mi país», comenta. Mientras, los familiares de Lucía, no dejaban de repetir «Gracias, gracias».

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