Euskadi, el país que creció con los inmigrantes

Frente a los que afirman que desplazaron a los trabajadores autóctonos, los expertos aseguran que el País Vasco prosperó gracias a la mano de obra foránea

Diario Vasco, FERNANDO SEGURA, 17-05-2022

La sociedad vasca se caracteriza por la pluralidad y el solapamiento de identidades, una realidad que por otra parte es común a la mayor parte del planeta. El cambio en el ‘paisaje’ humano se aceleró a finales del siglo XIX y continuó así hasta los años setenta del XX con la llegada masiva de personas procedentes de otros lugares para trabajar en la minería, la industria y los astilleros.

Esta es una realidad pocas veces cuestionada. Sin embargo, a veces surge la polémica en este resbaladizo terreno de las identidades. La última ha tenido como espoleta un programa de ETB1 en el que se afirmaba que los euskaldunes tuvieron que irse de Barakaldo en el siglo XIX ante la presión ejercida por los inmigrantes castellanoparlantes. La emisión provocó las críticas de PSE y Podemos, así como una pregunta parlamentaria del PP.

Esta polémica sirve como punto de partida para analizar si se ha asumido la realidad plural de los vascos y, sobre todo, si se reconoce la contribución de los inmigrantes al desarrollo del país o, por el contrario, se descarga sobre ellos la pérdida de la identidad ‘primigenia’ de Euskal Herria.

Julio Caro Baroja ya resolvió esta dicotomía en su obra ‘El laberinto vasco’, cuando afirmó que «toda identidad es dinámica. Es decir, variable». Hemos trasladado estas cuestiones a tres historiadores vascos de referencia para que aporten sus puntos de vista.

«La inmigración nunca desplazó a la población autóctona, porque ésta#se encuentra en una situación de ventaja»
ANTONIO RIVERA

Catedrático UPV

Antonio Rivera, catedrático de Historia Contemporánea de la UPV, no duda en resaltar la contribución de los inmigrantes al desarrollo de Euskadi. Afirma que la industrialización desde los años sesenta del siglo pasado no hubiera sido posible sin la llegada de decenas de miles de trabajadores. Rivera añade que la inmigración «nunca desplaza a la población autóctona», porque ésta «ya está en el lugar y en posición de ventaja». El catedrático subraya que el fenómeno se produjo porque los trabajadores locales no eran suficientes para cubrir la demanda. «Se ocuparon de las labores más duras y peor pagadas señala mientras que los locales abundaban lógicamente en los puestos más cualificados».

El euskera sí se vio desplazado. El catedrático explica que el impacto se produjo tanto en el cambio de siglo del XIX al XX como de este último al XXI. En ambos periodos, señala, el castellano funcionó como lengua franca, facilitando su predominio en la vida cotidiana.
El catedrático de Historia Contemporánea explica que esta transformación se ha ido produciendo de una forma natural. «Cualquier ciudadano vasco es consciente de que la sociedad en la que vive es producto del encuentro entre locales y ajenos que acaban conformando una realidad común». Rivera señala que se trata de un proceso en doble dirección. «La inmigración es una característica particular del siglo XX y de lo que llevamos del XXI, una tierra tradicional de emigración porque era pobre cuando no había industria. Sin embargo, se convirtió en receptora cuando se extiende el desarrollismo fabril».

Apellidos vascos
Pedro Chacón, profesor de Historia del Pensamiento en la UPV, también subraya el protagonismo de la inmigración en la modernización del País Vasco. El autor de ‘La identidad maqueta’ (Hiria) resalta que la presencia social de estas personas «nunca ha sido ponderada en términos exactos». En este sentido recuerda que José Aranda en 1998 realizó un estudio pionero sobre la estructura real de la población vasca. Chacón señala que en ese trabajo quedó de manifiesto que más del 50% no tiene ninguno de los dos primeros apellidos vascos y menos de un 20% los dos.

«Más del 50% de la población de Euskadi no tiene ninguno de los dos apellidos vascos y menos del 20% los dos»
PEDRO CHACÓN

Profesor UPN

Chacón resalta que el elemento nativo se encuentra en clara minoría y que, en cambio, en términos políticos, es dominante. «Esta distorsión de lo social a lo político explica el profesor solo puede ser producto de un espejismo producido por factores sociales muy poderosos durante todo el periodo de Transición democrática, fundamentalmente dos: ETA y en menor medida la Iglesia».

Chacón señala que a la población inmigrante y a las generaciones siguientes procedentes de ella se le debe el auge del nacionalismo y su predominio actual «por su adhesión mayoritaria a esa ideología y a las propuestas que ofrecía, en particular a los modelos en euskera en la enseñanza, donde las familias inmigrantes han enviado a sus hijos por esa necesidad natural de sentirnos de la tierra donde vivimos».

Euskera
El historiador Ludger Mees se muestra especialmente contundente contra quienes opinan que los trabajadores de fuera desplazaron a los vascos. «Muchos de estos inmigrantes se colocaron en puestos poco apetecidos por la clase trabajadora vasca . Además, se trataba de ciclos expansivos en los que a menudo había más puestos que trabajadores».

Mees admite que se incrementó notablemente la presión sobre el euskera. Sin embargo, añade que esta crisis llevaba agravándose durante décadas o incluso siglos debido a la actitud de dejadez o incluso desprecio mostrada por muchos vascoparlantes ante su idioma. «Llegaron a interiorizar la idea de que la lengua de la modernidad y del progreso era el castellano y el euskara era un relicto bonito de los tiempos agrarios antiguos».

«El criterio de lo oriundez para valorar a una#persona ha perdido la significación social que podía haber tenido»
LUDGER MEES

Catedrático UPV

Ludger Mees, quien recientemente ha publicado el libro ‘El contencioso vasco. Identidad, política y violencia’ (Tecnos), señala que «me da la sensación de que todavía hay un trecho entre la mera aceptación de la gente con raíces no vascas hasta una valoración positiva de su aportación». No obstante, añade que los tiempos en los que estos trabajadores «eran despreciados como ‘maketos’ o ‘coreanos’ ya han pasado, también en el mundo del nacionalismo. El criterio de la oriundez para valorar a una persona ha perdido la significación que podía haber tenido en los tiempos de Sabino Arana y después».

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