Fútbol

Dinamo de Kiev, el fútbol desde el exilio

Habituales en la Champions League, la invasión rusa ha convertido al club emblema de la capital de Ucrania, cuyas instalaciones acogen ahora a refugiados, y al Shakhtar Donetsk en equipos nómadas por Europa

ABC, Pablo Lodeiro, 29-04-2022

Ya han pasado más de dos meses desde que el ejército ruso atravesara las fronteras de Ucrania y comenzara una invasión que pretendía ser un relámpago y que ha acabado por convertirse en un pantano. Luchan los ucranianos con recursos limitados y con un patriotismo inquebrantable, sin desechar ninguna oportunidad para erosionar el avance de Putin. El fútbol, que como explicaba de forma magistral el periodista británico Simon Kuper en su ‘Fútbol contra el enemigo’ (1994), siempre ha estado presente, incluso en las horas más oscuras de la humanidad, y en Ucrania no ha sido distinto. El deporte rey se ha convertido en una pieza más del dique contra los rusos, ya sea en las trincheras o ‘luchando’ desde el exilio.

Desde los dos grandes equipos del país hasta los aficionados radicales (más de 200 del Dinamo de Kiev según el medio alemán Der Spiegel se han unido a las milicias) o los trabajadores de los conjuntos más modestos. Todos ayudan en la defensa de su hogar.

El Dinamo de Kiev, viejo símbolo de Ucrania, ha pasado en solo unos meses de competir contra el Barcelona en la fase grupos de la Champions League a convertirse en un equipo nómada, en el exilio, que juega por llevar la dura realidad de su país al resto del mundo. Los de la capital se encuentran sumergidos desde el pasado día 12 en la denominada ‘Gira por la Paz’, una serie de partidos benéficos repartidos por todo el continente europeo. Duermen en Estambul tras medirse al Galatasaray y a los pocos días saltan al Signal Iduna Park del Borussia de Dortmund para enfrentarse al monstruo Erling Haaland. Prima el mensaje sobre el fútbol, pues en tiempos de guerra el balón no bota con tanta fuerza. Los de Kiev, antes de los duelos, se envuelven en banderas ucranianas y llevan los nombres de las ciudades más afectadas (Mariúpol, Járkov, Odessa) sobre sus dorsales.

Los jugadores del Dinamo, envueltos en banderas ucranianas antes de un partido

Este conjunto, rodillo de la URSS durante la Guerra Fría (fue el escudo que más veces levantó la liga soviética, 13) y campeón de la Recopa ante el Atlético de Madrid en 1986, se volvió más humano tras la invasión. El futbolista del Dinamo era uno más en los búnkeres de la capital cuando los proyectiles caían. Fue su entrenador, el legendario Mircea Lucescu, quien ya había sufrido la zarpa de Putin cuando entrenaba al Shakhtar Donetsk, el equipo emblema del Donbass, el que inició la evacuación de su plantilla. Desde Rumanía, país originario del técnico, organizó un corredor para los familiares de sus futbolistas, un contingente de 80 personas en el que el único deportista fue el capitán Serhiy Sydorchuk (al ser padre de tres hijos se le permitió abandonar el país), y les ayudó a instalarse en su nuevo hogar. «Había muchas mujeres y niños y dos hombres. Algunas de las familias tenían sus gatos y perros con ellos en el autobús, también había un loro allí. Las escenas me marcaron mucho», recordaba Lucescu, segundo entrenador más laureado de la historia (36), solo por detrás de Sir Alex Ferguson (49). El resto de jugadores les siguieron en una empresa igual de surrealista. Antes de mudarse a Rumanía hace una semana, y tras abandonar la capital, acamparon en una zona de entrenamiento del club a las afueras de Kiev para luego mudarse a otro enclave en un bosque cercano a Leópolis. Su viaje a Bucarest duró casi 48 horas. El Dinamo, ya superado el Rubicón, quiere darle ahora más visibilidad al conflicto y ya planea varios duelos contra equipos de la talla de Barcelona, PSG o Manchester City. «Hablamos con Pep (Guardiola) y le agradecemos su disposición a jugar un partido», aseguró Lucescu en una entrevista.

También el Shakhtar

Un destino similar al del Dinamo tiene el Shakhtar, rival histórico de los de la capital. Entre ambos han ganado todas las ligas ucranianas desde 1992, 16 para el primero y 13 para el segundo. Los del Donbass, que en ciertos momentos se mostraron distantes con los gobiernos de Kiev (llegaron a borrar el color naranja de su camiseta para no compartir cromatismo con los movimientos nacionalistas ucranianos), juegan ahora por la paz y contra los invasores rusos. Han iniciado su particular gira, recaudando hasta la fecha cerca de 250.000 euros, según los datos suministrados por el propio equipo. Tienen ventaja los de Donetsk en esta vida nómada, pues desde 2015 no pisan la ciudad que defienden. Su estadio, el Donbass Arena, un recinto espectacular calificado con cinco estrellas por la FIFA, quedó agujereado durante la invasión rusa de Crimea en 2014. Desde entonces han vagado por Ucrania y en 2020 se instalaron en el Olímpico de Kiev, compartiendo felpudo con el Dinamo. Años de rivalidades difuminadas por una invasión.

El campo del FC Dsna fue destruído por misiles rusos

Los futbolistas de estos dos conjuntos son los únicos que han podido salir del país, con permiso expreso del presidente Volodímir Zelenski, pues debido a la ley marcial ningún hombre entre los 16 y 60 años puede abandonar las fronteras ucranianas. Allí, entre la guerra, sobreviven los otros 14 equipos de la primera división, que han visto cómo muchas de sus estructuras deportivas se han desintegrado. Con la invasión, la liga ucraniana (el Shakhtar ha sido declarado campeón virtual) nunca se reanudó tras el parón invernal e, inevitablemente, se dejó de jugar al fútbol. Ahora, los fotógrafos de los clubes se alistan en las guerrillas y los médicos y fisioterapeutas acuden al frente para curar a sus compatriotas, mientras que estadios como el Olímpico de Kiev hacen de hogar para los refugiados. Otros, como el recinto del FC Desna, no han tenido tanta suerte. Fue totalmente destruido después de que cinco misiles rusos impactasen sobre él. Antes tenía capacidad para 12.000 personas, ahora es un manojo de escombros. El entrenador del equipo, Oleksandr Ryabokon, se unió a las fuerzas de defensa de Ucrania a principios de abril.

Como explica a ABC el delantero español Marc Gual, que ahora juega cedido en el Jagiellonia Białystok polaco pero que aún está unido por contrato al Dnipro ucraniano, los futbolistas, pese al caos, aún se reúnen con cierta frecuencia en las ciudades deportivas. Ante la escasez de efectivos (prácticamente todos los jugadores extranjeros han abandonado el país), en los terrenos de entrenamiento se agrupan desde los alevines hasta los más veteranos para dar algo de normalidad a sus vidas. «Allí la gente es muy patriótica. Prefieren quedarse y morir combatiendo que irse y vivir», asegura Gual.

Sueño Mundial

El seleccionador de la selección femenina ucraniana, el español Lluís Cortés, que habla con ABC desde el aeropuerto de Reikiavik, Islandia, corrobora la dificultad que ha tenido el fútbol para subsistir durante la guerra. «En los últimos meses hemos hecho más trabajo humanitario y de agente que de entrenador». Habla el extécnico del Barcelona de cómo ayudaron a la evacuación de más de 60 jugadoras, desperdigadas en la actualidad por toda Europa, desde Irlanda a Hungría. «La mayoría de los integrantes del cuerpo técnico que se ha quedado en Ucrania están escondidos en zonas rurales o ayudando en el frente», narra con cierto pesimismo Cortés, que debe hacer malabares para preparar una convocatoria en condiciones el próximo junio, momento en el que sus pupilas se jugarán su pase al Mundial del año que viene.

La Copa del Mundo es también un sueño para el equipo masculino, que disputará una doble repesca también en junio (debe ganar a Escocia y luego a Gales). El grueso del grupo está formado por jugadores del Dinamo y del Shakhtar, y estos llegarán al menos con ritmo a la cita. Acudir a un Mundial del que Rusia está excluído puede ser el mensaje más potente posible. Fútbol contra el enemigo.

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